El social democrata Gerhard Schröder siempre tuvo una obsesión en los ocho años que gobernó: crear gigantes industriales que reforzaran la posición de Alemania en el mundo. E.ON -la mayor eléctrica del planeta, que esta semana lanzó su oferta para adquirir Endesa España y con ello los activos de la hispana en Chile y Latinoamé-rica- es uno de esos conglomerados. O, como el ex canciller germano diría, "un campeón nacional".
En la gestación de E.ON el ex gobernante Schröder tuvo mucha responsabilidad. Este "campeón" surgió en el 2000 tras fusionarse las firmas Veba y Viag con la autorización del gobierno germano. La firma, ya enorme, creció aún más gracias a la ayuda de varios ministros de la coalición socialdemócrata-verde, quienes le permitieron comprar en 2002 la empresa de gas Ruhrgas y convertirse así en la mayor compañía energética del mundo.
E.ON no es una excepción. En Alemania hay varios "campeones nacionales", que por su tamaño y presencia continental se perfilan como "campeones europeos". Algunos de ellos ya están en Chile, como la firma de agua y energía RWE (la controladora indirecta de Essbío, hoy en proceso de venta); el Deustche Bank o el grupo de comunicaciones Bertelsmann. Otros se aprestan a venir, como la firma de K + S, que intenta comprar Sal Lobos a José Yurazseck.
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