de Javier Blas (Expansion)
"Virtus unita fortior [La unión da la fuerza]", proclama el lema nacional de Angola. Una apropiada divisa para el nuevo socio -desde el 1 de enero- de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que con su llegada crece a doce miembros. La adhesión -la primera del cártel en 32 años- refleja, según Luanda, "el creciente papel del país en el mercado petrolero a nivel mundial". Para la OPEP, su entrada le asegura un mayor control sobre el crecimiento mundial de la producción de crudo.
El ingreso ha chocado con una fuerte oposición exterior, ya que perjudica a los dos principales clientes de la OPEP: EEUU, cuyas petroleras exploran en Angola, y compra el 40% de la producción de crudo del país, y China, que recientemente ha invertido en exploración allí y compra un 35% del bombeo angoleño.
Según las previsiones internas del cártel, Angola será el país del mundo en el que más aumentará la extracción de petróleo hasta 2010, por delante de Rusia, Brasil, Azerbaiyán, Canadá, Sudán, Kazajstán.
"Cuando uno piensa en la producción futura de crudo fuera de la OPEP el primer nombre que surge es Angola", dice David Fyfe, experto de la Agencia Internacional de la Energía.
No siempre fue así. Aunque el comercio de crudo está documentado en fechas tan lejanas como 1767, cuando la por entonces colonia portuguesa envío 49 barriles de crudo a Lisboa, no fue hasta 1980 cuando la industria comenzó a despegar.
El verdadero auge, no obstante, arrancó en 2001, con la entrada en producción del yacimiento Girasol -operado por la francesa Total-, el primero de los situados en las aguas profundas -entre 500 y 2.000 metros de profundidad- que rodean al país.
Desde entonces, Angola se ha convertido en sinónimo de crecimiento de la producción mundial de petróleo. En los últimos días, ese liderazgo se ha reconfirmado, con la entrada en funcionamiento del gigantesco yacimiento Dalia -también operado por Total- con 240.000 barriles diarios (b/d).
La producción angoleña se ha cuadriplicado en las dos últimas décadas, hasta alcanzar en 2006 los 1,45 millones de barriles diarios (mb/d). Este año, la Agencia Internacional de la Energía estima el bombeo subirá otro 15%, hasta 1,7 mb/d, y llegará a los 2,5 mb/d en 2011.
De cumplirse esos pronósticos, Angola alcanzará a principios de la próxima década una producción similar a la que actualmente posee Kuwait. Para 2012, no obstante, los mayores descubrimientos estarán en producción, lo que limitará el crecimiento futuro.
La clave del crecimiento está, según los analistas, en tres factores: la mejora de la tecnología, que desde finales de los ochenta permite buscar crudo en aguas profundas; el fin, en 2002, de la guerra civil que desangró al país durante 27 años, y el férreo control del presidente José Eduardo Dos Santos -el mismo un ingeniero petrolero formado en la antigua Unión Soviética en los sesenta-.
Aunque la inestabilidad política continúa en Angola -las primeras elecciones democráticas han sido retrasadas varias veces, aunque ahora Luanda dice que se celebrarán en 2007-, la situación es mejor que en Nigeria, cuya región petrolífera del delta del Níger vive un clima de preguerra civil.
Durante la guerra civil angoleña el petróleo jugó un papel clave y la producción en tierra firme en el enclave de Cabinda se detuvo por completo en numerosas ocasiones. Pero la extracción está centrada ahora en aguas profundas, con las plataformas ubicadas "más allá del horizonte", en ocasiones a 150 kilómetros mar adentro, lejos de cualquier problema en tierra.
Pese a que el grueso del producción proviene ahora de plataformas en aguas profundas, el coste por barril se ha mantenido bajo. Los expertos estiman que bombear un barril cuesta en Angola alrededor de 3,4 dólares, frente a media mundial de 5,1 dólares. En general, el crudo angoleño es de tipo medio, pero con un reducidísimo contenido en azufre, lo que lo hacen codiciado para el refino de gasolina y gasóleo.
Con esas buenas perspectivas de desarrollo, la industria sufrió una conmoción cuando, en junio, Angola comenzó a coquetear con la OPEP y, en noviembre, confirmó su petición de ingreso, ya que hace temer una ralentización del crecimiento.
"La entrada de Angola en la OPEP podría añadir incertidumbre a las perspectivas de crecimiento de la producción de las compañías petroleras internacionales", dice Lucas Herrmann, de Deutsche Bank en Londres. Pero matiza: "Esa incertidumbre queda más que compensada por el impacto positivo que una OPEP ampliada tendrá sobre los precios [y, por tanto, sobre los resultados de las petroleras]".
ExxonMobil es el mayor productor en el país, con 210.000 b/d, seguido por Total, con 190.000 b/d, y Chevron, con 175.000 b/d. Repsol YPF, que no produce petróleo en Angola, posee el 25% del bloque -Cabinda central-, en el que el socio líder es Devon Energy, con un 30%. El consorcio, por ahora, no ha perforado ningún pozo.
