El Gobierno, ocupado con los nacionalistas, ignora que un 15% del PIB se juega al otro lado del Atlántico.
Los males siempre comienzan en alguna parte pero nunca se sabe dónde acaban. Antonio Brufau, nuevo en Repsol, acaba de descubrirlo en sus propias carnes. El Gobierno, muy ocupado con satisfacer demandas nacionalistas minoritarias en casa, parece que ha ignorado que al menos un 15% del PIB español se juega al otro lado del Atlántico.
Este lunes, mientras España sesteaba con el Primero de Mayo y dos millones de inmigrantes norteamericanos sustituían a los ya inexistentes trabajadores clásicos en las calles de Norteamérica, Bolivia daba la campanada con la nacionalización de los hidrocarburos. En paralelo, el debate sobre la posición de Estados Unidos en Latinoamérica quedaba abierto y comenzaba a desarrollarse con la intensidad que el asunto requiere.
Estados Unidos (mejor fuera decir la Administración de George Bush) está perdiendo América Latina; es la conclusión más generalizada. Washington, en efecto, está perdiendo algunos países del Sur, pero hablar de perder puede inducir a error ya que cambia el origen y la dimensión del problema. Quizá sería más correcto matizar que no puede ocurrir otra cosa cuando el gendarme mundial ha abandonado la zona desde hace ya mucho tiempo, salvo México y la cercana Centroamérica.
Los grupos intelectuales que apoyan la nueva geopolítica de George Bush, que los hay, siempre han despreciado el sur latinoamericano, sin duda porque estaban ocupados en áreas estratégicas más críticas a corto y medio plazo para sus intereses o quizá porque, con José María Aznar en La Moncloa, dejaba que la "ejemplar reconquista española" cumpliera la ingrata labor de reconstruir con dinero del contribuyente y/o con tarifas españolas un continente condenado a revivir crisis tan cíclicas como previsibles.
Pero la nueva conquista de Hispanoamérica, cuyos inicios se remontan a la etapa de Felipe González en Moncloa y que fuera continuada por el Gobierno del PP y ahora por el de Zapatero, siempre ha pecado de ciega, ingenua e incluso bienintencionada, pese a los apoyos teóricos e intelectuales que le han prestado los supuestos expertos en la región, refugiados en los siempre bien engrasados estudios del Instituto Elcano, los de los chicos de Darío Valcárcel o los más conocidos de los amigos de Carlos Solchaga y del propio González. Pero muy pocos de ellos han sabido advertir a tiempo a sus patrocinadores de los riesgos a fecha fija de una política confiada y paternalista, en algunos casos, o de maximización de beneficios, en otros, y que es ahora objeto de un ataque populista furibundo utilizado y teledirigido convenientemente por políticos inexpertos, mediocres y, en algunos casos, hasta corruptos.
Nada más saltar del liderazgo de un movimiento sindicalista de origen minero a la presidencia de Bolivia, Evo Morales, jersey multicolor en ristre, visitó España y a su presidente de Gobierno, Rodríguez Zapatero. Cuentan fuentes diplomáticas que el ex minero boliviano -por cierto, pocas minas existen ya en explotación en aquel país-, quedó sorprendido por la actitud paternalista del mandatario español. "No es de los míos y qué poco parece entender mi país", dicen que dijo.
El caso es que Morales, que ya explicó entonces lo que pensaba hacer, ha cumplido todo lo que advirtió en Madrid; eso sí, una vez que se había asegurado el pasado fin de semana en Caracas y La Habana la cobertura económica e ideológica que precisa. Resulta ahora tan patética la sorpresa del Ministerio de Asuntos Exteriores español ante el desafío anunciado por los nuevos boliviarianos como ingenua la oferta de diálogo lanzada al Gobierno de La Paz.
En cuanto a Repsol, cuyo ex presidente Alfonso Cortina prefirió esconder la cabeza antes de reconocer los riesgos a plazo en los que incurría durante un largo mandato de ocho años (como ha demostrado el caso de la manipulación de sus reservas), cabe confiar en que Evo Morales sea más listo de lo que parece. Que todo sea un guiño a un pueblo hambriento de autoestima o a unos colegas en Cuba y Venezuela ya ciertamente caducos para los tiempos que corren.
Y que, en realidad, sólo se trate de hacer lo que otros países productores de hidrocarburos realizaron en total silencio: nacionalizar, más bien reestablecer la titularidad estatal, de unos recursos naturales cuya propiedad nadie les ha discutido. Sea como fuere, tampoco se le va la vida a Repsol en ello, al menos en Bolivia, de dónde sólo procede el 2,8% de sus beneficios. Lo malo es que cunda el ejemplo un poco más al sur.
1 comment:
Declaraciones del Sr. Rodriguez Ibarra sobre don Evo Morales
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