ESPAÑA: E.On vs. Endesa, una puja que tiende a durar demasiado

La concentración del negocio eléctrico en la Unión Europea pasa por una prueba difícil. La mayor compañía regional y la mayor de España protagonizan escaramuzas que podrían ser las más largas y frustrantes de los últimos tiempos.


Por supuesto, los medios anglosajones aprovechan para echar sombras sobre la fiabilidad de los ibéricos como empresarios o negociadores. Sus colegas alemanes, en tanto, se preguntan si el proceso de concentración (“consolidación” quiere decir otra cosa en castellano) no marcha al fracaso liso y llano.

Hace catorce meses, E.On hacía una oferta hostil de US$ 29.000 millones por Endesa. En septiembre, la elevó a 37.000 millones y ahora se habla de 48.000 millones, una enormidad: 65,5% sobre la inicial. Pero median demasiados obstáculos. Aunque ya Madrid y Bruselas (UE) aprobaron la transacción, surgen constantes trabas y artimañas en tribunales hispánicos y neoyorquinos. Entretanto, la constructora española Accionar hace un juego poco claro y ha acumulado 20% del paquete Endesa.

Vinculada a la interna del propio gobierno, Accionar trata de juntar una porción minoritaria lo bastante alta como para bloquear a los alemanes y satisfacer la obsesión de Madrid: un gigante energético exclusivamente ibérico (como le sirviera para algo en el contexto global). Si lo logra, una cosa quedará clara: los principios de la UE han cedido a la ola “neonacionalismo” que da vueltas desde 2005, afectando Francia, Polonia, España e Italia.

En la situación presente, será difícil que los accionistas de Endesa lleguen a decisiones hasta después de fiestas. Pero la sorda lucha puede definir la suerte de fusiones y adquisiciones en toda la Unión Europea. Particularmente porque los “neonacionalistas” tienen un nuevo cuco: la súbita burbuja de compras apalancadas, que pone en escena a fondos especulativos e intermediarios sin nexos con los sectores donde se llevan a cabo.

Cabe recordar que, en su momento, la oferta hostil de E.On superaba la de Gas Natural SDG. El trasfondo es claro: las empresas de servicios civiles buscan fusionarse para afrontar la competencia regional y la volatilidad de precios en insumos claves. En pocos días, Iberdrola hará una propuesta por Scottish Power, la mayor eléctrica británica, firma que estuvo en la mira de E.On. Los españoles también analizan otra fusión nacional, con Unión Fenosa. Simultáneamente, Suez (privada) y Gaz de France (pública) intentan completar una demorada fusión, forzada desde el gobierno para frenar a los italianos de Enel. Esta sociedad, con amplias reservas líquidas, se apresta a inmiscuirse en varias F&A dentro de la UE. Mientras, el gigante ruso Gazprom tiende rápidamente una red paneuropea.

La oferta de E.On por Endesa intenta estructurar un gigante con operaciones desde el mar Báltico hasta Latinoamérica. Pero esta estrategia choca contra las tramoyas jurídicas de Endesa y los aliados del gobierno, empezando por la urdida para frenar la propuesta de Gas Natural (US$ 28.500 millones, hace catorce meses) y la contraoferta de E.On. Ahora, Endesa cambia de idea y pide a los jueces levantar el congelamiento de la oferta Gas Natural. Eso demandaría dos meses y algunos sospechan que el lapso sería aprovechado por Accionar para elevar su parte en el paquete Endesa. Este compleja trama restar seriedad a los españoles y, si termina alejando a E.On, el propio modelo de la UE estará en peligro.

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