LA ENERGìA NUCLEAR, SEGURA, LIMPIA Y BARATA PARA CUMPLIR CON KYOTO

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by Guillermo Velarde
La energía de fisión nuclear garantiza el abastecimiento energético, es barata en términos relativos, es operativamente segura, se ha demostrado inocua para la salud y se revela ventajosa en términos medioambientales al no generar emisiones de CO2 u otros gases de efecto invernadero.



El progreso técnico reporta ya soluciones satisfactorias para los residuos, si bien es necesario seguir reforzando la investigación en este terreno. La elevada dependencia energética española y los compromisos de Kyoto refuerzan sus ventajas para España. Cuando en 1932 Albert Einstein afirmó que nunca se obtendría energía nuclear, estaba lejos de imaginar que diez años después, Enrico Fermi y Leo Szilard construirían el primer reactor nuclear experimental en su laboratorio de la Universidad de Chicago. Desde un principio, se consideró que una de las principales aplicaciones de la fisión nuclear era la producción de energía eléctrica. Con este objetivo se analizaron los principales tipos de reactores que fuesen intrínsecamente seguros durante su operación y que, si por cualquier motivo, aumentase la temperatura, debería disminuir el número de fisiones nucleares y, por tanto, la energía producida. Esto último daría lugar a una disminución de la temperatura que compensaría la subida inicial, lo que técnicamente se conoce como coeficiente de reactividad por temperatura y huecos negativo. Cumpliendo este criterio hay actualmente 429 reactores nucleares en operación y 24 en construcción: 104 en Estados Unidos, 59 en Francia, 56 en Japón, 8 en España, etc. En la Unión Europea el 38% de la energía eléctrica producida es nuclear (el 79% en Francia, el 55% en Bélgica, el 47% en Suecia, el 31% en Alemania, el 19% en España, etc.). En las cifras anteriores no están incluidos los reactores tipo Chernobyl de la URSS, por las razones que se indican a continuación. La mayoría de estos 429 reactores nucleares son del tipo de agua ligera a presión (LWR) o en ebullición (BWR), ya que al ser unos reactores robustos y compactos fueron desarrollados por los Estados Unidos y la URSS como planta motriz de sus buques de guerra, especialmente de los submarinos.

“La energía nuclear es la más barata,
seguida por la del gas natural, carbón y eólica;
y no produce gases de efecto invernadero”


En los estudios y experimentos realizados desde un principio, se observó que los reactores moderados por grafito y refrigerados por agua ligera (del tipo que luego sirvieron de base para los de Chernobyl), no eran aptos para la producción de energía eléctrica. Eran peligrosos durante el arranque, pues no cumplían la condición previa de todos los reactores productores de energía eléctrica de ser intrínsecamente seguros durante su operación. Cuando por cualquier causa aumentase la temperatura, aumentaba el número de fisiones nucleares y, por tanto, también la energía producida, dando lugar a un aumento adicional de temperatura que incrementaría la inicial, compensándose todo ello con los sistemas de control del reactor. Técnicamente tienen el coeficiente de reactividad por temperatura y huecos positivo. No obstante, este tipo de reactor tiene una característica especial al ser óptimo para producir el plutonio altamente enriquecido (94% en plutonio 239 y 6% en plutonio 240) empleado en las bombas atómicas. Con objeto de obtener el plutonio para las armas nucleares, tanto los Estados Unidos como la URSS construyeron diversos reactores de este tipo que dispersaban el calor producido en la atmósfera. Estados Unidos eligió como emplazamiento un lugar aislado en Hanford, al noroeste del país, en el estado de Washington. Pero en 1966, cuando Estados Unidos ya había obtenido el plutonio de la mayoría de sus 33.000 cabezas nucleares, desmanteló todos estos reactores. Sin embargo la URSS, a pesar de que en 1986 había producido el plutonio para la mayoría de sus 45.000 cabezas nucleares, decidió desde un principio emplear este tipo de reactor para producir energía eléctrica. Así, si en un futuro necesitaba aumentar su arsenal nuclear, podría disponer de ellos.

