by AMERICAECONOMIA
El mercado petrolero estadounidense se llevó una sorpresa muy desagradable cuando, a comienzos de agosto, la firma British Petroleum (BP) interrumpió su producción de 400.000 barriles diarios de crudo en el campo Prudhoe Bay en Alaska.
La causa fue el descubrimiento de corrosión severa y una pequeña filtración en su red local de ductos. Como consecuencia, Prudhoe Bay, el más grande campo petrolero de Estados Unidos, se ha visto obligado a reducir su producción a menos de la mitad, y se estima que BP tardará meses para recuperar la producción normal, mientras reemplaza las tuberías dañadas. Los problemas que se dan en los oleoductos no son únicos en la tundra de Alaska. En la Amazonia peruana, el oleoducto de 560 kilómetros de largo que conecta el proyecto de gas y petróleo de Camisea con la costa del Pacífico también ha sufrido fallas crónicas. Desde su puesta en marcha en 2004 el bombeo de gas y petróleo (condensado) del Bloque 88 en Camisea ha ayudado a satisfacer la demanda energética peruana. Pero pese sus buenos resultados, Camisea, ubicado en la región amazónica del sureste peruano, ha sido blanco de críticas porque en menos de dos años de operación, ha sufrido cinco roturas en una de las tuberías que transporta hidrocarburo líquido.
Como consecuencia, el consorcio a cargo de su operación, Transportadora de Gas del Perú (TgP) – que incluye a la argentina Pluspetrol, Techint y a la estadounidense Hunt Oil- ha tenido que pagar aproximadamente US$1 million en multas por derrames de petróleo. Una situación que no parece nada de auspiciosa si se considera que el cuestionado oleoducto debiera surtir también a la produccion de líquidos proveniente de la segunda fase de Camisea. En efecto, Camisea II producirá unos 17 millones de metros cúbicos/día de gas natural para exportar a Norteamérica y posiblemente a Chile, a partir de 2010, en forma de gas natural licuado (GNL). A ello se suma que junto a su producción gasífera Camisea, produce una cantidad significativa de hidrocarburos líquidos. Por lo tanto, el buen funcionamiento del oleoducto, tubería que transporta estos líquidos, aparece como fundamental para el proyecto. Con un costo proyectado de US$ 3.200 millones, el desarrollo de Camisea II estará a cargo del consorcio Perú LNG, integrado por las empresas Hunt Oil Co. de Texas, como accionista mayoritaria, la Corporación SK de Corea del Sur y la hispano-argentina Repsol YPF.
Sin embargo, para asegurarse del total financiamiento de sus planes, los socios del proyecto ahora estarán obligados a dar una detenida mirada a la seguridad del oleoducto. La razón se debe a que el financiamiento potencial de Camisea II contempla US$ 400 milones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y más de US$ 1.000 millones por parte de bancos o fondos privados. Este financiamiento podría enfrentar retrasos – o no materializarse – si los problemas del oleoducto de Camisea continúan.
El BID ha dicho que está considerado otorgar recursos para el proyecto de Perú LNG. Sin embargo, oficiales como Philippe Birebent, un consultor senior para nuevas inversiones del BID en Washington DC, ha seguido de cerca los informes presentados por los auditores ambientales del oleoducto. Los mismos ya han revelado que “la tubería pasa por un terreno accidentado y vulnerable a desplazamientos extremos de tierra laterales.” Según el consultor del BID, esta institución necesita tener una noción mas amplia de lo que está ocurriendo con el oleoducto antes de que cualquier préstamo pueda ser aprobado. Durante el proceso conocido como “due diligence”, el potencial financiamiento del BID a Camisea II será estudiado, tomando en cuenta el estado del oleoducto y otros factores. Birebent estima que este proceso podría durar de 7 a 12 meses. Un análisis al que se ha sumado un nuevo estudio independiente también encargado por el BID sobre el impacto social y ambiental de los proyectos de Camisea y sus gasoductos involucrados.
En julio, un alto oficial del Tesoro estadounidense dijo que el gobierno de su país no había decidido si apoyar o no un préstamo del BID a Camisea II, por las dudas que ya han generado los problemas de seguridad ambiental del proyecto. Pero lo cierto es que el apoyo de Estados Unidos es clave, ya que este país es el accionista mas grande del BID. De cualquier manera, la estadounidense Hunt Oil y sus socios se han mostrado firmes en la puesta en marcha de Camisea II, aunque para ello sólo cuenten con sus propios recursos por ahora.
“Estaremos muy decepcionados si se aprueba un aporte financiero adicional al proyecto antes de que concluyan los detallados estudios de impacto ambiental y social”, dijo hace algunos días Simeon Tegel, un portavoz de la organización Amazon Watch, que apoya la protección ambiental y los derechos de las comunidades indígenas de Camisea. Por su parte, el grupo de consultoría técnica medioambiental E-Tech, alegó en febrero último que el oleoducto de Camisea había sido construido precipitadamente y con materiales residuales de otros proyectos que presentaban calidad inferior al estándar permitido. El reporte, cuyo autor asegura que estuvo presente durante la construcción del gasoducto, identificó en este proceso un área de las tuberías propensa a ser dañada que resultó ser precisamente la que sufrió una falla en los meses posteriores. Al respecto la portavoz de la compañía Hunt Oil, con base en Dallas, declinó responder a un cuestionario de preguntas sobre este tema que AméricaEnergía le hizo llegar por escrito.
