La OPA de E.ON y la 'contraopa' del señor Zapatero

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El martes 21 se vivió en La Moncloa una de esas jornadas de desorientación total que marcan el sino de una legislatura. Una empresa alemana de la que Rodríguez Zapatero no había oído hablar, tantas son las cosas de las que el joven presidente no ha tenido señal, había tenido la osadía de hacerse presente en España desafiando la política de su Gobierno, «eso ya está adjudicado», y además de golpe y porrazo, sin avisar, ofendidos por «la arrogancia» de unos germanos que se atreven a cruzar los Pirineos como Bismarck cruzaba el Rin camino de Sedán, «ni han pedido autorización, ni han hecho notificación previa», pagando seis euros y pico por encima de la cutreopa de Gas Natural, poniendo en evidencia al señor Montilla, broker oficioso de la operación, «¿qué podemos hacer, Miguel...?».

Lo que hizo Miguel Sebastián, el profesor particular para asuntos económicos que Zapatero tiene en La Moncloa, fue dedicar buena parte de la mañana del martes a explicar a su amigo los vericuetos de la Ley de OPA, desbordado el presidente, abrumado, sin la menor idea sobre legislación mercantil, sin conocer el funcionamiento de la CNMV, que esto explica algunas de las cosas que están ocurriendo en esta España aterida por la sorpresa de un Gobierno chapuza, gente de escasa formación, que desconoce el funcionamiento de los mercados, que no ha dirigido una empresa, que no habla idiomas, no está viajada, y sobre la que de repente cae el manto del poder con su inmensa prepotente batuta. En ese cóctel germina el desdén por la Ley («en las operaciones corporativas españolas mando yo»), y la decisión de ponerse la OPA por montera, con un patético Solbes por testigo que, en perpetuo escorzo, ve silbar las balas en derredor mientras se lava las manos.

De manera que la OPA de Gas Natural se ha convertido en la OPA del Gobierno Zapatero, hasta el punto de que, en el profundo desánimo de primera hora, el entorno de la gasista parecía desentenderse de la pelea: «Es al Gobierno al que E.ON ha lanzado un desafío, de modo que responda el Gobierno». Y para darles la razón, el Ejecutivo decidió meterse en el barro hasta las cachas, dispuesto a usar la fuerza legítima del Estado para satisfacer ocultos pactos privados. Jamás en la reciente Historia de España se había visto a un Gobierno más obscenamente empeñado en sacar adelante una operación mercantil. Jamás la tradicional colusión entre lo público y lo privado llegó tan lejos. Al tirar por la calle de en medio, el Ejecutivo se ha llevado por delante el prestigio, si alguno restaba, de las instituciones de control (CNE, CNMV, TDC), sentando un mal precedente para aquellas empresas españolas empeñadas en su expansión internacional.

La decisión del Consejo de la CNMV del jueves, diciendo «no» a la denuncia de Endesa sobre la eventual obligación de la Caixa de opar a GN, y al mismo tiempo alargando el plazo para que la gasista pueda pergeñar una nueva oferta competitiva, es una de esas cosas que producen vergüenza ajena. Es como el equipo de fútbol que, jugando de local, va perdiendo el partido y pide al árbitro, de casa más que casero, que pare el juego un par de horas porque va a fichar un delantero brasileño capaz de darle la vuelta a la tortilla. A este tipo de novedades nos estamos acostumbrado entre el asombro y la risa, oyendo el atronador siseo del bizarro capitalismo patrio dispuesto, a toque de corneta, a acudir en ayuda del Gobierno de turno, de derechas o de izquierdas, con la financiación necesaria para que GN pueda abordar la ampliación de capital que le permita igualar la oferta alemana, que ya se cobrarán luego el favor en buenos doblones de obra civil, comisiones sin fin, regalías sin cuento. Y a vivir.

Y es que el Ejecutivo tenía este fin de semana dos frentes que atender: dinamitar la contraopa alemana, por un lado, asunto del que se encargó el Consejo de Ministros del viernes ampliando las competencias de la CNE, y forzar una nueva oferta competitiva de GN, por otro, rastreando el mercadillo de nuestros heroicos ricos prestos a embarcarse en la aventura de ayudar a la gasista.La situación de los amigos Fornesa y Fainé («necesitamos este fin de semana para pensar») es tan crítica, su posición tan desairada, que o mucho me equivoco o ahora mismo son meros rehenes de un Ejecutivo empeñado en satisfacer, suprema aberración, la promesa política de una OPA entendida como el anverso de una moneda cuyo reverso es el Estatuto de Cataluña, de modo que la caja no podría ahora mismo levantar el campo y decir, se acabó, hasta aquí llegó la marea, lo sentimos mucho, querido 'Antoni', pero no hay OPA que valga, el negocio y el prestigio de la casa ya han sufrido bastante.