Ningún consejo de seguridad nuclear de un país democrático y responsable habría autorizado el uso de este reactor para producir energía eléctrica. Los científicos nucleares de todo el mundo, incluidos los soviéticos, sabían que no eran aptos para este fin, aunque los rusos sólo expresaban sus preocupaciones en privado, por temor a las represalias que podrían sufrir. No obstante e ignorando la opinión de sus expertos, la URSS decidió construir 18 reactores de este tipo, permitiendo la ebullición del agua de refrigeración para alimentar a un turbogenerador productor de energía eléctrica. Construyeron 4 en
Chernobyl (Ucrania), actualmente fuera de servicio; 2 en Lituania, uno fuera de servicio y el otro lo estará en 2009 y 12 en la actual Federación Rusa, todos ellos en operación. Entre las ventajas de las centrales nucleares destaca su capacidad de producir la energía eléctrica más barata (2,37 céntimos de euro el kilovatio hora), comparada con la de otras fuentes energéticas, excepto la hidroeléctrica. La energía nuclear es la más barata de todas las disponibles actualmente, seguida por la del gas natural, carbón y eólica. Sin embargo, hay que hacer diversas consideraciones.

Si en el futuro se pudiese emplear un Transmutador de residuos de vida larga, el coste de la energía nuclear aumentaría a cerca de 3 céntimos de euro el kilovatio hora. En las centrales de carbón y gas habría que considerar la compra de derechos de emisión, o bien, el empleo en un futuro de técnicas de captura y almacenamiento del CO2 a grandes profundidades (capas areniscas, pozos vacíos de petróleo, bolsas de gas natural vacías, etc), lo que encarecería la energía producida en un 40%, pasando a costar 4,6 y 4,3 céntimos de euro el kilovatio hora, según sea la central de carbón o gas natural. El coste de 5 céntimos de euro el kilovatio hora eólico corresponde a un factor de utilización de 2.300 horas al año, lo cual apenas se alcanza en España en las zonas de mayor potencial eólico (Prepirineo, Galicia, Tarifa). Al ir extendiendo el parque eólico a otras zonas de menor potencial, las horas de utilización irían disminuyendo, con el consiguiente aumento del coste del kilovatio hora. En 2005 el parque eólico era de 9.866 megavatios con un factor de utilización de 2.100 horas al año, previéndose que en 2010 pueda instalarse un total de 20.155 megavatios, con lo que el factor de utilización se reduciría probablemente a unas 1.900 horas al año (2,6 meses al año).


“Las centrales nucleares tienen la enorme ventaja
de garantizar el suministro de energía eléctrica”

Ventajas medioambientales: no emiten gases de efecto invernadero
Otra ventaja muy importante es que la energía nuclear no produce gases de efecto invernadero, a diferencia de las centrales térmicas y de ciclo combinado. Los preocupados por el asunto del cambio climático parecen ignorar este asunto. Desde la perspectiva económica se trata, además, de un asunto de capital importancia para España en el marco de los compromisos de Kyoto, la Directiva sobre comercio de emisiones y los costes de adquisición de derechos de emisión por los sectores productivos.

La ventaja de la seguridad de abastecimiento
Las centrales nucleares tienen la enorme ventaja de garantizar el suministro de energía eléctrica. Otras fuentes energéticas como la eólica o la solar carecen de seguridad de suministro al estar expuestas a las condiciones meteorológicas.

El debate sobre la proliferación nuclear
Los grupos antinucleares suelen relacionar la energía nuclear para la producción de electricidad con las bombas de Hiroshima y Nagasaki, del mismo modo que podrían relacionar la industria química farmacéutica o la biología molecular terapéutica con las armas químicas ó biológicas. Estos grupos basan su rechazo al peligro de la proliferación nuclear, al accidente de Chernobyl y a los residuos radiactivos. Según los grupos antinucleares, con el plutonio obtenido del combustible irradiado o desechado en una central nuclear para la producción de energía eléctrica, se podrían fabricar bombas atómicas del tipo Nagasaki. Sin embargo esto es un error, pues ese plutonio está enriquecido solamente al 60% y, por lo tanto, al explosionar una bomba fabricada con él, sólo se produciría un fogonazo en el 96% de los casos (para una bomba de tipo Nagasaki, se requiere plutonio enriquecido al 94% para que pueda explosionar con una fiabilidad del 90%).