La incógnita es si la pertenencia a la OPEP obligará a Angola a reducir su producción. Por ahora, el país no tiene una cuota de bombeo ni participará en el recorte que el cártel pactó recientemente y que entrará en vigor el 1 de febrero.
En la OPEP se sugiere que Angola podría quedar, por un tiempo, en el mismo limbo en el que está Irak, que no participa en los recortes de producción desde 1990.
"Será muy difícil influir en la política de producción angoleña entre 2007 y 2009", admite un funcionario del cártel. "Los proyectos de producción para esos años están en marcha y no se pueden detener; pero quizá las cosas cambien a partir de 2010".
La propia Angola, según fuentes de la industria, podría estar interesada en frenar algo el crecimiento de su industria, incapaz de absorber el flujo de petrodólares.
"Con más producción de petróleo entrando en producción, las perspectivas son prometedoras para un continuado crecimiento económico [...] en lo que resta de década", afirma el Fondo Monetario Internacional en su último informe sobre el país.
"Al mismo tiempo, dada la limitada capacidad de absorción [de los petrodólares] se debe realizar un detallado examen del crecimiento del gasto, para evitar adversas consecuencias macroeconómicas", añade el organismo, que anticipa un crecimiento de la economía por encima del 10% cada año entre 2007 y 2010.
Tradicionalmente, un fuerte aumento de los ingresos derivados de la venta de una materia prima puede provocar una apreciación del tipo de cambio, lo que daña la industria local. Este fenómeno se conoce como "enfermedad holandesa", debido a que ese país lo sufrió en los setenta por el descubrimiento de gas en el mar del Norte.
Para Luanda la pregunta es por qué unirse a un club al que su pertenencia obliga a sacrificios -cuotas de producción- cuando se puede disfrutar de sus ventajas -precios altos- sin coste alguno -tal y como sucedía hasta ahora-.
Según la Agencia Internacional de la Energía, "la atracción de unirse a la OPEP parece ser mayoritariamente política". "Para muchos de estos países, pertenecer a una organización internacional es una cuestión de prestigio", dice un ejecutivo de la industria petrolera europea.
El ministro de Petróleo angoleño, Desiderio da Graça Veríssimo da Costa, describió la entrada de su país en la OPEP como un "paso histórico".
Quizá no sean los últimos en sumarse al cártel por razones similares. Ecuador, que fue miembro de la OPEP hasta principios de los noventa, también podría pedir su entrada. Sudán también la está estudiando. En ambos casos, fuentes del cártel indicaron que ambos países están todavía lejos de pedir su admisión.
La OPEP, fundada en 1960, llegó a contar con 13 miembros en los ochenta, pero las deserciones de Ecuador y Gabón -a fianles de 1992 y 1994, respectivamente- redujo su integrantes a 11 países en los noventa. Estos son Arabia Saudí, Irán, Irak, Venezuela, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Libia, Argelia, Nigeria e Indonesia.
El ingreso ha chocado con una fuerte oposición exterior, ya que perjudica a los dos principales clientes de la OPEP: EEUU, cuyas petroleras exploran en Angola, y compra el 40% de la producción de crudo del país, y China, que recientemente ha invertido en exploración allí y compra un 35% del bombeo angoleño.
Según las previsiones internas del cártel, Angola será el país del mundo en el que más aumentará la extracción de petróleo hasta 2010, por delante de Rusia, Brasil, Azerbaiyán, Canadá, Sudán, Kazajstán.
"Cuando uno piensa en la producción futura de crudo fuera de la OPEP el primer nombre que surge es Angola", dice David Fyfe, experto de la Agencia Internacional de la Energía.
No siempre fue así. Aunque el comercio de crudo está documentado en fechas tan lejanas como 1767, cuando la por entonces colonia portuguesa envío 49 barriles de crudo a Lisboa, no fue hasta 1980 cuando la industria comenzó a despegar.
El verdadero auge, no obstante, arrancó en 2001, con la entrada en producción del yacimiento Girasol -operado por la francesa Total-, el primero de los situados en las aguas profundas -entre 500 y 2.000 metros de profundidad- que rodean al país.
Desde entonces, Angola se ha convertido en sinónimo de crecimiento de la producción mundial de petróleo. En los últimos días, ese liderazgo se ha reconfirmado, con la entrada en funcionamiento del gigantesco yacimiento Dalia -también operado por Total- con 240.000 barriles diarios (b/d).
La producción angoleña se ha cuadriplicado en las dos últimas décadas, hasta alcanzar en 2006 los 1,45 millones de barriles diarios (mb/d). Este año, la Agencia Internacional de la Energía estima el bombeo subirá otro 15%, hasta 1,7 mb/d, y llegará a los 2,5 mb/d en 2011.
De cumplirse esos pronósticos, Angola alcanzará a principios de la próxima década una producción similar a la que actualmente posee Kuwait. Para 2012, no obstante, los mayores descubrimientos estarán en producción, lo que limitará el crecimiento futuro.
La clave del crecimiento está, según los analistas, en tres factores: la mejora de la tecnología, que desde finales de los ochenta permite buscar crudo en aguas profundas; el fin, en 2002, de la guerra civil que desangró al país durante 27 años, y el férreo control del presidente José Eduardo Dos Santos -el mismo un ingeniero petrolero formado en la antigua Unión Soviética en los sesenta-.
