La fusión entre la gasista pública Gaz de France (GDF) y la compañía de servicios Suez empezó a tomar forma ayer tras su repentino anuncio el pasado sábado. El nuevo gigante galo del sector energético será un ejemplo más del patriotismo económico a la francesa que el Gobierno de Dominique de Villepin ha adoptado para proteger los intereses industriales que se consideran estratégicos.
"En un momento en el que asistimos a una consolidación acelerada del sector de la energía en Europa y fuera también, hay que adaptarse para seguir haciéndole frente", declaró ayer el ministro francés de Economía, Thierry Breton, en una comparecencia junto a los presidentes de ambos grupos, en la que esbozó las grandes líneas de esta unión.
MAYORÍA PÚBLICA
El Estado es el principal accionista de GDF, con el 80,2%, y deberá desprenderse al menos de la mitad para conservar en torno al 35% equivalente a la minoría de bloqueo que evita posibles OPA. Sin embargo, para eso antes deberá reformar la ley del 2004 que impide reducir la participación pública por debajo del 70%.
Entre las precisiones que ayer empezaron a perfilarse, Breton explicó que el enlace entre ambas se realizará mediante una "fusión-absorción" de Suez por GDF, curiosamente una sociedad que en términos de capitalización es más pequeña.
Pero, antes, Suez deberá abonar a sus accionistas un dividendo excepcional de un euro por acción, esto es, un total de 1.250 millones de euros, para proceder más tarde al intercambio de una acción Suez por una de GDF, lo que generará para los accionistas de la gasística una prima del 3,9% respecto del precio medio del último trimestre.
Fruto de este enlace, que se materializará en el segundo semestre del año y con el que esperan lograr unas sinergias operativas de 500 millones anuales, saldrá un gigante con un volumen de negocio de 64.000 millones y una capitalización bursátil de 70.000 millones, tan sólo por detrás de la también francesa EDF. Será además el quinto productor de electricidad en Europa, explotador de la primera red de transporte y distribución de gas en esta región y líder en el sector del gas licuado.
DESDE OCTUBRE
Como defensa frente a quienes acusan al Gobierno de actuar "precipitadamente" para cortarle el paso a Enel, que había dejado entrever sus intenciones de lanzar una OPA por Suez, Breton aseguró que éste es "un proyecto en el que ambas empresas estaban trabajando desde el mes de octubre".
A pesar de la promesa del Gobierno de preservar los empleos, tanto los partidos de la oposición como los sindicatos temen que tras la fusión, muchos trabajos desaparezcan. E intuyen algo que consideran aún peor como es la privatización de Gaz de France, uno de los emblemas del servicio público galo. Sorprendidos y cogidos de improviso, los sindicatos tratan de organizarse para frenar el proyecto y han pedido al Ejecutivo que haya debate y alternativas. El ministro quiso dejar claro que habrá concertación con los agentes sociales y, de hecho, recibió ayer a los representantes sindicales.
Según el Partido Socialista, la operación tiene "lógica financiera y no industrial". Su líder, François Hollande, la criticó así: "Improvisación, precipitación, privatización".
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