EL viernes, mientras se celebraba en Finlandia una infructuosa cumbre comunitaria informal centrada especialmente en la energía, tenía lugar en dependencias del Senado español una reunión de la Asamblea General del Club de Madrid, una organización que reúne a 68 ex jefes de Estado y de Gobierno con el objetivo de fortalecer la democracia en el mundo. Estos patriarcas de la política se dedicaron también a discutir problemas energéticos, acompañados por técnicos en la materia, y especialmente ilustrativas resultaron las tesis sostenidas en el referido foro por el ex presidente español, Felipe González.
Sobre la elevada y 'peligrosa' dependencia europea, González criticó la imposibilidad de lograr acuerdos energéticos en Europa por culpa de «reflujos nacionalistas incomprensibles», cuando tan necesarios resultan. En un plano más global, el ex presidente cree inevitable una crisis de oferta energética en menos de una década, no por falta de recursos sino por la ausencia de una estrategia política que acompañe a las estrategias empresariales de inversión, que en todo caso dará lugar a un aumento exponencial de la tensión internacional. Por lo que para prevenirla, González abogaba este viernes abiertamente porque España se «replantee seriamente la opción nuclear». Fue el propio ex presidente quien declaró en 1984 la moratoria nuclear que todavía rige; sin embargo, sus explicaciones del radical cambio de criterio son razonables. El entonces jefe del Ejecutivo tomó tal decisión por dos razones: la seguridad y el agobio y «sobrerresponsabilidad» que suponía en aquel momento la imposibilidad de eliminar los residuos radiactivos. Circunstancias que han cambiado con la mejora tecnológica de las instalaciones y con los avances sustanciales de la gestión de residuos.
Evidentemente, lo deseable sería sustituir las fuentes de energías fósiles por otras de energías renovables y 'limpias', pero, de momento, éstas no son una alternativa real. En tanto se avanza en la puesta a punto de la energía nuclear 'limpia' o de fusión, la única opción viable para garantizar a medio y largo plazo el abastecimiento de nuestras necesidades es la energía nuclear de fisión. Y ante esa evidencia, el Gobierno está obligado, al menos, a abrir un debate en profundidad sobre el asunto.
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