El gobierno de Felipe Calderón hará suyo el tema del etanol como vía alternativa no sólo en su política energética sino también en su estrategia para el campo, a fin de garantizar una mayor competitividad a los productores mexicanos de maíz y caña.
Este año el Ejecutivo impulsará la materialización de una de las principales lecciones que el ahora mandatario federal obtuvo en su corto paso por la Secretaría de Energía entre 2003 y 2004: establecer un plan de desarrollo para que México se incorpore a la generación de gasolinas con efectos ambientales menos costosos.
La Presidencia prepara ya medidas que habrán de canalizarse a las secretarías de Energía y la de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), así como a Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
El gobierno de Calderón también buscaría la participación del Congreso de la Unión para establecer, entre otras acciones, un nuevo marco legal que autorice la producción de etanol para que sirva de aditivo en las gasolinas, lo cual tendría implicaciones fiscales y de operación para Pemex.
Para la administración actual este tema resulta prioritario para la política energética sexenal, por encima de la energía nuclear, según lo aclaró ya el jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Juan Camilo Mouriño.
El asunto del etanol se convirtió desde diciembre, el primer mes de este gobierno, en tema de preocupación tanto de la secretaria Georgina Kessel, de Energía, como de Alberto Cárdenas, titular de la Sagarpa.
Se espera que para enero, la funcionaria tendrá mayores definiciones en la materia, al igual que Pemex y CFE, cuyos titulares han sido convocados por diversos foros de debate a exponer de qué manera se insertarán en la tendencia mundial de los biocombustibles que suplan a los derivados del petróleo.
Frente a esa realidad, el secretario Cárdenas asume que el campo mexicano requiere con urgencia de maíz y caña a precios competitivos para la producción de etanol. De acuerdo con cálculos preliminares de esa dependencia, México requerirá al menos un millón de hectáreas cultivadas del grano para satisfacer la demanda que generarán las plantas de ese biocombustible.
La Cancillería, por su parte, tendrá que concretar el ofrecimiento de ayuda que en octubre consiguió Felipe Calderón de su homólogo brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, a quien pidió el apoyo de transferencia tecnológica en la generación de diversas energías alternativas, luego de 20 años de experiencia.
Como Presidente electo, el mandatario mexicano visitó al presidente de Brasil para solicitar formal colaboración en este terreno.
“Tenemos mucho que tomar de la experiencia en el manejo de la política energética de Brasil, sobre todo en materias como energía alternativa y en particular la política de aprovechamiento del biodiesel y etanol”, definió Calderón.
La asesoría tecnológica también le fue solicitada por el Ejecutivo federal al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, en su gira a Ottawa a finales de octubre, pues la idea es que desde este 2007 se tomen las acciones que permitan el impulso del uso del etanol como combustible automotriz.
El diagnóstico presidencial del tema es que el consumo del diesel de origen vegetal es necesario para fines ambientales y productivos, tanto en el caso del maíz como de la caña de azúcar, cuya situación crítica desde ya se acentuaría dentro de unos años con el agotamiento de espacios para la comercialización.
Previsto como punto estratégico en lo que será el plan nacional de desarrollo, es decir la ruta sexenal y sus prioridades, el asunto del etanol sería abordado para dar respuesta a la falta de empleo en el sector agrícola, particularmente en el cañero.
Un argumento clave para apuntalar esta medida por parte de Calderón será el del descenso en las reservas petroleras, lo que obliga a diseñar sustitutos parciales para el consumo energético que hoy se deriva de los hidrocarburos.
El objetivo final es poner en marcha una política pública que promueva el uso de aditivos para gasolina a base de etanol, permitiendo así que la saturación de la oferta de azúcar en el mercado norteamericano tenga un amortiguado impacto en los productores mexicanos.
De acuerdo con el plan calderonista, esto mejoraría las condiciones del sector energético al diversificarse las alternativas no dependientes de los altos precios del petróleo.
Otro alegato gubernamental a favor de este cambio será que con la producción de etanol México daría pasos significativos en el cumplimiento del Protocolo de Kyoto, obteniendo los recursos económicos internacionales que el tratado estipula para fines ambientales, en compensación por estimular el uso de una energía renovada.
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