ESPAÑA: Vencedores y vencidos en la batalla de Endesa

Al borde de agosto la Comisión Nacional de la Energía (CNE) emitió su dictamen sobre la opa de E.ON e inmediatamente envió su resolución – unas 400 folios - y toda la documentación manejada - cientos de kilos de papel - a la Comisión Europea que debe dar o negar el nihil obstat a lo largo de este mes.

Las condiciones exigidas por la CNE que preside Maite Costa son duras aunque no son tan disuasorias para la alemana como se desprendía de la ponencia elaborada por el consejero Jorge Fabra. Los redactores del texto final han dedicado atención especial a que no chocara con la legalidad europea y sobre todo con su factualidad, copiando directamente medidas de protección nacionalista adoptadas en Francia, Italia y Alemania, en este caso respecto a la propia E.ON; la CNE manda que si esta compañía fuera adquirida por otra extranjera estaría obligada a vender Endesa tal como el Gobierno alemán obligó a E.ON a vender Ruhrgas si se produjera una compra foránea de la primera. La condición más importante impuesta por el ente de Maite Costa es que Endesa venda 7.000 megavatios de potencia, casi un tercio de su potencia instalada.

Aun queda mucha tela por cortar pero el panorama se va aclarando: Ganan los accionistas que están encantados de que en todo este proceso sus acciones se hayan revalorizado en un cincuenta por ciento al tiempo que cobraban cupones por dividendos desacostumbrados y que la compañía no les dio en tiempos de paz. E.ON ha puesto el grito en el cielo por las condiciones impuestas pero mantiene su oferta lo que demuestra que se da por vencedora. Gana la Cajamadrid de Miguel Blesa que, es el primer accionista de Endesa aunque no consiguió nunca ser el accionista de referencia por oposición de su correligionario Manuel Pizarro – proceden de camadas del PP distintas y distantes – que se puede embolsar, si vende su participación, 2.500 millones de euros, que se dice pronto pero que, para entendernos equivalen a casi medio billón de pesetas.Gana la E.ON de Wolf Bernotat, que a pesar de las restricciones impuestas por el Gobierno entra en la liga de campeones europeos de la energía con la italiana Enel y la gala EdF . Y gana, con vuelta al ruedo y salida en hombros de la plaza, Manuel Pizarro que ha jugado sus cartas con habilidad ligando su destino a los intereses de los accionistas. El turolense ha luchado con tesón e inteligencia y algunas dosis de demagogia, inasequible al desaliento, en todos los frentes: el jurídico, el político y sobre todo en el de la comunicación.

El gran perdedor es, obviamente Gas Natural. Pase lo que pase su opa está muerta. Pizarro ha podido jugar con la audacia de quien no tiene nada que perder y la implicación del máximo dirigente es fundamental sobre todo en el campo de la comunicación. En cambio en el cuartel general de Gas Natural que tenia las de ganar por el apoyo del Gobierno se han cometido errores de bulto especialmente en la prepotencia inicial que quizás explique su cicatera oferta; pero su derrota no se debe tanto a los errores cometidos como a inconvenientes estructurales entre los que destaco el mal ambiente creado por el estatuto catalán y la difuminación del liderazgo de la compañía, la falta de un personaje que diera la réplica a Pizarro.

El autor intelectual de la opa, no es ni el presidente Gabarró ni el consejero delegado Vilaseca sino el vicepresidente Brufau que es a su vez el presidenbte de Repsol. Este hecho – bastantes problemas tiene ya Repsol – y su muy directa implicación con la Caixa debieron aconsejar un protagonismo menor. Ni Gabarró ni Vilaseca, excelentes gestores, tienen las requeridas condiciones de liderazgo en una batalla en la que contará más la prensa y la política que la ratio industrial. Es un hecho que Gas Natural no ha sabido ganar la batalla de la comunicación.