Aunque la inestabilidad política continúa en Angola -las primeras elecciones democráticas han sido retrasadas varias veces, aunque ahora Luanda dice que se celebrarán en 2007-, la situación es mejor que en Nigeria, cuya región petrolífera del delta del Níger vive un clima de preguerra civil.
Durante la guerra civil angoleña el petróleo jugó un papel clave y la producción en tierra firme en el enclave de Cabinda se detuvo por completo en numerosas ocasiones. Pero la extracción está centrada ahora en aguas profundas, con las plataformas ubicadas "más allá del horizonte", en ocasiones a 150 kilómetros mar adentro, lejos de cualquier problema en tierra.
Pese a que el grueso del producción proviene ahora de plataformas en aguas profundas, el coste por barril se ha mantenido bajo. Los expertos estiman que bombear un barril cuesta en Angola alrededor de 3,4 dólares, frente a media mundial de 5,1 dólares. En general, el crudo angoleño es de tipo medio, pero con un reducidísimo contenido en azufre, lo que lo hacen codiciado para el refino de gasolina y gasóleo.
Con esas buenas perspectivas de desarrollo, la industria sufrió una conmoción cuando, en junio, Angola comenzó a coquetear con la OPEP y, en noviembre, confirmó su petición de ingreso, ya que hace temer una ralentización del crecimiento.
"La entrada de Angola en la OPEP podría añadir incertidumbre a las perspectivas de crecimiento de la producción de las compañías petroleras internacionales", dice Lucas Herrmann, de Deutsche Bank en Londres. Pero matiza: "Esa incertidumbre queda más que compensada por el impacto positivo que una OPEP ampliada tendrá sobre los precios [y, por tanto, sobre los resultados de las petroleras]".
ExxonMobil es el mayor productor en el país, con 210.000 b/d, seguido por Total, con 190.000 b/d, y Chevron, con 175.000 b/d. Repsol YPF, que no produce petróleo en Angola, posee el 25% del bloque -Cabinda central-, en el que el socio líder es Devon Energy, con un 30%. El consorcio, por ahora, no ha perforado ningún pozo.
La incógnita es si la pertenencia a la OPEP obligará a Angola a reducir su producción. Por ahora, el país no tiene una cuota de bombeo ni participará en el recorte que el cártel pactó recientemente y que entrará en vigor el 1 de febrero.
En la OPEP se sugiere que Angola podría quedar, por un tiempo, en el mismo limbo en el que está Irak, que no participa en los recortes de producción desde 1990.
"Será muy difícil influir en la política de producción angoleña entre 2007 y 2009", admite un funcionario del cártel. "Los proyectos de producción para esos años están en marcha y no se pueden detener; pero quizá las cosas cambien a partir de 2010".
La propia Angola, según fuentes de la industria, podría estar interesada en frenar algo el crecimiento de su industria, incapaz de absorber el flujo de petrodólares.
"Con más producción de petróleo entrando en producción, las perspectivas son prometedoras para un continuado crecimiento económico [...] en lo que resta de década", afirma el Fondo Monetario Internacional en su último informe sobre el país.
"Al mismo tiempo, dada la limitada capacidad de absorción [de los petrodólares] se debe realizar un detallado examen del crecimiento del gasto, para evitar adversas consecuencias macroeconómicas", añade el organismo, que anticipa un crecimiento de la economía por encima del 10% cada año entre 2007 y 2010.
Tradicionalmente, un fuerte aumento de los ingresos derivados de la venta de una materia prima puede provocar una apreciación del tipo de cambio, lo que daña la industria local. Este fenómeno se conoce como "enfermedad holandesa", debido a que ese país lo sufrió en los setenta por el descubrimiento de gas en el mar del Norte.
Para Luanda la pregunta es por qué unirse a un club al que su pertenencia obliga a sacrificios -cuotas de producción- cuando se puede disfrutar de sus ventajas -precios altos- sin coste alguno -tal y como sucedía hasta ahora-.
Según la Agencia Internacional de la Energía, "la atracción de unirse a la OPEP parece ser mayoritariamente política". "Para muchos de estos países, pertenecer a una organización internacional es una cuestión de prestigio", dice un ejecutivo de la industria petrolera europea.
El ministro de Petróleo angoleño, Desiderio da Graça Veríssimo da Costa, describió la entrada de su país en la OPEP como un "paso histórico".
Quizá no sean los últimos en sumarse al cártel por razones similares. Ecuador, que fue miembro de la OPEP hasta principios de los noventa, también podría pedir su entrada. Sudán también la está estudiando. En ambos casos, fuentes del cártel indicaron que ambos países están todavía lejos de pedir su admisión.
La OPEP, fundada en 1960, llegó a contar con 13 miembros en los ochenta, pero las deserciones de Ecuador y Gabón -a fianles de 1992 y 1994, respectivamente- redujo su integrantes a 11 países en los noventa. Estos son Arabia Saudí, Irán, Irak, Venezuela, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Libia, Argelia, Nigeria e Indonesia.
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