El volumen de fusiones entre empresas durante el año alcanzó los 3,3 billones de dólares (2,6 billones de euros), una cifra que pulveriza el récord marcado en 2000, cuando la burbuja tecnológica condujo a las compañías a una actividad frenética de adquisiciones. En este contexto, las empresas españolas fueron especialmente activas, sobre todo en el ámbito de la banca, la construcción y la energía. Sus movimientos en fusiones y adquisiciones superaron los 150.000 millones de dólares (115.000 millones de euros) y rebasaron con creces los de ejercicios precedentes.
Lucha por nuevos mercados
Pese a la voracidad de las empresas estadounidenses y el auge de los países emergentes, Europa se ha convertido en el centro operativo de las grandes compras, al concentrar un 40% de las mismas. Esta circunstancia reabrió el debate sobre el nacionalismo económico entre los países miembros, el papel regulador de la Comisión Europea y la dependencia energética del continente.
Como paradigma de lo ocurrido, destaca el caso de E.ON, su oferta de 37.100 millones por Endesa <:ENE.MC:> y los desencuentros entre Madrid y Bruselas a propósito de la operación.
Otro de los grandes movimientos fue la compra de Arcelor por parte de la anglo-india Mittal Steel por 27.800 millones, tras la que surgió el mayor grupo del mundo en el sector del acero, con una producción tres veces superior a la de su más inmediato competidor.
Hubo también actividad en el sector de los operadores bursátiles. La Bolsa de Nueva York (NYSE) acordó su fusión con el operador de los parqués de París, Bruselas, Amsterdam y Lisboa, Euronext, tras pagar más de 8.000 millones y superar al gestor de la Bolsa de Frankfurt, Deutsche Boerse, en la liza. Mientras, la estadounidense Nasdaq elevó progresivamente su participación en la Bolsa de Londres, hasta lanzar una oferta hostil de 4.000 millones.
Otras grandes operaciones
La francesa Alcatel y la estadounidense Lucent anunciaron en abril otra gran fusión trasatlántica, que dará origen al mayor proveedor de telecomunicaciones del mundo, mientras que otras dos grandes empresas francesas, Suez y Gaz de France (GDF), acordaron fusionarse para impedir las pretensiones expansionistas de la italiana Enel y para crear un 'campeón europeo' con el apoyo del Gobierno de Dominique de Villepin.
Otras operaciones relevantes fueron la fusión entre Intesa y Sanpaolo en Italia, la compra de Schering por parte de Bayer en Alemania, la venta por parte de Vodafone de su unidad en Japón y la adquisición en Estados Unidos de YouTube por parte de Google.
En el ámbito de las Ofertas Públicas de Venta de acciones (OPV), destacaron la de la rusa Severstal en Londres, la de Burger King en Nueva York y las de bancos chinos como Banco de China o ICBC en Shanghai.
El auge de las firmas de inversión
El año que acaba se caracterizó además por el auge de las firmas de inversión, que movieron en sus compras un récord de 700.000 millones de dólares (535.000 millones de euros), más del doble que en 2005 y veinte veces más que en 1996. Las inversiones de las firmas supusieron una quinta parte del total de operaciones a nivel internacional y se centraron sobre todo en Estados Unidos.
La firma más activa en las compras fue Texas Pacific, con 77.000 millones de euros, seguida de Blackstone (71.000 millones de euros), Bain Capital (64.000 millones de euros) y KKR (59.000 millones de euros). Entre sus operaciones, destacan la compra de la aerolínea australiana Qantas, del casino de Las Vegas Harrah's y del conglomerado mediático en español Univisión.
Empresas en apuros
El año también fue difícil para algunas empresas, tanto en lo financiero -como es el caso de Eurotunnel, cuyos acreedores aprobaron un plan para reestructurar la deuda de la empresa-, como en lo legal. En este último aspecto, algunos directivos de Siemens están siendo investigados por un caso de presunto desfalco y sobornos.
En el caso de la petrolera British Petroleum (BP), un vertido en Alaska y la explosión en el verano de 2005 en una refinería de Texas, en la que murieron quince personas, le ha generado problemas en Estados Unidos.
Por último, la anglo-holandesa Shell tuvo que aceptar la integración de la rusa Gazprom en su proyecto para explotar recursos en la isla de Sajalín, en el Extremo Oriente del país, y conseguir de esta forma la connivencia de las autoridades.
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