Como enseña la historia de los escándalos patrios, el mamoneo político en el mundo de los negocios termina siempre en los tribunales, incluso en España. El episodio de la cutreopa recuerda cada día más la recalificación de los terrenos de la plaza de Castilla de Madrid donde hoy se levantan las Torres KIO, precisamente para que KIO aportara el dinero con el que 'los Albertos' iban a comprar el paquete del Central en poder de los kuwaitíes, cuya presencia en el banco no gustaba a Felipe González. En el fondo, se trataba de acabar con Alfonso Escámez como hoy se trata de acabar con Manolo Pizarro (¿para matar a Pizarro, José Luis, hacía falta tan monumental lío?). Las dos últimas piezas del caso KIO se juzgan ahora mismo en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional en el mayor de los secretismos. Javier de la Rosa ha pasado varias veces por la cárcel, mientras los Albertos la han dado esquinazo -lo mismo que Prado y Colón de Carvajal, albacea real- gracias al favor del Rey, en espera de que el Constitucional anuncie el fallo que sobre el recurso de casación tiene listo pero que no se atreve a firmar. El 14 de marzo declara como testigo, ante el juez Gómez Bermúdez, el mismísimo Emilio Botín, el hombre que ahora acude en socorro del Gobierno para repeler la OPA de E.ON, a pesar de que él mismo se compró un banco no hace mucho en el Reino Unido sin que las autoridades británicas le pusieran objeción alguna. ¿Tendrá algo que ver la buena disposición botinesca con el inminente inicio de la vista oral sobre el caso de las cesiones de crédito, cuya apertura ya ha dispuesto la juez Teresa Palacios?

Crece la sensación de que gran parte, si no todos, los problemas de encaje institucional que sufre este país derivan de la pésima calidad de nuestra democracia, de la dificultad de hacer una democracia sin demócratas. Los dos grandes partidos se han convertido en grupos de presión y poder, casi en lobbys dispuestos a favorecer a sus amigos respectivos y acabar, si pueden, con sus teóricos enemigos. Zetapé, tan interesado por la creación de campeones nacionales, pudo haber contribuido a ello con ocasión de la puja (mayo pasado) por la italiana Edison, pelea donde los gobiernos francés e italiano se emplearon a fondo sin que Madrid moviera un dedo, seguramente porque alguien tenía ya en la cabeza la operación GN, y la compra de Edison hubiera colocado a Pizarro fuera del alcance de La Moncloa. Sectarismo en estado puro.

El espectáculo de la OPA eléctrica española ha abierto la caja de Pandora de las concentraciones energéticas en la UE, proceso llamado a poner al descubierto las miserias de un mercado único en el que ningún Gobierno europeo cree (véanse los blindajes que el Ejecutivo Schröder impuso en la fusión Ruhrgas-E.ON, según los cuales ésta puede comprar pero no ser comprada hasta el 2012).La crisis eléctrica, en fin, demuestra que rara vez quien abre el fuego de una OPA acaba quedándose con la pieza, y que en un sector regulado es locura plantear una operación hostil. «La aparición en escena de E.ON demuestra que Brufau eligió bien la pieza, pero en lugar de tratar de abatirla a cañonazos debió invitarla a cenar», asegura un empresario catalán. El episodio reclama una enmienda a la totalidad contra los gestores de La Caixa, todo un acorazado empresarial y financiero que jamás debió consentir la politización que de una pura operación mercantil puso en marcha el tripartito. En el doble pecado del seguidismo político y en pretender comprar duros a cuatro pesetas llevan la penitencia. En la acera de enfrente brilla Pizarro, convertido casi en héroe de unos accionistas a los que ha hecho ricos, demostración de que a veces el coraje tiene su recompensa. ¡Vivir para ver!

2 comments:

Anonymous said...

La Historia se repite: Felipe Gonzalez acabó "estragando" la relación con su antiguo mentor aleman Willy Brandt; Zapatero está "estragando" su relacion con su antiguo mentor aleman Schroeder (funcionario de E.ON).....

Anonymous said...

El gran analista don Jesus Cacho