«Desembarcamos en España para quedarnos». Esta es una de las frases con más convicción de cuantas dijo Wulf Bernotat a este diario, en momentos no mucho más fáciles. Probablemente por ello E.ON ha empezado a maniobrar y flexibilizar su estrategia, porque no parece que vaya a soltar la presa hecha en Endesa. «E.ON proseguirá determinadamente» con su plan.
No va a contraatacar sin embargo a Enel. Su nueva aproximación, forzada por unas circunstancias accionariales nuevas y una oposición política consistente, parece ser la de ganar tiempo y no asustar a los accionistas, a los que necesita ir «convenciendo de nuestras ventajas» y ganándose antes de saber con qué cuenta el día 29 para buscar aliados. «No veo ninguna solución hispano-italiana» para Endesa, dice desdeñoso con la situación actual.
Por primera vez se ha oído que el determinado Bernotat, quien buscaba presidir la primera compañía energética del mundo, desde Siberia a Suramérica, puede conformarse con una participación minoritaria. Aunque así lo sea, pequeña e inútil, la quiere y en Endesa; desde luego, ya habrá pensado cómo explicarselo a su consejo de administración y accionistas, a los que había anunciado un 100% o al menos el control: «Otra cosa no la comprarían», decía hace meses Bernotat.
Naturalmente que E.ON tiene otras cartas y alternativas. En la presentación de resultados se pavoneó de su entrada en el mercado eléctrico ruso o de sus contratos con Irán entre otras áreas de negocio. También dio a entender a las claras que España no está en el «núcleo duro» geográfico de la integración energética europea: ni tan siquiera logra una conexión funcional con el vecino francés.
Pese a los desmentidos, Merkel quiso reunirse con Zapatero y con Prodi en Bruselas, y el español volvió a asegurar que el futuro de la eléctrica «está en manos de los titulares de las acciones, en los porcentajes que cada uno tiene», lo que calificó de «evidencia a subrayar entre gobiernos amigos». Menos evidente resultaba que lo tuviesen que evidenciar los dirigentes políticos. También el ministro Michael Glos recibió la seguridad, del de energía español, de que no se entorpecería más la adquisición. A su turno los jefes de gobierno aconsejaron al Ejecutivo de Zapatero que aumente la competencia en el sector de la energía.
Durante este tiempo los analistas se han preguntado cuál sería, a la postre, el plan B de Bernotat, ante las varias pinzas y obstáculos que se le han cruzado. Después del pronto avasallador, que no arredró ni al presidente Zapatero, y las subsiguientes rectificaciones de oferta y condiciones, lo que resulta claro es que E.ON está empeñado en apoyar al menos un pie -si no por ahora sus reales- en la Península ibérica: allí donde el mercado crece, y gasta, siete veces más rápido que en Alemania; más cerca de Suramérica y, en todo caso, enfrente de Argelia, que parece la otra llave del gas para Europa. Y esto, antes de que la CE dictamine el mercado único y la esperada disociación entre proveedores y suministradores. ABC
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