Reiterando su intención de impulsar un mercado energético europeo, pero dejando de lado los temas más escabrosos. Ésta fue la actitud de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea que ayer se reunieron en Bruselas para intentar dar un nuevo empujón al a política energética comunitaria.
Los intereses nacionales y las políticas proteccionistas, puestos de manifiesto en la avalancha de opas que asola los mercados europeos, hacen aún más difícil el objetivo de lograr la liberalización total del gas y la electricidad en 2007.
Durante su intervención, el presiente de turno del Consejo Europeo, el canciller austriaco Wolfgang Schuessel, se mostró muy satisfecho de los resultados alcanzados, y señaló que las dos jornadas de trabajo que terminan hoy culminan con un «compromiso claro en materia energética, para que el mercado sea más transparente, competitivo y abierto».
Además destacó que en las conclusiones se incluya como objetivo la liberalización del mercado de energía y electricidad para el 2007.
Pero pese a esta visión idílica del presidente austriaco lo cierto es que cada uno de los jefes de Estado aprovechó su comparecencia para demostrar que, al menos ellos, han cumplido con las reglas de la liberalización pactada hace ya seis años y los principios de la libre competencia.
Así lo hicieron el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y el presidente francés Jaques Chirac acusados de adoptar medidas proteccionistas ante las opas lanzadas por la alemana E.ON y la italiana Enel, respectivamente.
El jefe del Gobierno español defendió la necesidad de una «política común de la Unión Europea» en materia de energía, pero que combine «principios esenciales» como la cooperación para la seguridad en el suministro, las políticas para incrementar las energías renovables, y la cooperación para que el mercado sea «eficiente», en beneficio de los consumidores. «Es evidente que en la Unión Europea tenemos un trabajo por delante extraordinariamente arduo en energía y urgente», subrayó.
Pero pese al elenco de buenos deseos y palabras prometedoras de las que hicieron gala los líderes europeos en sus comparecencias ante los medios de comunicación, la reunión de primavera no sirvió para que los Veinticinco desbloquearan asuntos tan importantes como la creación de un organismo regulador europeo fuerte en materia de energía, que sirviera a poner orden en la multiplicidad de marcos legales y situaciones nacionales actuales.
Los dirigentes europeos también quisieron pasar de puntillas sobre el siempre polémico tema de la energía nuclear. «La necesidad de combinar fuentes de energía es de competencia nacional, no es cuestión de si queremos o no centrales nucleares, sino de reforzar las reglas de seguridad comunitarias, y tratar el tema sin tabúes, pero sigue siendo una competencia nacional clara», afirmó Schuessel.
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