Cuando Ruiz-Mateos, antes de la incautación sumarísima de Rumasa por el Gobierno de Felipe González, quiso comprar Sidra El Gaitero, ofreció pagar con acciones de una filial del «holding», denominadas Rumasinas. El médico don José Cardín, a la sazón administrador principal de El Gaitero, le replicó: «Le compro a usted Rumasa y le pago con gaiterinos». Lo recuerdo ahora que la germana E.On pretende comprar a la española Endesa, dando sopas, y opas, con honda a Gas Natural. En el lenguaje hortera de Gabarró aquella inseminación corre el riesgo de abortar
En efecto, la opa de Gas Natural, que entraba en el paquete del Estatut, según Maragall, era o es una operación parecida a la de las rumasinas para quedarse con el Gaitero de nuestra sidra famosa en el mundo entero. Gas Natural es una empresa que vale ocho mil millones de euros y quiere comprar, mediante una emisión de acciones «gasinas» (respaldadas en buena parte por la venta de activos de la supuesta opada para ampliar su capital) a Endesa, valorada en treinta mil millones de euros. Cuanto más pague GN por Endesa, más tendrá que reducir la dimensión de ésta para obtener financiación.
Gas Natural, mediante este sustancioso apéndice del Estatut y a precio de ganga, 21 euros aproximadamente por acción de Endesa (poco más de 7 euros en metálico y el resto en acciones), obtendría la clave del protectorado de España por Cataluña tras la bilateralidad de la normativa y representación, el control de puertos y aeropuertos, y el derecho de veto sobre legislación de las Cortes Generales. Gas Natural volvería a su antigua denominación social: Catalana de Gas y Electricidad.
Esta sería la «españolidad» que con tanto énfasis proclaman ahora los líderes nacionalistas catalanes ante la contraoferta de la eléctrica alemana: pagar en metálico 27,5 euros por acción y dejar la gestión como filial en manos de los actuales administradores. Como era de esperar, si Endesa abona su dividendo anunciado de 2,1 euros, la opante lo descuenta del precio inicial de oferta. Aunque es habitual en estos casos, como se ve, en las dos opas hay algo de prestidigitación. Endesa declara que hay que ofrecer algo más.
Hablar, por otra parte, de españolidad en boca de Carod-Rovira es un sarcasmo. Hace no mucho tiempo dijo que Cataluña era una nación. Repreguntado «¿Qué es España?», respondió sin cortarse un pelo: «No lo sé». Cataluña ha hecho del tráfico, por tradición, un símbolo. Los catalanes siempre venden, pero hay comerciantes honrados y charlatanes, como los que ofrecían el oro y el moro en los mercados apelando a los principios en que ellos mismos no creían, como, por ejemplo, la invocación a la sedicente españolidad de una compañía manejada por el impaciente deseo de conseguir la soberanía catalana. Los hechos, empero, desmienten las palabras inconsecuentes.
Que la opa de Gas Natural era mas política que financiera lo demuestra la histeria del cuatripartito catalán, la actitud reaccionaria del Gobierno y del muñidor socialista del pacto sobre el Estatut al margen del presidente legítimo de la Generalitat. A poco de ganar las elecciones, Zapatero se volvió hacia Europa influenciada por el eje francoalemán. Si hablamos de Unión Europea tampoco hay que rasgarse las vestiduras por la contraopa. Contra el criterio explícito del vicepresidente Económico, el Gobierno quiere disuadir la oferta alemana con restricciones que tienen efecto retroactivo y atentan a la seguridad jurídica. Solbes recomienda la neutralidad pero el Gobierno se deja desairado. Desde otro punto de vista, una vez más, han fallado los servicios de información del Estado en las vísperas de este golpe de mano.
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