¿Nacionalizar el petróleo en Venezuela?

Al estar recorriendo una sucursal en el centro de Venezuela, un ejecutivo de la empresa paraestatal del petróleo empezó a mostrar su agitación.

¿Por qué? Porque no había suficientes retratos del presidente Hugo Chávez colgados dentro del edificio.

“Quiero una fotografía grande y bonita del Presidente en la entrada principal”, gruñó a un oficial de prensa. “Y es una orden”.

Desde los corredores de la empresa paraestatal del petróleo hasta los consejos directivos de empresas petroleras de Estados Unidos, Chávez está poniendo su sello con firmeza sobre la industria del petróleo en Venezuela, el quinto proveedor más grande de crudo para Estados Unidos. Además, todo parece indicar que muchos de los 45 mil petroleros lo siguen animando.

El presidente venezolano, tendiente a la izquierda, ha elevado marcadamente los impuestos sobre empresas petroleras del extranjero y volvió a redactar de improviso contratos, dándole a su gobierno propiedad mayoritaria y control sobre docenas de yacimientos petrolíferos desarrollados por empresas de la iniciativa privada.

Hasta ahora, las principales empresas petroleras del exterior que operan aquí han aceptado las nuevas condiciones, ya que aún pueden tener ganancias, afirman analistas. Venezuela no solamente yace sobre las mayores reservas en el hemisferio, sino que en una época de históricos precios del crudo, las naciones productoras a lo largo del mundo están exigiendo una mayor tajada de los ingresos derivados de la energía.

La diferencia en Venezuela, notan los analistas, es el estilo agresivo del presidente Chávez.

El ex paracaidista ha chocado con el equipo del presidente Bush con respecto al comercio y otros temas de importancia, aunado a lanzar acusaciones de conducta criminal hacia empresas extranjeras del petróleo que operan aquí. En vez de negociar, su gobierno sencillamente ha decretado nuevas normas y les ha dicho a las multinacionales que lo tomen o lo dejen.

“No es lo que se está haciendo; es cómo lo está haciendo el gobierno”, notó Alberto Qiros Corradi, uno de los ex presidente de Shell Venezuela.

“Cuando los precios suben, es lógico que los gobiernos negocien mejores tratos”, dijo José Toro, uno de los ex integrantes del consejo directivo de la paraestatal Petróleos de Venezuela, quien se marchó cuando Chávez asumió la presidencia, en 1999. “Sin embargo, no es posible estar amenazando de manera constante a tus principales socios”.

Para los grandes intereses petroleros, el atractivo principal de Venezuela se puede encontrar aquí, en la Cuenca del Río Orinoco, donde cientos de torres de perforación extraen una sustancia grasosa que se parece más al desperdicio industrial que a un combustible fósil.

Hasta hace poco, el costo de extracción y refinación de este tipo de petróleo pesado era excesivo. Sin embargo, nueva tecnología y precios superiores a 70 dólares por barril vuelven lucrativo al petróleo pesado, al tiempo que el cinturón del Orinoco actualmente es considerado el futuro de la industria de Venezuela.

Las reservas probadas que el país tiene en petróleo convencional rondan aproximadamente los 77 millones de barriles. Sin embargo, depósitos de petróleo pesado y betumen —sustancia que se parece al alquitrán y que se emplea en la producción de combustible para calentadores— podrían contener hasta 270 millones de barriles, con base en datos de la Administración de Información de Energía del gobierno estadounidense.

“Estos pozos suministrarán petróleo durante los próximos 350 años”, aseguró John Flores, técnico de la paraestatal del petróleo, mientras inspeccionaba una de las torres de perforación, la cual fue pintada de amarillo, azul y rojo hace poco: los colores de la bandera venezolana.

Las empresas co-menzaron a invertir en el cinturón del Orinoco en los años 90, cuando los precios del crudo tocaron fondo. Impacientes por incrementar la producción, Venezuela ofreció generosas condiciones como en el caso del uno por ciento de las regalías.

ConocoPhillips, Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, empresas con sede en Houston, así como otras importantes firmas de Noruega, Italia y Francia, invirtieron un total de 17 mil millones de dólares en cuatro importantes proyectos en la cuenca del Orinoco, los cuales producen 600 mil barriles al día. Ahora, venezuela quiere más.

La semana pasada, Chávez anunció que su gobierno incrementará impuestos de 34 a 50 por ciento sobre el petróleo de la cuenca del Orinoco y que las regalías se duplicarán, quedando en 33 por ciento. El jueves de la semana pasada, el Congreso venezolano, dominado por aliados de Chávez, remendó que el Estado convierta los cuatro proyectos del Orinoco en empresas conjuntas con la paraestatal del petróleo, conocida por su acrónimo, PDVSA, asumiendo control y administración mayoritarios.

El mes pasado, Venezuela adoptó cambios similares sobre 32 yacimientos petrolíferos de menores dimensiones. Con el tiempo, todas las operaciones petrolíferas del país serán puestas bajo el control mayoritario del gobierno, declaró el ministro del Petróleo, Rafael Ramírez, la semana pasada.

“Las empresas están ganando mucho dinero al llevarse petróleo de Venezuela”, dijo Chávez en su programa semanal por radio. “A lo largo del año próximo, los ingresos adicionales (para el gobierno) ascenderá, al parecer, a más de mil millones de dólares”.

Muchos expertos afirman que empresas petroleras están dispuestas a pagar más por acceso a Venezuela, ya que la mayoría del petróleo mundial está fuera del alcance.

