Después de la expropiación petrolera en nuestro país, las amenazas por parte de las empresas afectadas, apoyadas por sus gobiernos, eran desde invasión militar a México, hasta boicots y castigos económicos y políticos. Afortunadamente el entonces presidente de los Estados Unidos de América, Wilson, no autorizó la invasión y el sometimiento de México.
El petróleo en nuestro país ha transitado varias etapas, en todas ellas la característica fundamental ha sido la intención de los gobiernos norteamericanos de controlar al petróleo mexicano.
Hoy la paraestatal mexicana está básicamente en quiebra técnica. Los altos funcionarios la han saqueado, los líderes sindicales se han enriquecido junto con su camarilla, los políticos le han utilizado para sacar capital electoral a su favor y por su eso fuera poco la Federación le decomisa sus ingresos de casi 70%, ¿Que empresa puede existir con números positivos en estas condiciones?
El ex Presidente Salinas dividió Pemex para facilitar su venta a empresarios vinculados a él. Royal Ducht Shell, Cocono-Phillips, Chevron-Texaco, Exxon Mobil, Valero Energy y la Marathon Oil, son sólo algunas empresas transnacionales que han externado su intención de comprar Pemex, una vez iniciado su proceso de venta. Contra estas empresas poderosas compite nuestra empresa estatal mexicana. A pesar de las condiciones adversas en las que compite se encuentra en algunos rubros mejor que muchas de estas.
Los candidatos a la Presidencia de la República, que fueron al debate, coincidieron en que Pemex necesita una gran reforma que le proporcione mecanismos de inversión en tecnología, hoy día, alejada de la posibilidad de compra de la paraestatal mexicana. Todos coincidieron que Pemex siga estando en el control del Estado, por logística electoral es básicamente imposible decir lo contrario. Ya una vez pasada la elección, algunos cambiarán de parecer. Lo que nos interesa es que piensa hacer de Pemex el próximo Presidente de México.
Si nuestros pozos petroleros, como Cantarell y la Cuenca de Burgos, se nos secan, y no encontramos nuevas fuentes de explotación cada vez más dependeremos del poderoso vecino del norte.
En estos tiempos electorales parece ser imposible la dialéctica en torno a la política petrolera que necesitamos implementar para los próximos 10 años. Es como un mal de la política interna mexicana, cuando se avecinan tiempos electorales todo es tachado de electorero. Necesitamos un Presidente con visión de Estado, sin demagogia. Pero también necesitamos que el nuevo Jefe del Ejecutivo no tenga sólo una visión mercantilista de las cosas sino un sentido profundamente social.
Algún analista ha sostenido que la visión de los gobernantes norteamericanos ha variado en relación a sus homólogos mexicanos:
“México es un país extraordinario, fácil de dominar por que basta con controlar un sólo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner a la presidencia a un ciudadano norteamericano ya que esto llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita más tiempo: debemos abrir a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto de liderazgo de Estados Unidos. Con el tiempo esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes, finalmente se adueñarán de la presidencia; entonces sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros.”
El nuevo Presidente de México, sea quien fuera, deberá preservar a Pemex como empresa 100 % mexicana y, quitar de la conciencia colectiva, que la empresa y el sector pueden ser privatizados en cualquier momento.
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