Personajes de petróleo

Fuente: LA VANGUARDIA

La historia del petróleo es una crónica de grandes negocios, ambiciones, corrupción, rivalidades, guerras, golpes de Estado y demás traiciones. El petróleo se conoce desde la prehistoria. La Biblia lo menciona como betún o como asfalto, que se utilizó para pegar los ladrillos de la torre de Babel. Pero el petróleo no comenzó a cambiar el mundo hasta mediados del siglo XIX, cuando Samuel Kier, un boticario de Pittsburg, Pensilvania, lo comercializó bajo el nombre de aceite de roca. Desde entonces, el crudo ha creado en Occidente personajes muy peculiares. Parecen personajes de carne y hueso, pero, en realidad, están hechos de petróleo.

Uno de los más intrigantes protagonistas de la historia del petróleo es Harry St. John Philby, un arabista inglés que desertó del British Colonial Service para convertirse al islam y trabajar para el rey Saud de Arabia Saudí, que hasta entonces cuadraba su cuenta de resultados con el impuesto religioso que tienen que pagar los peregrinos que anualmente acuden a La Meca. Philby fue el primero que llamó la atención de la familia real saudí sobre la riqueza que pisaba. Y además aprovechó la ocasión para jugarle una mala pasada a Gran Bretaña, su patria de nacimiento: intrigó hasta conseguir que la explotación del crudo saudí no fuera a manos británicas, sino a Socal, empresa que se transformaría en la compañía estadounidense Aramco. Era el año 1933 y el rey Saud cobró 50.000 libras y una renta anual de otras 5.000 libras. A Philby le correspondió un salario de mil libras anuales. De tal palo, tal astilla: su hijo, Kim Philby, fue en la guerra fría un emblemático agente soviético.

Armand Hammer fue otro hombre de petróleo. Era un emprendedor cuya mano derecha siempre supo lo que hacía la izquierda. La mano derecha de Hammer empezó preparando un mejunje a base de jengibre cuya alta graduación alcohólica hizo fortuna en tiempos de la prohibición en Estados Unidos. Paralelamente, Lenin estrechó su mano izquierda, con la que Hammer logró las primeras concesiones petroleras de los soviéticos. Después, el empresario de origen judío siempre tuvo abierta la puerta de Breznev, incluso en la fase más caliente de la guerra fría. Y, al final, la mano derecha y la izquierda hicieron las paces. Hammer murió, a los 92 años, coincidiendo con la ruina de los herederos de Lenin. Y su muerte fue saludada por la bolsa con una subida de las acciones de Occidental, su compañía. ¿Una falta de respeto? Todo lo contrario: Hammer estaba muerto, pero volvió a hacer negocio.

Dick Cheney, considerado como el vicepresidente de Estados Unidos más poderoso que haya existido jamás, es un caso especial de adicción al petróleo. Unos lo ven como un experimentado consejero de George W. Bush; otros le acusan de secretismo, de haber empujado a Estados Unidos hasta la guerra de Iraq y de estar íntimamente relacionado con el petróleo. Hay dos Cheney, el público y el privado, pero, según sus críticos, no es fácil situar la frontera entre ambos.

Según el semanario Time,el Cheney público, cuando era secretario de Defensa con Bush padre, fue quien "retorció la mano del rey Fahd hasta que el monarca saudí aceptó que un masivo contingente de tropas estadounidenses se estacionara en el país, lo que fue utilizado por Osama Bin Laden para declarar su guerra santa a Occidente". Pero el Cheney privado tampoco se ha quedado pequeño. Cuando Clinton derrotó a Bush padre, el ahora vicepresidente decidió probar fortuna en la empresa privada. Y tuvo éxito. En 1995 se convirtió en presidente y director general de Halliburton, la primera compañía de servicios petroleros del mundo. Y cinco años después, cuando Bush hijo le llamó para que formara parte de su candidatura, la compañía, como muestra de agradecimiento (aumentó sus ingresos en 324 millones de dólares en cuatro años), le ofreció una compensación de 20 millones de dólares por los servicios prestados. Ante las quejas de los que se toman estas cosas con un papel de fumar, Cheney pidió que le rebajaran su peculiar finiquito hasta los 13,6 millones.

Halliburton, sin embargo, habrá recuperado, y con creces, todo lo pagado y por pagar, que incluye otra compensación anual de un millón de dólares con la que Cheney complementa su salario de vicepresidente (181.400 dólares). El semanario Time ha calculado que Halliburton y sus filiales han firmado contratos con la Administración Bush por mil millones de dólares desde que su antiguo jefe llegara a la Casa Blanca y encabezara el National Energy Policy Development, un comité bastante secreto creado para desarrollar la política energética nacional (Energy Task Force works in secret, Washington Post,16/ IV/ 2001). Es decir, de Cheney no se podrá decir que no haya tenido vista, por lo menos hasta hace dos semanas, cuando pretendiendo apuntar a una banda de codornices llegó a disparar 200 perdigones contra su amigo Harry Whittington. Parece que al vicepresidente, el gran abogado de la guerra de Iraq, se le da mucho mejor la caza mayor.

No comments: