A partir de los años '80 el crecimiento económico de China se ha situado alrededor del 9,7% anual, comportando un significativo incremento de la demanda de productos petrolíferos. Desde entonces el crecimiento económico y el incremento de la demanda de crudo no se ha detenido, y hoy China es el segundo consumidor mundial de petróleo (en el primer puesto está Estados Unidos). En el mismo período el crecimiento de la producción interna de petróleo no ha correspondido al aumento del consumo, tanto que en 1994 China se convirtió por primera vez en un importador neto de crudo. Para sostener el crecimiento económico, China está aumentando las instalaciones hidroeléctricas y nucleares, pero sobre todo está intentando asegurarse yacimientos extranjeros de petróleo y gas.
La búsqueda de yacimientos extranjeros, de los que importar petróleo y gas, ha llevado al país a crear alianzas, ya sea con países boicoteados por la mayor parte de la comunidad internacional, ya sea alcanzando una alianza estratégica con Rusia, que ha sido refrendada con la visita de Putin al gigante asiático en marzo de 2006, visita con la que ha dado comienzo el año de Rusia en China.
A finales de los años '90 las compañías petrolíferas chinas empezaron a invertir en el extranjero, ya que la producción interna no satisfacía la demanda interna para aceites y carburantes para vehículos y las necesidades de las industrias del plástico y otros derivados petroquímicos.
Para asegurarse yacimientos exteriores de petróleo y gas, China ha hecho adquirir a las compañías petrolíferas estatales participaciones en importantes yacimientos extranjeros, ofreciendo precios muy elevados. Por ejemplo, la China National Petroleum Corporation (CNPC) ha adquirido petróleo del fronterizo Kazakistán por 4,2 mil millones de dólares EE.UU. (el crudo llegará por un oleoducto inaugurado recientemente); la China National Offshore Oil Corporation, (CNOOC) ha adquirido participaciones en los yacimientos nigerianos por 2.300 millones y el CNPC ha invertido otros 576 millones de dólares en yacimientos sirios, adquiridos junto a una empresa india. Además, Washington sigue con preocupación las inversiones directas chinas en Canadá y Estados Unidos, y en 2005 el Parlamento de los Estados Unidos se opuso por "razones de seguridad" a la propuesta de la chino CNOOC de adquirir la Unocal Corporation que tiene sede a Los Ángeles.
Al mismo tiempo, en el intento de disminuir la dependencia del petróleo extranjero, el gobierno de Pekín pide un consumo más cauteloso y eficiente y un mayor empleo de energía nuclear, eólica, hidroeléctrica y de otras fuentes alternativas. Está prevista la construcción de 30 instalaciones nucleares para 2020. Pero la energía nuclear cubrirá el 4% de la necesidad energética prevista para 2010 y otro 5% será satisfecho por las instalaciones eólicas y solares. Este camino no permitirá al país ser autónomo desde el punto de vista energético, pero le permitirá reducir -aunque en un modesto porcentaje- el abastecimiento exterior de fuentes energéticas.
La alianza con Rusia
La visita oficial del presidente ruso Vladimir Putin, en marzo de 2006, ha inaugurado "el año de Rusia en China." En la visita, que ha dado inicio a este año de estrecha colaboración entre los dos países, una delegación de unas 1.000 personas acompañaron a Putin, entre ellas los directivos las mayores compañías energéticas (Gazprom, Rosfnet y Transfnet) y el presidente de los ferrocarriles rusos. El resultado ha sido la firma de numerosos acuerdos, sobre todo en el terreno energético.
En un encuentro entre los vice primeros ministros de los dos países - el chino Wu Yi y el ruso Dmitry Medvedev – trataron cuatro áreas para el futuro desarrollo de la cooperación bilateral: intercambios de maquinaria y equipos, energía, bancos y finanzas, y el sector de la tecnología de la información, señalando que ambos países ambicionan pasar de los 30.000 millones de dólares en intercambios comerciales de 2005 a 60.000-80.000 millones en 2010.
Pero China se fija en Rusia esencialmente como proveedor de energía y así lo confirma indirectamente una nota de la agencia de noticias china Xinhua difundida el 23 de marzo, que pone el acento en una declaración del presidente de Rosfnet, Sergei Bogdanchikov, en la que afirma que China representa para Rusia un socio estratégico a largo plazo en el sector energético.
