Hace tiempo que los ciudadanos españoles tenían motivos para mostrarse perplejos ante los acontecimientos que se sucedían en el mercado eléctrico español. Si el intento de Gas Natural de comprar Endesa, la primera empresa eléctrica española, había originado un escándalo político en España, al denunciar el PP que el Gobierno estaba tras la operación, el conflicto empezó a internacionalizarse cuando la mayor empresa europea, la alemana E.ON, terció en la operación con una opa sobre el 50,01% de Endesa que, por el precio ofertado, parecía quedar abiertamente fuera de las posibilidades del grupo gasista controlado por la Caixa. Y derivó abiertamente hacia el conflicto cuando la Comisión Nacional de la Energía impuso severas condiciones a E.ON para autorizar su opa, la gran mayoría de las cuales fueron declaradas ilegales por la Comisión Europea.
En este electrizado escenario -nunca mejor dicho- se produjeron en la última semana del pasado septiembre una sucesión de golpes de efecto. El primero lo dio Acciona, el cuarto grupo español del sector de la construcción, al hacerse con un 15% de Endesa y anunciar que estaba dispuesto a seguir comprando hasta llegar a un 24%, el máximo porcentaje al que podría llegar sin necesidad de presentar una opa. El segundo golpe correría a cargo de ACS, el primer grupo constructor español, que, tras poseer el 35% de Unión Fenosa, adquirió el 10% de Iberdrola como paso previo a una fusión o integración de ambas empresas. El sector de la construcción español se lanzaba a la conquista del mercado eléctrico.
En este electrizado escenario -nunca mejor dicho- se produjeron en la última semana del pasado septiembre una sucesión de golpes de efecto. El primero lo dio Acciona, el cuarto grupo español del sector de la construcción, al hacerse con un 15% de Endesa y anunciar que estaba dispuesto a seguir comprando hasta llegar a un 24%, el máximo porcentaje al que podría llegar sin necesidad de presentar una opa. El segundo golpe correría a cargo de ACS, el primer grupo constructor español, que, tras poseer el 35% de Unión Fenosa, adquirió el 10% de Iberdrola como paso previo a una fusión o integración de ambas empresas. El sector de la construcción español se lanzaba a la conquista del mercado eléctrico.
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