Petróleo barato, plantas eléctricas, y perspectivas de construir un oleoducto interoceánico y una refinería forman parte de la mano solidaria que tiende hoy Venezuela a Nicaragua, país que atraviesa una severa crisis energética.
La ayuda se inscribe dentro de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), un proyecto impulsado por el presidente Hugo Chávez basado en la complementación, la cooperación, la solidaridad y el respeto a la soberanía de los pueblos.
El ALBA llegó a Nicaragua a mediados de año de la mano del convenio firmado por la Asociación de Municipios de Nicaragua y Petróleos de Venezuela (PDVSA) para el suministro de combustible a la nación centroamericana en condiciones ventajosas de pago.
Las primeras manifestaciones de solidaridad venezolana hacia los nicaragüenses datan, sin embargo, del mandato del Arnoldo Alemán (1997-2002), cuando Chávez entregó créditos para la construcción de carreteras y otros proyectos.
La cooperación quedó en un punto muerto tras la toma de posesión del mandatario actual, Enrique Bolaños, quien condicionó el recibimiento de la ayuda a la condonación de la deuda contraída con Caracas.
Bolaños, quien el 10 de enero próximo entregará la banda presidencial al ganador de las elecciones del 5 de noviembre pasado, el sandinista Daniel Ortega, se rehusó incluso a avalar el convenio firmado por las alcaldías nicaragüenses con PDVSA en abril pasado.
La oposición gubernamental, sin embargo, no pudo impedir la entrada de combustible barato, el cual tuvo un inmediato impacto social, al ser entregado a precios subsidiados a las cooperativas de ómnibus de Managua, a cambio de que redujeran el precio del pasaje.
Las plantas eléctricas, la mitad de las cuales se encuentran ya en territorio nicaragüense, representan otro esfuerzo importante en pos de solucionar la crisis energética que padece Nicaragua, cuyo déficit de generación de electricidad ronda los 120 megavatios en horas pico.
Los 32 grupos electrógenos, que según se anunció estarán en operaciones a finales de marzo próximo, aportarán 60 megavatios al sistema energético nacional.
Si bien constituyen un paliativo, como reconocen las futuras autoridades, al menos representan una respuesta concreta a la crisis, que hasta el momento parecía insalvable.
Tanto la compra de combustible como la adquisición de las plantas corren a cargo de la empresa mixta ALBA Petróleos de Nicaragua (ALBANIC), surgida al calor de los acuerdos entre los municipios y la petrolera estatal venezolana.
ALBANIC, que opera con capital venezolano, incluso propone soluciones a largo plazo, entre las que destacan la eventual construcción de un oleoducto interoceánico y de una refinería en territorio nicaragüense.
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