Repsol YPF y Deloitte
Después de un concurso en el que han pujado las principales firmas del sector, la petrolera ha reelegido a Deloitte como auditora de las cuentas de la empresa correspondientes a 2006 por decimosexto año consecutivo. Las tendencias internacionales de gobierno corporativo recomiendan la rotación del auditor cada pocos años, pero si Deloitte volvió a dar muestras de su acreditada solvencia y presentó la mejor oferta, tal y como aduce Repsol YPF, nada justificaría un cambio artificioso de empresa auditora, una medida puramente cosmética de cara a la galería. Es cierto que una relación demasiado prolongada en el tiempo entre una empresa y su auditor puede desembocar en un exceso de familiaridad que acabe perjudicando la fiabilidad del informe de auditoría. Pero también es una realidad que las pocas experiencias de rotación obligatoria (Italia y Brasil) no sólo no han servido como garantía adicional, sino que han demostrado su absoluta inutilidad para prevenir escándalos (como sucedió en el caso Parmalat en Italia) o para evitar el traspaso de socios entre firmas para seguir con el mismo cliente. La competencia entre las mayores auditoras por hacerse con los grandes clientes ha aumentado sustancialmente en los últimos años en España. El año pasado, Telefónica decidió dejar a su auditor de toda la vida, Deloitte, y lo sustituyó por Ernst & Young. Las grandes compañías apuestan por la transparencia y quiere mejorar la eficiencia a toda costa, rebajando los costes de auditoría en la medida de lo posible. La transparencia siempre es un mensaje positivo hacia los mercados que debería extenderse a todas las empresas y hasta la última auditora, por pequeña que sea.
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