El Gobierno italiano levantó ayer la voz frente a la "traición" de Francia y la "tibieza" de Bruselas por el cierre en banda de París a la entrada de Enel en el mercado galo, después de que EDF hubiese sido autorizada antes a adquirir el 50% de Edison. "Haremos valer nuestras razones, aunque sin retorsiones", anunció ayer el ministro del Trabajo, Claudio Scajola, en un intento de apaciguar los ánimos de algunos aliados del gobierno conservador.
El ciclón de las concentraciones ha entrado de pleno en las elecciones de abril, enfrentando a conservadores y progresistas, pero uniéndoles contra los franceses y la Comisión Europea. "La decisión de Francia choca con los valores y las reglas del libre mercado", denunció Gianfranco Fini, ministro de Exteriores. Scajola declaró que "Italia quiere respuestas y no sólo de la CE, a la que pedimos que se haga respetar".
Tras invocar sanciones, Scajola añadió que lo sucedido constituye "una enorme violación de las normas comunitarias, por lo que debemos aclarar si estamos en una Europa de pícaros o de personas serias, porque, de estar en la primera, Europa ya no existe".
Romano Prodi, expresidente de la CE y líder de los progresistas, arremetió contra la debilidad de la CE y la política industrial de Roma. "Bruselas no puede aceptar la posición dominante que crea la fusión de Suez y GDF, unida al poder de EDF", dijo. Y culpó al Ejecutivo conservador por haber dejado "el sistema económico italiano sin defensas". Una de ellas, según Prodi, habría sido "la creación de una política industrial, en lugar de afrontar sólo el día a día" y la segunda habría consistido en apoyar a Mario Monti en la cartera de Monopolios de la UE, a quien París y Berlín no respaldaban.
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