El conflicto por el gas entre Rusia y Bielorrusia ha dado por concluida una etapa, aunque todavía no se vislumbra el fin de las discrepancias energéticas entre Rusia y la Unión Europea. Ante tales circunstancias, se ha iniciado dentro del bloque una disputa en materia de energía con dos protagonistas principales: la Comisión Europea (CE) y Alemania, que ostenta durante el primer semestre del año la presidencia de turno de la UE.
La CE publicó el 10 de enero un texto en el que se delineaba la estrategia energética conjunta de la UE, proyecto que despertó un fuerte criticismo en Alemania debido a que el documento aboga explícitamente por el uso de la energía nuclear.
La UE considera que, a diferencia del petróleo, el gas natural o el carbón, la energía nuclear se caracteriza por una serie de ventajas claras: la estabilidad de los precios y la utilización de una energía limpia como materia prima, el uranio, tan abundante en todo el mundo que puede cubrir las necesidades energéticas durante décadas y cuya amplia distribución evita el control por parte de un país concreto.
Además, si la UE pretende cumplir el objetivo de reducir unilateralmente las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20 o incluso un 30 por ciento para el año 2020 respecto a las de 1990, es inevitable recurrir a la energía nuclear, cuyas emisiones son mínimas, para alcanzar esta meta.
Ante la llamada 'política amistosa de energía nuclear' de la UE, el ministro alemán de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, manifestó una oposición inmediata y advirtió que la UE debe presentar una ' propuesta equilibrada' para la pluralización energética futura. De no ser así, indicó, el bloque tendrá que enfrentarse a la oposición de diversos frentes internos y no sólo a la de Alemania.
En realidad, 17 de los 27 países miembros de la UE abogan por abandonar el uso de la energía nuclear, a lo que hay que añadir el hecho de que el Gobierno alemán continúa manteniendo su anterior decisión de acabar con el uso de la energía nuclear para 2021.
Obviamente, las diferencias energéticas entre Alemania y la UE hunden a ambas partes en una situación cuanto menos embarazosa.
La decisión de la UE, no obstante, se asienta sobre una base pragmática. En el ámbito mundial se vislumbra una obvia tendencia a incrementar el uso de la energía nuclear: cada día más países tienen previsto construir o albergar centrales nucleares.
Según pronósticos de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, para 2030 la cuota que ocupa la energía nuclear será 2,5 veces superior a la actual, mientras que la cifra se multiplicará por cuatro para el año 2050.
En la actualidad, 16 de los miembros del bloque agrupan un total de 158 centrales nucleares (17 de las cuales están situadas en Alemania), a los que hay que unir otros siete países que tienen en marcha proyectos relacionados con este sector.
Asimismo, la canciller alemana, Angela Merkel, se enfrenta a un dilema: por un lado, como presidenta de turno del bloque, ha declarado su apoyo a la postura común de la CE en cuestiones energéticas; por otro, como máxima representante del Gobierno federal de Alemania, Merkel se ve ante la obligación de refrendar la política doméstica que se opone a la utilización de la energía nuclear.
En declaraciones recogidas por los medios de comunicación, un alto cargo del Ministerio de Economía de Alemania encargado de cuestiones europeas declaró que no existía división dentro del bloque en lo referente a la elaboración de una política energética común, aunque matizó que existían discrepancias razonables a este tenor. Entre ellas destacó la oposición de Alemania a la decisión de desmembrar las grandes compañías energéticas, no sin expresar su firme confianza en que la UE conseguiría alcanzar un consenso al final.
En materia de energía, la UE busca hablar 'con una sola voz' y eliminar la dependencia del exterior en el suministro energético, por lo que cabe esperar que esta reciente disputa entre Alemania y la comunidad se zanje con una solución rápida y efectiva.
La CE publicó el 10 de enero un texto en el que se delineaba la estrategia energética conjunta de la UE, proyecto que despertó un fuerte criticismo en Alemania debido a que el documento aboga explícitamente por el uso de la energía nuclear.
La UE considera que, a diferencia del petróleo, el gas natural o el carbón, la energía nuclear se caracteriza por una serie de ventajas claras: la estabilidad de los precios y la utilización de una energía limpia como materia prima, el uranio, tan abundante en todo el mundo que puede cubrir las necesidades energéticas durante décadas y cuya amplia distribución evita el control por parte de un país concreto.
Además, si la UE pretende cumplir el objetivo de reducir unilateralmente las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20 o incluso un 30 por ciento para el año 2020 respecto a las de 1990, es inevitable recurrir a la energía nuclear, cuyas emisiones son mínimas, para alcanzar esta meta.
Ante la llamada 'política amistosa de energía nuclear' de la UE, el ministro alemán de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, manifestó una oposición inmediata y advirtió que la UE debe presentar una ' propuesta equilibrada' para la pluralización energética futura. De no ser así, indicó, el bloque tendrá que enfrentarse a la oposición de diversos frentes internos y no sólo a la de Alemania.
En realidad, 17 de los 27 países miembros de la UE abogan por abandonar el uso de la energía nuclear, a lo que hay que añadir el hecho de que el Gobierno alemán continúa manteniendo su anterior decisión de acabar con el uso de la energía nuclear para 2021.
Obviamente, las diferencias energéticas entre Alemania y la UE hunden a ambas partes en una situación cuanto menos embarazosa.
La decisión de la UE, no obstante, se asienta sobre una base pragmática. En el ámbito mundial se vislumbra una obvia tendencia a incrementar el uso de la energía nuclear: cada día más países tienen previsto construir o albergar centrales nucleares.
Según pronósticos de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, para 2030 la cuota que ocupa la energía nuclear será 2,5 veces superior a la actual, mientras que la cifra se multiplicará por cuatro para el año 2050.
En la actualidad, 16 de los miembros del bloque agrupan un total de 158 centrales nucleares (17 de las cuales están situadas en Alemania), a los que hay que unir otros siete países que tienen en marcha proyectos relacionados con este sector.
Asimismo, la canciller alemana, Angela Merkel, se enfrenta a un dilema: por un lado, como presidenta de turno del bloque, ha declarado su apoyo a la postura común de la CE en cuestiones energéticas; por otro, como máxima representante del Gobierno federal de Alemania, Merkel se ve ante la obligación de refrendar la política doméstica que se opone a la utilización de la energía nuclear.
En declaraciones recogidas por los medios de comunicación, un alto cargo del Ministerio de Economía de Alemania encargado de cuestiones europeas declaró que no existía división dentro del bloque en lo referente a la elaboración de una política energética común, aunque matizó que existían discrepancias razonables a este tenor. Entre ellas destacó la oposición de Alemania a la decisión de desmembrar las grandes compañías energéticas, no sin expresar su firme confianza en que la UE conseguiría alcanzar un consenso al final.
En materia de energía, la UE busca hablar 'con una sola voz' y eliminar la dependencia del exterior en el suministro energético, por lo que cabe esperar que esta reciente disputa entre Alemania y la comunidad se zanje con una solución rápida y efectiva.
No comments:
Post a Comment