Además de intentar monopolizar el gas como fuente de energía directa y para producir electricidad, de pergeñar la creación de una OPEP del gas, con el apoyo de Argelia, el presidente ruso Vladimir Putin, ha marcado el nuevo invierno con una nueva amenaza. Esta vez no le toca a Ucrania, ni a Shell, sino a Bielorrusia, otra dictadura que se niega a volver a Casa Rusia.
Así, Gazprom negocia con el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, una fortísima subida del coste del gas, que podría pasar de 47 dólares a 200 por cada millar de metros cúbicos.
Así, Gazprom negocia con el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, una fortísima subida del coste del gas, que podría pasar de 47 dólares a 200 por cada millar de metros cúbicos.
Gazprom quieren, una vez más, controlar los accionariados tanto de socios como de clientes. A día de hoy, el semidictador Vladimir Putin es el hombre más temido por las empresas y países occidentales. Quizás por ello, el presidente de Medgaz, Pedro Miró, defendía hoy en el diario La Gaceta de los Negocios que seguiremos dependiendo del gas argelino. Siempre, claro está, que Moscú y Argel no lleguen a un acuerdo demasiado amistoso.
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