Entre los muchos acuerdos firmados en el sector de la energía, el más importante comprende a los dos colosos nacionales Gazprom y CNPC, para la construcción de dos gasoductos que conectarán Siberia y extremo oriente para el transporte de 80.000 millones de metros cúbicos de gas al año; se trata de una cantidad considerable, equivalente al consumo anual italiano, que afecta a los delicados equilibrios internacionales en los suministros energéticos y, en particular, a la seguridad energética de Europa. El acuerdo, que requiere una inversión de 10.000 millones de dólares, prevé que los gasoductos sean construidos en cinco años. Hay que sumar otros dos acuerdos que prevén la constitución de una joint venture encaminada a importantes colaboraciones posteriores para el suministro de petróleo a China y la prolongación hacia este país del oleoducto que va de Rusia a Japón (China luchó con Japón para ser el punto final de un oleoducto siberiano, pero al final Rusia ha optado por Japón); se trata de acuerdos estratégicos para el abastecimiento energético de China y para la diversificación de los mercados de del gas ruso, mercados hoy en día sesgados hacia Europa.
La energía es el sector principal de los intercambios comerciales bilaterales y la cooperación económica entre China y Rusia y, como el vice ministro Yu Cuangzhou ha subrayado, hay datos que lo demuestran: 12,78 millones de toneladas de crudo en 2005 y 15 millones en 2006, y las proyecciones estadísticas muestran, a partir de 2007, un incremento anual entre el 5 y el 7%. El vice ministro ha declarado que esta alianza estratégica no debe desarrollarse sólo en el sector energético, sino que también en otros sectores de la economía, y por eso China ha invertido en más de 700 proyectos en Rusia (con una suma total de inversiones iguales a 1.340 millones de dólares) y Rusia ha creado 1912 empresas en China (con una suma total de inversiones de 1.520 millones de dólares, de los cuales 570 millones ya se han hecho efectivos).
Estos datos muestran que, si actualmente China es el octavo socio comercial de Rusia, en el futuro inmediato Japón se convertirá en uno de los cinco primeros. Este intento está respaldado por ambas partes, y recientemente el portavoz del ministro de Exteriores chino anunció que el 9 y 10 de noviembre de 2006 el primer ministro tuso visitará China: éste es solo uno de los más de 200 eventos conjuntos que realizaran China y Rusia este año.
La colaboración entre los dos países también abarca lo militar y nuclear. Después de décadas, los dos países han realizado maniobras militares conjuntas y además China compra actualmente el 95% de sus nuevos armamentos de Rusia. En el informe anual sobre China, redactado por el Pentágono para 2006, se subraya como para Rusia la demanda principal de nuevos armamentos llega de China, y como la cooperación entre los dos países en el campo militar cubre una gran variedad de ámbitos logísticos y técnicos, lo que permitirá a China mejorar y modernizar su potencial militar poco tiempo.
Conclusiones
Las necesidades energéticas llevan a China a negociar acuerdos con Sudán, Irán, Venezuela y otros Estados boicoteados por gran parte de la comunidad internacional, provocando las protestas de muchos países -Estados Unidos en primer lugar-, y han hecho que Rusia se haya convertido en los últimos años en uno de los principales proveedores de petróleo de China: más de 15 millones de toneladas transportadas por ferrocarril sólo en 2006.
Más allá del contenido económico los acuerdos también tienen un componente político. Por una parte Rusia trata de librarse de la dependencia de los mercados europeos para la venta de gas diversificando e intensificando sus exportaciones hacia oriente (eso le permitirá tener más fuerza en la negociación de los precios de venta del gas a Europa). Por la otra, consolida e intensifica el eje estratégico con Pekín después de haber dado otro importante paso cuando, por primera vez después de muchas décadas, los dos países han llevado a cabo las primeras maniobras militares conjuntas.
Si al futuro de la evolución de las relaciones económicas entre los dos países interesa al mundo occidental (sobre todo a Europa, que a causa de su dependencia energética de Rusia ve en China como un fuerte rival económico), el eje estratégico militar que liga a China y Rusia es observado con preocupación por todo occidente.
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