FRANÇOIS Pinault está jugando con los nervios de los accionistas de Suez. Hace dos meses dijo que había renunciado al plan de ofertar por Suez junto con la italiana Enel. Esta semana dio una vaga respuesta a la exigencia de la AMF de que aclarara si estaba planeando otra vez presentar una oferta por la eléctrica.
Pinault está probando los límites de la nueva regulación francesa sobre la transparencia del mercado que permiten a la AMF obligar a un presunto comprador que explique con claridad sus intenciones, o renuncie a presentar una oferta. Esta norma de “compra o vete”, inspirada por las regulaciones sobre adquisiciones de Gran Bretaña, sólo lleva en vigor unas semanas. El AMF debería utilizarla ahora.
Pinault se muestra evasivo porque necesita encontrar una forma de lanzar una oferta de 70.000 millones de euros con sólo 1.000 millones en capital. Toda una hazaña, aunque no esté interesado en todo Suez. Supuestamente sólo quiere los activos de agua de la compañía, por los que estaba dispuesto a pagar 18.000 millones en una operación altamente apalancada cuando descartó su plan con Enel el verano pasado. Por eso, Pinault necesita encontrar un comprador para los activos de energía.
Pinault acudió a su buen amigo, el presidente Jacques Chirac para sugerir que el 80% de GdF de propiedad estatal comprara los activos de energía, se dice que por más de 50.000 millones de euros. Así, el gobierno tendría su “gran campeón nacional” de energía sin privatizar GdF, mientras Suez se nacionalizaría de hecho y estaría inmunizada contra una adquisición. La guinda sería que el dinero de los contribuyentes podría haber ayudado a Pinault a embolsarse un sustancioso beneficio. Esta sugerencia fue rechazada cuando GdF negó saber de ella, y el gobierno volvió a afirmar que estaba interesado en lograr la fusión Suez-GdF.
Si no sale un comprador para los activos de energía, Pinault no tiene capacidad para montar una oferta. Esto no significa que sea imposible la operación. Pinault podría volverse hacia compradores como RWE, o Veolia que hace años tuvo que abandonar un plan para diversificar en energía fusionándose con EDF porque el gobierno lo vetó. Pero cualquier plan B se enfrentaría a una fuerte oposición considerando el capital político que el gobierno ha gastado en sus propios planes de fusión.
Los accionistas de Suez tienen razones para regocijarse. El valor ha subido un 6% desde que empezaron los rumores sobre las intenciones de Pinault, tras una subida de un 50% en 2006. Pero una operación parece difícil. El regulador debería dar a Pinault una oportunidad de hacer una oferta adecuada, pero sin dejar que se eternice. Es el momento de ponerle una fecha límite.
negocios.com
Pinault está probando los límites de la nueva regulación francesa sobre la transparencia del mercado que permiten a la AMF obligar a un presunto comprador que explique con claridad sus intenciones, o renuncie a presentar una oferta. Esta norma de “compra o vete”, inspirada por las regulaciones sobre adquisiciones de Gran Bretaña, sólo lleva en vigor unas semanas. El AMF debería utilizarla ahora.
Pinault se muestra evasivo porque necesita encontrar una forma de lanzar una oferta de 70.000 millones de euros con sólo 1.000 millones en capital. Toda una hazaña, aunque no esté interesado en todo Suez. Supuestamente sólo quiere los activos de agua de la compañía, por los que estaba dispuesto a pagar 18.000 millones en una operación altamente apalancada cuando descartó su plan con Enel el verano pasado. Por eso, Pinault necesita encontrar un comprador para los activos de energía.
Pinault acudió a su buen amigo, el presidente Jacques Chirac para sugerir que el 80% de GdF de propiedad estatal comprara los activos de energía, se dice que por más de 50.000 millones de euros. Así, el gobierno tendría su “gran campeón nacional” de energía sin privatizar GdF, mientras Suez se nacionalizaría de hecho y estaría inmunizada contra una adquisición. La guinda sería que el dinero de los contribuyentes podría haber ayudado a Pinault a embolsarse un sustancioso beneficio. Esta sugerencia fue rechazada cuando GdF negó saber de ella, y el gobierno volvió a afirmar que estaba interesado en lograr la fusión Suez-GdF.
Si no sale un comprador para los activos de energía, Pinault no tiene capacidad para montar una oferta. Esto no significa que sea imposible la operación. Pinault podría volverse hacia compradores como RWE, o Veolia que hace años tuvo que abandonar un plan para diversificar en energía fusionándose con EDF porque el gobierno lo vetó. Pero cualquier plan B se enfrentaría a una fuerte oposición considerando el capital político que el gobierno ha gastado en sus propios planes de fusión.
Los accionistas de Suez tienen razones para regocijarse. El valor ha subido un 6% desde que empezaron los rumores sobre las intenciones de Pinault, tras una subida de un 50% en 2006. Pero una operación parece difícil. El regulador debería dar a Pinault una oportunidad de hacer una oferta adecuada, pero sin dejar que se eternice. Es el momento de ponerle una fecha límite.
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