Desde el año 2000, la revolución bolivariana ha embarcado al país en unos cuantos negocios petroleros de dudosa rentabilidad, tales como el trueque de petróleo, gasolina y combustible de aviación por servicios médicos y deportivos cuyo costo real y efectividad se desconocen; la compra de estaciones de servicio en países con precios subsidiados; la recuperación de refinerías que son verdaderas chatarras y, finalmente, la construcción de kilométricos y costosos gasoductos en Sur América, hasta mercados donde es más barato, rápido y eficiente llegar con buques de GLN.
Sin embargo, para Fidel Castro poner en funcionamiento la obsoleta refinería Cienfuegos se ha convertido en un sueño imposible, tanto por la magnitud de las inversiones como por lo poco atractivo y rentable que es el mercado cubano. Fidel lo intento con la Venezuela capitalista de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera. Después intento sin éxito enganchar a Repsol en el proyecto a cambio de darle facilidades para la exploración y perforación en busca de petróleo en la parte del Golfo de México que le corresponde a Cuba. En el año 2002 lo intentó nuevamente forzando una asociación entre Libia y Venezuela.
El tema se engavetó hasta la Carta de Intención suscrita el 28 de abril del 2005 bajo la Alternativa Bolivariana para las Américas, por iniciativa de los presidentes Hugo Chávez de la República Bolivariana de Venezuela, y Fidel Castro de Cuba. Esta semana tal acuerdo se materializó en una asociación entre Pdvsa y Cuba Petróleo (Cupet) para la reactivación de la refinería de petróleo en la provincia de Cienfuegos.
Más allá del discurso integracionista-tercermundista, que ha sido rebasado por la magnitud y naturaleza de los negocios petroleros con la isla de Cuba, para los venezolanos lo importante es saber realmente si la refinería Cienfuegos es un proyecto rentable. Quizás sea conveniente saber que todos los análisis realizados en la refinería Cienfuegos en los últimos 10 años han llevado a muchos interesados a desechar el negocio. Esta refinería fue construida con equipos y tecnología rusa, tiene una planta física obsoleta, prácticamente no tiene récord de operaciones y requeriría cuantiosas inversiones para hacerla económicamente atractiva y competitiva. Si a esto se le suma el complicado entorno político cubano se puede comprender porque muchos inversionistas le sacan el cuerpo a Cienfuegos.
Pueden esgrimirse muchos argumentos políticos e ideológicos para meter dinero en la refinería cubana, pero es imposible asegurar que representa un buen negocio. Por el contrario, Venezuela está en capacidad con las refinerías de Amuay, Cardón, en Paraguaná, e Isla, en Curazao, de abastecer holgadamente su mercado caribeño, al cual van a parar casi 20% de las exportaciones petroleras.
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