Con base en la PFC Energy, empresa consultora en Wa-shington, las petroleras estadounidenses tienen acceso pleno a países que cuentan con apenas 6 por ciento de las reservas mundiales y acceso parcial a naciones con otro 11 por ciento de las reservas. El resto sigue cerrado a las empresas, por parte de gobiernos individuales.

“Toda esta industria se trata de acumular reservas. Y el Orinoco tiene reservas increíbles, así que resulta difícil huir”, dijo un experto estadounidense del petróleo, el cual solicitó que, aparte de eso, no lo identificaran.

James Mulva, el director ejecutivo de Conoco-Phillips, dijo que la empresa estaba estudiando la nueva estructura fiscal y que se reuniría pronto con Ramírez, el ministro del Petróleo, en Caracas. La Statoil de Noruega dijo que aceptaría las nuevas condiciones, al tiempo que ExxonMobil divulgó una declaración en que afirmó que la empresa “sigue teniendo una perspectiva en el largo plazo de sus actividades en Venezuela”.

De cualquier forma, algunos detractores afirman que el gobierno de Chávez pudiera estar exagerando su influencia y desalentando a la inversión de la iniciativa privada.

Chávez denunció en fecha reciente a las multinacionales por considerarlas criminales, cuando su dependencia fiscal trató de cobrar honorarios que se remontan al 2002. Ramírez les ha dicho a empresas extranjeras que esperen lo inesperado, en tanto que Chávez ha amenazado con prenderles fuego a los campos petroleros si las fuerzas armadas de Estados Unidos invadieran su país algún día.

“El gobierno sencillamente debería mantener la boca cerrada”, dijo Mazhar al-Shereidah, iraquí que enseña economía petrolera en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. “¿Puede usted imaginar al ministro del petróleo de árabe hablando tanto con la prensa?” si bien la ChevronTexaco firmó una carta de intención para invertir 6 mil millones de dólares en un nuevo proyecto de petróleo pesado en la cuenca del Orinoco, Venezuela ahora ha mostrado escaso interés en el proyecto. Desde que Chávez asumió la presidencia, ningún trato petrolero ha avanzado.

Además, abundan los interrogantes en torno a PDVSA, misma que solía ser vista como una de las principales empresas paraestatales del petróleo en todo el mundo.

Luego de acusar a PDVSA de haber desatendido la dura situación de los pobres, quienes conforman su base de apoyo, Chávez ha evitado al Banco Central y ha gastado directamente miles de millones de petrodólares en clínicas de salud y alimento subsidiado. Debido a eso en buena parte, Chávez es favorecido ampliamente para ganar otro mandato de seis años en las elecciones a efectuarse en diciembre.

La mayoría de los trabajadores de PDVSA al parecer aman al ex soldado y afirman que los venezolanos comunes ahora consideran que la paraestatal es un aliado.

“Nosotros hemos tenido petróleo durante más de 100 años, y este era uno de los países más pobres”, dijo Alfredo Salazar, uno de los supervisores de mecánica en las operaciones portuarias de PDVSA en Puerto La Cruz. “El nuevo PDVSA dedica más a los necesitados”.

Brusco empleado desde hace 30 años, Salazar es uno de los pocos veteranos restantes en PDVSA. Durante el paro nacional de nueve semanas de duración, con el que se trató de obligar a Chávez a que presentara su renuncia en 2003, el Mandatario venezolano despidió a 19 mil petroleros por unirse al paro laboral. La huelga fracasó, principalmente debido a que un puñado de supervisores de PDVSA permaneció en sus puestos, incluido Salazar.

Entonces, Chávez llenó a la paraestatal de personas leales.

“Nosotros somos los nuevos héroes venezolanos”, aseguró Armando López, quien ayuda en la administración de una plataforma frente a las costas que carga buques petroleros en el puerto venezolano de San José.

Actualmente, algunos trabajadores de PDVSA usan pulseras similares a las de Lance Armstrong con la frase “Revolución Bolivariana”, referencia al movimiento de Chávez que recibió su nombre en honor a Simón Bolívar, el liberador sudamericano del siglo 19.

Incluso los oleoductos tienen pintas a favor de Chávez.

Sin embargo, el fervor político a veces da la impresión de superar a la experiencia y los conocimientos técnicos, a decir de Víctor Poleo, analista del petróleo en Caracas.

Trabajadores de Petróleos de Venezuela solían promediar 15 años en sus empleos, pero desde la huelga general, ese número ha descendido a más o menos cuatro años. Un reciente artículo publicado en El Nacional, diario de Caracas, afirmaba que nueve trabajadores de PDVSA habían perdido la vida en incendios y explosiones en refinerías en los últimos seis meses, lo cual era un número sin precedentes, notó Poleo.

“Este país vive del petróleo, pero sus mejores elementos humanos ya no están”, dijo Poleo.

Eso podría equivaler a problemas para las nuevas empresas conjuntas debido a que PDVSA, en vez de empresas de la iniciativa privada, administraría las operaciones. La empresa planea incrementar la producción a 5.8 millones de barriles diarios para el 2012. Sin embargo, desde los días previos a la huelga del 2002, la producción diaria ha descendido de 3.3 millones a 2.6 millones de barriles.

Si bien algunos ejecutivos extranjeros de la industria del petróleo sienten inquietud con respecto a que Chávez pudiera, algún día, confiscar los activos de sus empresas, Poleo dice que la falta de experiencia e inversión constituyen el mejor argumento en contra de la nacionalización de la industria petrolera.

“Ellos no pueden nacionalizarla”, dijo Poleo con respecto al go-bierno de Chávez, “porque no tienen el dinero o el conocimiento”.

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