El Gobierno ha decidido tomar el toro por los cuernos en el asunto de la OPA lanzada por E.ON-Ruhrgas sobre Endesa. Aún a riesgo de sufrir un importante desgaste, el Ejecutivo intenta buscar un difícil equilibrio conciliando las reglas de juego del libre mercado con el interés general de los españoles. La mención al carácter estratégico del sector energético y la importancia concedida al hecho de disponer de una gran empresa de matriz española evidencian la dimensión pública que el mercado de la energía tiene para el Gabinete de Rodríguez Zapatero. ¿Qué razones pueden justificar la intención de no abandonarse total e incondicionalmente en los brazos del mercado?
En primer lugar, la disponibilidad de energía abundante y barata constituye la savia que impulsa el crecimiento de las sociedades industrializadas y, en el caso de España, la Administración debe mantener una continua y especial vigilancia ante la preocupante evolución del sector energético, inmerso en una delicada coyuntura que ya está repercutiendo negativamente sobre la competitividad de la economía.
España está cayendo de forma significativa en el ranking europeo de eficiencia energética. El consumo de energía primaria necesario para incrementar en un 1% el PIB supera en un 19% la media de los Quince países que integraban la UE antes de la ampliación del 2004, mientras que hace 15 años se situaba por debajo de la media. Además, mientras en los últimos tres lustros la UE-Quince logró mejorar la relación entre consumo energético y PIB en un 12%, en España dicha relación empeoró en un 5,1%. Por otra parte, la dependencia de nuestro país de las importaciones de energía primaria resulta cada vez más preocupante. En 1990, éstas representaban el 67% del consumo total; en el 2000, la cifra era del 81%, y en el 2005, según las previsiones de la Comisión Europea, pudo haberse alcanzado el 82,4%. Unos números que de nuevo contrastan con los porcentajes, de por sí ya poco boyantes, de la UE-Quince, que necesita importar cerca del 50% de la energía que consume, una cifra que se incrementará hasta el 70% en el año 2030.
EN SEGUNDO lugar, conviene tomar buena nota de los precedentes intervencionistas de los gobiernos de varios de nuestros vecinos de la UE, que al mismo tiempo que dilatan el proceso de liberalización de sus mercados energéticos fomentan sin disimulo la consolidación y expansión de los denominados campeones nacionales. Me refiero a los casos de EDF en Francia y de Enel en Italia, sin olvidar que la fusión de E.ON y Ruhrgas en Alemania presenta paralelismos evidentes con la operación puesta en marcha por Gas Natural tras su OPA sobre Endesa. Fuera del ámbito de la UE, también resulta significativa la reacción suscitada en Estados Unidos ante el intento de compra de la petrolera Unocal por parte de la compañía estatal china CNOOC. Un caso que finalmente acabó con la compra de Unocal por Chevron a un precio sensiblemente inferior al ofertado por la petrolera extranjera.
En tercer lugar, no puede pasarse por alto el hecho de que, al margen de su innegable lógica empresarial, la apuesta de los gobiernos por los citados campeones busca la gestación de empresas competitivas que gracias a su fuerza financiera y su poder de compra puedan ayudar a garantizar la seguridad del suministro. Una preocupación que, tras los recientes cortes del suministro de gas ruso a gran parte de Europa, ocupó un lugar destacado en el orden del día de la última reunión del G-8 en Moscú. No en vano el mundo industrializado y los países en vías de desarrollo se están adentrando en una era de creciente inseguridad en materia del suministro energético.
A este respecto, un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) destaca que algunos acontecimientos recientes experimentados en la arena geopolítica y por el mercado energético, tales como el rápido crecimiento de la demanda, la práctica desaparición de la capacidad ociosa (o de repuesto) en la extracción de petróleo y la imparable subida de los precios del petróleo (y también del gas y del carbón) han vuelto a situar la seguridad energé-
tica como un asunto prioritario en la agenda política de muchos países. La amenaza terrorista, junto a la inestabilidad política en Oriente Próximo, han puesto en guardia a los líderes políticos mundiales sobre el peligro real que supone una dependencia extrema de las importaciones de petróleo.
Al mismo tiempo, el espectacular crecimiento del comercio del gas, los apagones en América del Norte y varios países europeos, así como los incidentes en reactores nucleares nos recuerdan que las otras fuentes energéticas no deben ser descartadas de la lista de preocupaciones en materia de seguridad energética. Según la AIE, lo expuesto subraya el papel central que los gobiernos deben jugar para asegurar las inversiones necesarias y un suministro fiable, tanto a corto como a largo plazo.
LA FUSIÓN de Endesa con E.ON o con Gas Natural permitiría afrontar con más garantías el desafío energético que España tiene planteado. Si prosperara la opción de E.ON, asistiríamos a la gestación del líder mundial en el sector energético, mientras que si saliera adelante la segunda, la compañía se situaría en el tercer lugar del ranking. Sin embargo, la ventaja en la dimensión financiera del líder mundial quedaría compensada por la españolidad de la opción Gas Natural-Endesa. Además de mantener el potencial empresarial en Latinoamérica, dicha españolidad aseguraría una mayor sinergia y complicidad en las relaciones con el Ejecutivo, particularmente en los campos de las relaciones exteriores, la planificación energética, la I+D+i y la economía.
No comments:
Post a Comment