El Gobierno opinó ayer que la Argentina dio y da las suficientes garantías a la comunidad internacional de que la tecnología para enriquecer uranio que desarrolló la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) no será transferida a ningún otro país.
"Los Estados Unidos pueden estar tranquilos. La posición auténtica y la vocación política de la Argentina siempre ha sido la de respetar los principios de no proliferación", reiteró ayer la directora de Asuntos Nucleares de la Cancillería, Elsa Kelly.
En el mismo sentido, el director de Asuntos Bilaterales de la CNEA, Darío Jinchuk, explicó ayer que la planta de Pilcaniyeu, donde el Gobierno decidió reiniciar el programa de enriquecimiento de uranio, recibe "cuatro inspecciones por año. Dos de técnicos de la Organización Internacional de Energía Atómica y dos de nuestros pares del Brasil por el acuerdo bilateral de salvaguardias mutuas". Así se certifica que ni un gramo de uranio enriquecido sea desviado a programas para construir bombas atómicas.
De esta forma, Kelly y Jinchuk se refirieron a la nota verbal distribuida el jueves por la Embajada de EE.UU. que elogia y apoya fuertemente el plan nuclear argentino, decía que la Argentina era un aliado en los esfuerzos para evitar la proliferación de bombas nucleares, pero pedía que el Gobierno "se asegure" que la tecnología de enriquecimiento no llegará a terceros países, en una alusión implícita a Venezuela e Irán.
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