“Los reactores de las 18 nucleares tipo Chernobyl de la
antigua URSS no son aptos para la producción de
energía eléctrica; son óptimos para producir plutonio
altamente enriquecido para las bombas nucleares”


La cuestión de la seguridad: lecciones de Chernobyl
En las 18 centrales nucleares tipo Chernobyl de la antigua URSS, la experiencia es muy negativa, ya que sus reactores no son aptos para la producción de energía eléctrica, aunque son óptimos para producir plutonio altamente enriquecido para las bombas nucleares. En el accidente de la central de Chernobyl, a la intrínseca inseguridad de estos reactores se unió el inexplicable comportamiento del equipo de operación de su Unidad 4, que quiso demostrar que no era cierto lo que afirmaban los físicos e ingenieros nucleares sobre lo peligroso que resultaban los reactores de grafito-agua ligera (tipo RBMK o de Chernobyl). Con este objetivo, el equipo de operación de la Unidad 4 de esta central decidió efectuar un experimento extraordinariamente peligroso, el cual nunca hubiera sido autorizado en un país occidental. Es posible que el responsable de Chernobyl pretendiera algún tipo de reconocimiento especial por parte de las autoridades de Moscú, actitud muy frecuente en la antigua URSS. Como consecuencia de este experimento, sucedió lo que tenía que suceder.

Al aumentar incontroladamente la temperatura, ardieron las 1.700 toneladas de grafito que tenía el reactor, formándose un gigantesco horno. Esto recuerda el dicho de Eugenio D’Ors: los experimentos, con gaseosa.
Poco después del accidente, un estudio norteamericano evaluó, sin base científica, que morirían unas 200.000 personas a causa del mismo. Esta cifra caló profundamente en los medios de comunicación social que durante años la han ido repitiendo. Sin embargo y tras investigaciones realizadas desde 1986 con objeto de aclararlo que realmente sucedió, el 5 de septiembre de 2005 la ONU publicó un amplio y exhaustivo informe (Chernobyl Forum,de 3 volúmenes y 600 páginas) realizado por más de un centenar de médicos, biólogos e ingenieros de ocho organizaciones internacionales. Hay que hacer constar que algunas de ellas son bastante reacias la energía nuclear.

El resultado de este informe fue:
  1. Se han producido 56 muertes durante el accidente y desde 1986-2004, de las cuales 47 personas, principalmente bomberos y trabajadores, murieron durante los primeros días del accidente y 9, principalmente niños, de cáncer de tiroides (producido por el Yodo 131).
  2. Se produjeron 3.940 enfermos debido a la radiactividad, mayormente niños y adolescentes, que desarrollaron leucemia y cáncer de tiroides debido al Yodo 131. Al ser tratados médicamente, estos enfermos han sobrevivido durante los últimos 20 años. Como el Yodo 131, emisor b, tiene una semivida de 8 días, al cabo de unos meses después del accidente desapareció por desintegración (sólo quedan trazas). De hecho, todos los enfermos por cáncer de tiroides fueron irradiados durante las primeras semanas.
  3. Se produjo un ligero aumento de casos leves de leucemia, entre bomberos y trabajadores de la central, que sobrevivieron por tratamiento médico.
  4. No se han observado abortos, ni malformaciones, ni disminución de la fertilidad.
  5. Se han observado trazas de Cesio 137, emisor b, con semivida de 30 años, en líquenes y hongos de los bosques de Finlandia y Suecia.

“El 17 de marzo de 1978, ETA mató en Lemóniz a Andrés Guerra y a Alberto Negro. El 13 de junio de 1979 mató a Ángel Baños. El 29 de enero de 1981 secuestró al ingeniero jefe José Ma Ryan, asesinándole el 6 de febrero, y el 5 de abril de 1982 asesinó al ingeniero director Ángel Pascual Múgica”

