Una central nuclear que comenzará a construirse en 2007 en Sudáfrica será el punto de referencia de una nueva generación de generadoras con una tecnología más simple, barata y segura que la de las plantas convencionales.
El Departamento de Energía de Estados Unidos ha mostrado interés por el proyecto y ha invertido ocho millones de dólares en el mismo, ya que el reactor nuclear puede ser utilizado para la obtención de hidrógeno a bajo coste y en cantidades comerciales.
El hidrógeno es el combustible preferido por muchos países como sustituto del petróleo.
Pero lo más sorprendente del proyecto PBMR ("Pebble-Bed Modular Reactor", o "Reactor Modular a Base de Guijarros") es que el uranio está contenido en unas esferas de grafito del tamaño de una bola de billar.
Son unas bolas irrompibles que soportan dos mil grados centígrados y pueden durar más de un millón de años sin resquebrajarse.
Esta dureza y duración soluciona el problema de los desechos nucleares (que se mantienen radiactivos por unos 150.000 años) y evitan que puedan ser recicladas para la fabricación de armas atómicas.
"Cada una de estas bolas podría abastecer de energía a una familia de cuatro personas durante un año sin ensuciar la atmósfera ni acelerar el cambio climático", según Tom Ferreira, portavoz del proyecto financiado en su mayoría por Eskom, la compañía estatal de electricidad sudafricana.
Las autoridades sudafricanas destinarán en los próximos tres años un total de 6.000 millones de rands (800 millones de dólares) para la construcción de este programa, confirmó el miércoles en el Parlamento el ministro de Hacienda, Trevor Manuel.
La tecnología del PBMR se inventó en los años 50 en Alemania, donde fue construido un reactor de demostración en 1966, pero el proyecto fue desmantelado en 1988 por presiones políticas tras el desastre de la central de Chernóbil, en la antigua Unión Soviética.
Sin embargo, tanto Sudáfrica como China obtuvieron los derechos de la explotación de esta tecnología.
Los chinos proyectan construir más de 30 centrales y los sudafricanos, además de construir 24 plantas para uso doméstico, pretenden exportar los módulos a otros países; un objetivo muy factible ya que tienen experiencia con la energía nuclear desde 1959.
Cada "bola de billar" del PBMR contiene en su interior 15.000 "semillas" redondas de un milímetro de diámetro. Cada una de estas "semillas" está compuesta por cuatro capas distintas de unas durísimas cerámicas artificiales que rodean y contienen la radiación de una partícula de uranio enriquecido del tamaño de un grano de arena.
Los reactores funcionan al colocar 450.000 bolas en una nave de acero reforzado de 27 metros de altura y rellena con helio: un gas que ni arde ni se puede hacer radiactivo. El calor que genera la fisión del uranio en el interior de estas esferas es transferido al helio, que al calentarse a unos 900 grados mueve las turbinas que generan electricidad.
Cada reactor puede producir 165 megavatios, que serían suficientes para proporcionar energía a una población de 30.000 habitantes. Pero si aumentara la población se podrían añadir más reactores a la planta nuclear gracias al concepto "modular" del proyecto.
Otra ventaja del PBMR es que utiliza un efecto de la física (denominado "ampliación Doppler") que autorregula la temperatura del reactor si el uranio se calienta demasiado. De esta manera se evita utilizar los complejísimos sistemas de refrigeración y de seguridad que forman parte de las centrales nucleares convencionales.
"Estos nuevos reactores nucleares son extremadamente seguros hasta el punto de que no hay ningún posible cúmulo de circunstancias, incluida una acción terrorista, que pueda amenazar la vida humana o la salud publica por la radiación", dice Ferreira. Sin embargo, no todo el mundo piensa así. El grupo ecologista "Earthlife Africa" mostró su oposición al proyecto desde el principio e incluso lo llevó a los tribunales en el 2005.
"Con el reciente resurgir del interés en la energía nuclear damos un nuevo paso por el camino que nos lleva al holocausto nuclear", dice Maya Aberman, la coordinadora de una campaña antinuclear que parece no haber tenido mucho efecto.
El Ministerio sudafricano de Medio Ambiente ya aprobó el proyecto tras evaluar su impacto medioambiental. La construcción de la planta empezará a finales del 2007 en Koeberg, a 40 kilómetros de Ciudad del Cabo. Se aprovechará de una tendencia en la que el precio del petróleo y la amenaza del calentamiento global permiten resucitar la opción de la energía nuclear.
source: La Cronica
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