El análisis de la problemática relativa al petróleo mexicano debe hacerse en el contexto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pues dicho recurso es uno de sus ejes centrales, cuyo objetivo es crear cúpulas de poder en Estados Unidos y las clases subordinadas dirigentes de México y Canadá, que se da en un marco no de globalización, como se dice, sino colonial.
Así lo afirmó John Saxe Fernández, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, en la mesa redonda Aspectos nacionales e internacionales de PEMEX.
Acto conmemorativo de la expropiación petrolera, realizada en el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc).
Al continuar con esa línea, agregó, se firmó la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte, que busca la apertura de inversión en el sector energético como preámbulo de negociaciones para la liberalización total en el plazo más corto posible, así como la garantía de abasto para que los consumidores norteamericanos reciban tratamiento especial en tiempos de escasez, derivados de bajas en la producción.
En todo caso, aclaró, Petróleos Mexicanos (PEMEX) es una empresa enormemente rica, con una gran capacidad. El problema es que es sometida a un ataque fiscal brutal.
Por su parte, Arturo Bonilla, del IIEc, comentó que el petróleo es una pieza decisiva de la economía mundial, una materia prima estratégica por dos razones: no hay ejército en el mundo que se pueda mover sin abastecimiento de este recurso o sus derivados, y la maquinaria productiva y distributiva se puede ver perjudicada si no cuenta con él.
Se puede decir, añadió, que genera aproximadamente entre 75 y 80 por ciento de la energía consumida por la humanidad. Otra cuestión es el hecho de que el petróleo tiende a agotarse, igual que el gas natural; y el mundo no está preparado científica y tecnológicamente para sustituirlo mediante la utilización barata y competitiva de otras fuentes de energía.
Un aspecto más que vale destacar es que el planeta tiene una desigual distribución de las necesidades y posibilidades en su abastecimiento.
Por un lado, están los países altamente consumidores, con Estados Unidos a la cabeza; por otra, los que no lo utilizan mucho pero cuentan con él en sus subsuelos, como el Medio Oriente, donde hay entre 65 y 70 por ciento de los yacimientos, expuso.
En México, consideró, no es un elemento de consumo, sino de exportación.
A Estados Unidos va la mayor parte de la producción, con la agravante de que se le surte con grandes cantidades, a costa de acabar rápidamente con los veneros nacionales.
Además, no se ha alentado la investigación científica y tecnológica, por lo menos con la premura que debiera, para sustituirlo oportunamente con fuentes alternas.
En su oportunidad, el especialista José Luis Manzo Yépez aseguró que contrario a lo que se quiere hacer creer, PEMEX es una empresa altamente rentable, según se desprende de su situación financiera.
El problema es lo que se le cobra de impuestos, dinero que finalmente se utiliza en gasto corriente.
Al referirse a su estudio PEMEX. Propuesta para su rehabilitación financiera y productiva, documento elaborado para la Unión Nacional de Trabajadores de Confianza de la Industria Petrolera, dijo que desde 1998 se ha dicho que la paraestatal ya no tiene posibilidades de desarrollarse en el mediano plazo, por presentar una alta deuda y muchas pérdidas, y se propugna porque ya no sea el Estado quien se encargue de aportar los capitales y tecnología para hacer avanzar a este sector.
Respecto a la búsqueda de hegemonía sobre el recurso señaló que existen dos estrategias globales.
La primera es ejecutada por los gobiernos de grandes países consumidores, instituciones financieras y corporaciones privadas de energía, apoyados por gobiernos locales.
Su objetivo es controlar las reservas de hidrocarburos más importantes del planeta, ya sea mediante tratados de libre comercio, presiones diplomáticas o guerras preventivas, como las de Afganistán o Irak.
La segunda busca ocultar la primera, a través de campañas intensas en la academia y en todos los medios de comunicación, que saturan al público con mensajes sobre las bondades de la globalización y el mercado libre, y sobre las graves fallas de las empresas públicas, por lo que deben desaparecer y dejar el campo a las privadas, puntualizó.
En Sala de diplomados, Rafael Decelis Contreras, del Comité Directivo de Energéticos de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, aseveró que PEMEX es la compañía mexicana más rentable respecto a sus costos, y hoy lo es más que nunca.
Pero detrás hay un juego enfocado a quitarle el dinero que genera.
Un ejemplo de su situación es que únicamente de la importación de mercancía para reventa obtuvo más de su costo de operación, y eso que sólo importa el 22 por ciento del tonelaje, enfatizó.
En otra sesión, durante la conferencia Perspectivas de la producción petrolera mexicana, organizada por el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), el periodista y consultor David Shields aseveró que la industria petrolera mexicana no podrá soportar en el futuro los actuales niveles de extracción, pues advirtió que se ha registrado en el país una actividad “ruinosa” de explotación exagerada.
En el futuro esos registros no serán sostenibles y probablemente en los años 2011 o 2012, se tendrán en lugar de tres millones de barriles diarios, dos millones de éstos.
Consideró que esa plataforma podría disminuir rápidamente en los próximos dos o tres años, y quizá en ese lapso se facturará la mitad de lo que hoy se vende.
Con un precio estable significaría que en lugar de ingresar 34 mil millones de dólares, serían 17 mil millones.
Explicó que la caída de la producción se prevé por la maduración de los yacimientos, el declive de Cantarel, y el descuido de las refinerías que propiciará el riesgo de desabasto de gasolinas.
Para este año, previó que Cantarel bajará en unos 600 mil barriles diarios su producción, mientras que otros yacimientos se mantendrán estables.
Así, pronosticó, para fines de 2007 se generarán del orden de dos millones 750 mil barriles diarios.
Hacia finales del sexenio, agregó, la extracción declinará hasta llegar a los dos millones de barriles por día, lo que constituye una caída del 30 por ciento aproximadamente.
Sin embargo, aclaró, México va a seguir produciendo petróleo 30 o 40 años más, en volúmenes aceptables, lo que significa que no se acabará el hidrocarburo.
“Dentro de 20 años continuará como un productor de petróleo relevante, con suficiencia, para cubrir buena parte de sus necesidades”.
Expresó que existe un cúmulo de problemas interrelacionados en PEMEX que son de gran magnitud, uno de ellos es la deuda de la empresa. El asunto laboral también es fuerte, por el número de empleados y sus jubilados. Otro factor negativo, concluyó, es el “pésimo estado de las refinerías”.