De los 3.940 enfermos por la radiactividad que han sobrevivido hasta ahora, la mayoría podrían morir antes de tiempo en los próximos años, debido a metástasis de efecto retardado o por los efectos secundarios del tratamiento médico empleado. Descontando los casos de cánceres espontáneos no debidos al accidente de Chernobyl, este accidente supondría un aumento aproximado de tumores malignos del 3%, lo cual dificulta evaluar cuáles de estos 3.940 enfermos por la radiación morirían realmente por los efectos del accidente. Por otro lado, médicos de Ucrania y Bielorrusia estiman que sobrevivirán el 99% de estos 3.940 personas. En resumen, el número de muertes que podrían producirse a partir de 1986 sería de un mínimo de 100 a un máximo de unos 4.000. Aunque este valor absoluto es elevado, es comparable con el de otros accidentes no nucleares, como por ejemplo el número de mineros muertos anualmente en las minas de carbón chinas. Asimismo el número de víctimas mortales de Chernobyl sigue siendo inferior a un tercio de las del accidente ocurrido en 1984 en la industria química de Bhopal (India).

Los residuos radiactivos
El combustible irradiado o gastado se almacena temporalmente en las piscinas de la central nuclear durante un tiempo superior a tres meses. Después, se puede reelaborar para separar el plutonio, el uranio empobrecido y demás elementos radiactivos. En el caso de no reelaborarse, pueden separase en residuos radiactivos de baja y media actividad y de alta actividad, almacenando estos últimos en seco en contendores dentro de almacenes temporales individuales o centralizados (ATI, ATC). El tratamiento definitivo se podrá efectuar en un almacenamiento geológico profundo (AGP), actualmente en proceso de desarrollo. En España se dispone de tecnologías seguras de almacenamiento temporal, por lo que se considera conveniente posponer cualquier decisión sobre el AGP. Y hay que tener en cuenta que el uranio empobrecido y el plutonio de los elementos combustibles gastados puede servir de combustible en los futuros reac- tores nucleares. En la actualidad se encuentra en fase de I+D el Transmutador de residuos radiactivos de vida larga. Consiste en un acelerador de protones contra un blanco de plomo. Cada protón produce por espalación en los núcleos del plomo unos 15 neutrones, que transmutan los residuos de vida larga en residuos de vida corta. En el mundo hay unas 3.000 toneladas de residuos de vida larga (el 1% de los de alta actividad) y en España unas 60 toneladas. El Transmutador tiene un rendimiento del 99%, por lo que transmutaría estos residuos en 30 y 0.6 toneladas respectivamente. Comprimiéndolos a diez veces la densidad inicial, se reducirían en 3.000 litros en todo el mundo y 60 litros en España. El empleo del Transmutador, que se encuentra en fase de desarrollo, encare- cería el coste del kilovatio hora nuclear del 20 al 40%.

La dependencia energética española
El panorama energético actual puede resumirse en los puntos siguientes:



La elevadísima dependencia energética exterior española y el elevado coste de la energía importada exigen revisar la decisión adoptada en 1984 sobre la moratoria nuclear y reflexionar sobre las decisiones anunciadas de cierre de las centrales operativas.

La moratoria nuclear española
Como consecuencia de la crisis del petróleo en 1973 el Gobierno español decidió, tras realizar un estudio sobre las necesidades futuras de energía en España, construir 6 nuevas centrales nucleares: Lemoniz I y II (en el País Vasco), Valdecaballeros I y II (en Extremadura), Trillo II (en Castilla-La Mancha) y Sayago (en Galicia). Sin embargo a finales de los 70 se produjeron en el País Vasco diversas manifestaciones de grupos antinucleares radicales a las que se sumó la ETA, que aprovechó la ocasión. El 17 de marzo de 1978, ETA puso una bomba en la zona del reactor de Lemoniz matando a los obreros Andrés Guerra y Alberto Negro. El 13 de junio de 1979 puso otra bomba en la zona de turbinas del reactor de Lemoniz, matando a Ángel Baños. El 29 de enero de 1981 secuestró al ingeniero jefe de Lemoniz, José Ma Ryan, asesinándole el 6 de febrero, y el 5 de abril de 1982 asesinó al ingeniero director de la sociedad mixta para la construcción de Lemoniz, Ángel Pascual Múgica. En 1984 el Gobierno aprobó el Plan Energético Nacional, de escasa justificación técnica, y lesivo para los intereses españoles, que establecía la paralización de las 6 centrales nucleares en diferente estado de construcción y la prohibición de construir otras nuevas.

