El 31 de diciembre de este año, el segundo módulo de producción de orimulsión que apenas hace unos meses se estrenó dejará de generar el combustible que desarrolló Intevep en los años 80 y, a pesar de ello, no todo está dicho aún.
Mientras Petróleos de Venezuela negocia con los cuatro clientes activos que quedan el reemplazo del invento venezolano por otro combustible, asumiendo el costo que involucra esta acción, analistas insisten en las incidencias de una decisión que, a su modo de ver, se está tomando de manera tozuda y apresurada.
Para Saúl Guerrero, ex gerente de Comercio y Suministro de Bitúmenes Orinoco, esta movida del Ministerio de Energía y Petróleo y Pdvsa incrementa el riesgo de demandas contra la estatal que ha estado en el ambiente desde que en 2003 la empresa minimizó las operaciones de la filial y emprendió una estrategia de descontinuar la generación del combustible.
Recordó que, a pesar del enorme diferencial de precios, los contratos más antiguos, como los que siguen vigentes con New Brunswick Power de Canadá y Kashima Kita de Japón, incluyen una cláusula que permite sustituir orimulsión por fuel oil, un combustible que se produce en las refinerías convencionales y que a pesar de su alto costo también es utilizado para la generación de electricidad.
No obstante, los otros dos contratos que siguen vigentes, el de Electrenai de Lituania y el de Power Seraya de Singapur, no incluyen esa cláusula, por lo que los meses que están por venir le prometen a Pdvsa intensas negociaciones para llegar a acuerdos que no deriven en la petición de indemnizaciones.
Desde que Pdvsa anunció la reducción del negocio de orimulsión, dos demandas internacionales han sido interpuestas. En un tribunal canadiense, New Brunswick Power solicitó una compensación de 2 mil millones de dólares correspondiente a la inversión que había hecho en su planta de Coleson Cove para quemar orimulsión, así como al costo de adquirir otro combustible en el lapso que duraría un contrato que en definitiva no se llegó a firmar.
La otra demanda la introdujo la italiana Enel, cuyo contrato por 2,75 millones de toneladas al año -el mayor en la historia de la orimulsión- no fue renovado, pese a intensos esfuerzos diplomáticos. Con esta empresa se llegó a negociar incluso la construcción de un tercer módulo de producción a su cargo.
Parole, parole
La noticia del cese de orimulsión generó en 2003 una opinión pública desfavorable a la decisión que motivó la preparación de cálculos y argumentos por parte de funcionarios del Menpet. Las autoridades petroleras del país, las mismas que continúan en funciones, prometieron que los contratos serían respetados y así las aguas volvieron a su cauce.
La piedra angular de esta decisión radica en el poco rendimiento que le ha dejado la orimulsión al país, calculado tanto en términos fiscales como en volumen de ingresos. Si el negocio se compara con las asociaciones estratégicas de la Faja del Orinoco, es inocultable que los precios de venta de los productos finales presentan una amplia brecha.
Autoridades de la Corporación Venezolana de Petróleo han llegado, incluso, a afirmar que la zona que se escogió para el primer módulo constituyó un error, pues se usó una de las áreas más prospectivas de la Faja para producir un combustible cuyo precio se equipara al del carbón. No se ha explicado aún, sin embargo, por qué no se negociaron precios más elevados en los contratos existentes y futuros.
La aversión del Menpet por la orimulsión -inventó que fue bandera de la campaña presidencial de Chávez - ha sido tal que se eliminó toda referencia a la palabra bitumen en la reciente modificación que se hizo a la Ley Orgánica de Hidrocarburos (LOH).
"Chávez es el primer inconsistente al no cumplir sus promesas (de ampliar el negocio), pero el Gobierno también porque no ha sido fiel con sus palabras", dijo Guerrero.
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