El precio del crudo sobrepasó ayer la barrera de los US$70 en las bolsas de Londres y Nueva York. Para los mercados internacionales se trata de un récord que, aunque todavía no alcanza los valores de principios de la década del 80, ya ha activado luces de alerta ante la posibilidad de que se interrumpa el suministro de crudo iraní.
La razón obedece a que el cuarto mayor productor mundial de petróleo dice que necesita energía nuclear para generar electricidad y ante esta contingencia, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) ya advirtió ayer que los precios actuales del combustible podrían disminuir su demanda diaria desde 1,46 millones a 1,43 millones de barriles.
Pero más allá de la contingencia geopolítica, los mercados de América Latina tienen sus propias aprehensiones. Mientras países más susceptibles como Nicaragua temen un aumento en la inflación, reducción del crecimiento económico y ajustes de precios, las expectativas para la mayor parte de los países de la región no son tan negativas.
De hecho, según el director de análisis de la consultora mexicana Bursamétrica, Jesús Viveros, el alto precio alcanzado por el crudo debiera beneficiar a países productores como México y Venezuela, donde la producción local de este combustible se verá beneficiada.
“El riesgo está en el aumento de los costos para las empresas que usan este combustible y su posterior efecto inflacionario”, agrega Viveros, quien aseguró a AméricaEconomía.com que prevé efectos negativos en los ingresos de países consumidores, como Chile y Uruguay.
En este sentido, el profesor de Economía Energética del Instituto Electrotécnico de Energía de la Universidad de São Paulo (USP), Edmilson Moutinho dos Santos, explica que la mejor opción para los países importadores de petróleo es “moderar su consumo del energético como una manera de evitar el riesgo inflacionario”.
“Brasil sólo se verá beneficiado con alzas en el precio del petróleo”, agrega el especialista de la USP, quien destaca que la política del gigante sudamericano de mantener la libre flotación del valor del crudo, sumada a su cada vez más inminente autosuficiencia petrolera, permitirá que las alzas petroleras no provoquen efectos negativos en su economía.
Por el momento, el efecto dominó ya ha comenzado a sentirse en la región y mientras la gasolina y una serie de productos de primera necesidad amenazan con seguir encareciéndose, analistas ya comienzan a recomendar programas gubernamentales, con el fin de contrarrestar el daño a los sectores más pobres de la región.
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