La moratoria nuclear ha sido uno de los mayores desastres económicos que se han producido en España desde la transición política, ya que ha supuesto:
  1. Compensar a las empresas eléctricas implicadas en estas centrales nucleares con 600.000 millones de pesetas (de 1984) con cargo a los recibos de luz.
  2. Sustituir estas centrales nucleares por otras de carbón y gas, pagando un coste de generación de la electricidad producida por estas centrales a unos 3,2 céntimo de euro el kilovatio hora, en vez de pagar el nuclear a 2,37.
  3. Aumentar la emisión de gases de efecto invernadero en 48 ó 24 millones de toneladas de CO2al año, según sean las nuevas centrales sustitutorias de las nucleares de carbón o de gas.
  4. Que la UE concediese a Francia (Cadarache) en vez de a España (Vandellós), la instalación del reactor experimental de fusión nuclear ITER, a pesar de que el emplazamiento español era más económico y técnicamente mejor que el francés. Pero la moratoria nuclear desmanteló la industria nuclear española, produciendo la fuga de más de 1.000 físicos e ingenieros nucleares, y aunque el público en general no haya dado importancia a que el emplazamiento del ITER se llevase fuera de España, quizás sea esta la consecuencia más lesiva a los intereses de nuestro país, pues la moratoria nuclear dificultará y aún impedirá la incorporación de más de mil físicos e ingenieros a las tecnologías de vanguardia asociadas al ITER y que tanto habrían ayudado al desarrollo de la denostada ciencia española.

“En 1984 el Gobierno aprobó el Plan Energético
Nacional, de escasa justificación técnica, y lesivo para
los intereses españoles, que establecía la paralización
de las 6 centrales nucleares en diferente estado de
construcción y la prohibición de construir otras nuevas”

Respuesta social a la energía nuclear
En una encuesta realizada en 2001 en los Estados Unidos (Bisconti, A.S. y Richards, M.D., Nuclear News36, 11, 2001), el 74% de la población aprobaba la construcción de nuevas centrales nucleares y, dentro de este criterio, el 64% prefería se instalasen en los antiguos emplazamientos. En Suiza, el 58% de la población se opone a la moratoria nuclear y el 66% se opone al cierre de las centrales nucleares que producen el 33% de su energía eléctrica. En Finlandia, a pesar de tener extensos bosques y grandes regiones de un gran potencial eólico, su producción de energía eólica es prácticamente nula (82 megavatios eléctricos), siendo nuclear el 33% de su energía eléctrica. Actualmente están construyendo un nuevo reactor. Un caso curioso es el ocurrido en Francia, que cuando se aprobó la construcción de la central nuclear número 60, en Framaville, el pueblo de al lado protestó, pero no en contra de la energía nuclear, sino para pedir que esta nueva central nuclear se construyese en las proximidades de su entorno. En España, cuya situación energética es parecida a la del Japón, con carencias de combustibles fósiles y escaso número de regiones de gran potencial eólico (con un factor de utilización de más de 2.200 horas al año de funcionamiento), la actitud social es diferente, aunque cambiante. Destacados líderes políticos, sociales y sindicales antaño opuestos a la energía nuclear apuestan hoy por la energía nuclear en España.


“Destacados líderes políticos, sociales y sindicales
antaño opuestos a la energía nuclear apuestan hoy por
la energía nuclear en España”

Conclusiones
Teniendo en cuenta que la UE ha firmado el Protocolo de Kyoto y teniendo en consideración lo anterior, para atender la demanda de energía eléctrica española a medio plazo habría que derogar la moratoria nuclear, instalar nuevas centrales nucleares y establecer un eficaz plan de I+D para el:



Sin embargo, la solución definitiva del problema energético a largo plazo (unos 50 a 75 años) se producirá cuando pueda comercializarse la energía de fusión nuclear, que es la energía producida en las estrellas y, en particular, en nuestro Sol y que pretendemos desarrollar en la Tierra. .PDF

* Guillermo Velarde,catedrático de Física Nuclear y presidente del Instituto
de Energía Nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid.





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