Proyecto clave
Camisea representa, en la actualidad, la inversion en infraestructura más grande de Perú y el proyecto para exportar gas natural clave que proveerá al país de US$ 4.800 millones en pago de royalties, impuestos y ahorro durante unos 25 a 30 años de funcionamiento, según estimaciones del BID. Camisea tiene reservas estimadas de 15 trillones de pies cúbicos de gas natural, suficiente para satisfacer la demanda de Perú por algunas décadas. Además, los campos de Camisea también contienen reservas de hidrocarburos líquidos livianos que suman más de 500 millones de barriles. En 2010, en tanto, Peru LNG planea construir un terminal de exportaciones de GNL, cuyo costo será de $2.400 millones. El terminal recibirá su gas del nuevo desarrollo del Bloque 56 en Camisea. Para ello, el consorcio Perú LNG gastará otros US$ 800 millones para desarrollar la explotación del Bloque 56 y expandir las tuberías de transporte desde la cordillera de Los Andes hasta las regiones costeras de Perú.
Camisea II cuenta incluso con la aprobación del Presidente Alan García, quien ha apoyado el proyecto y los planes de Perú LNG, pese a su reconocido interés por renegociar sus contratos de gas con empresas privadas para mantener bajos los precios del gas local. Pero si los problemas con el ducto de Camisea persisten, tanto la administración de Alan García como las firmas energéticas involucradas podrían enfrentar un creciente descontento. Así ha ocurrido en Ecuador, donde pueblos indígenas residentes de la region amazónica han bloqueado los intentos de las grandes petroleras por extraer crudo y construir infraestructura alegando que las actividades de estas empresas contaminan la región y han compensado escasamente a sus habitantes. Como resultado, las perforaciones petroleras de la Amazonia ecuatoriana ya registran un severo atraso que, eventualmente, podría replicarse en Perú.
La causa fue el descubrimiento de corrosión severa y una pequeña filtración en su red local de ductos. Como consecuencia, Prudhoe Bay, el más grande campo petrolero de Estados Unidos, se ha visto obligado a reducir su producción a menos de la mitad, y se estima que BP tardará meses para recuperar la producción normal, mientras reemplaza las tuberías dañadas. Los problemas que se dan en los oleoductos no son únicos en la tundra de Alaska. En la Amazonia peruana, el oleoducto de 560 kilómetros de largo que conecta el proyecto de gas y petróleo de Camisea con la costa del Pacífico también ha sufrido fallas crónicas. Desde su puesta en marcha en 2004 el bombeo de gas y petróleo (condensado) del Bloque 88 en Camisea ha ayudado a satisfacer la demanda energética peruana. Pero pese sus buenos resultados, Camisea, ubicado en la región amazónica del sureste peruano, ha sido blanco de críticas porque en menos de dos años de operación, ha sufrido cinco roturas en una de las tuberías que transporta hidrocarburo líquido.
Como consecuencia, el consorcio a cargo de su operación, Transportadora de Gas del Perú (TgP) – que incluye a la argentina Pluspetrol, Techint y a la estadounidense Hunt Oil- ha tenido que pagar aproximadamente US$1 million en multas por derrames de petróleo. Una situación que no parece nada de auspiciosa si se considera que el cuestionado oleoducto debiera surtir también a la produccion de líquidos proveniente de la segunda fase de Camisea. En efecto, Camisea II producirá unos 17 millones de metros cúbicos/día de gas natural para exportar a Norteamérica y posiblemente a Chile, a partir de 2010, en forma de gas natural licuado (GNL). A ello se suma que junto a su producción gasífera Camisea, produce una cantidad significativa de hidrocarburos líquidos. Por lo tanto, el buen funcionamiento del oleoducto, tubería que transporta estos líquidos, aparece como fundamental para el proyecto. Con un costo proyectado de US$ 3.200 millones, el desarrollo de Camisea II estará a cargo del consorcio Perú LNG, integrado por las empresas Hunt Oil Co. de Texas, como accionista mayoritaria, la Corporación SK de Corea del Sur y la hispano-argentina Repsol YPF.
Sin embargo, para asegurarse del total financiamiento de sus planes, los socios del proyecto ahora estarán obligados a dar una detenida mirada a la seguridad del oleoducto. La razón se debe a que el financiamiento potencial de Camisea II contempla US$ 400 milones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y más de US$ 1.000 millones por parte de bancos o fondos privados. Este financiamiento podría enfrentar retrasos – o no materializarse – si los problemas del oleoducto de Camisea continúan.
El BID ha dicho que está considerado otorgar recursos para el proyecto de Perú LNG. Sin embargo, oficiales como Philippe Birebent, un consultor senior para nuevas inversiones del BID en Washington DC, ha seguido de cerca los informes presentados por los auditores ambientales del oleoducto. Los mismos ya han revelado que “la tubería pasa por un terreno accidentado y vulnerable a desplazamientos extremos de tierra laterales.” Según el consultor del BID, esta institución necesita tener una noción mas amplia de lo que está ocurriendo con el oleoducto antes de que cualquier préstamo pueda ser aprobado. Durante el proceso conocido como “due diligence”, el potencial financiamiento del BID a Camisea II será estudiado, tomando en cuenta el estado del oleoducto y otros factores. Birebent estima que este proceso podría durar de 7 a 12 meses. Un análisis al que se ha sumado un nuevo estudio independiente también encargado por el BID sobre el impacto social y ambiental de los proyectos de Camisea y sus gasoductos involucrados.
En julio, un alto oficial del Tesoro estadounidense dijo que el gobierno de su país no había decidido si apoyar o no un préstamo del BID a Camisea II, por las dudas que ya han generado los problemas de seguridad ambiental del proyecto. Pero lo cierto es que el apoyo de Estados Unidos es clave, ya que este país es el accionista mas grande del BID. De cualquier manera, la estadounidense Hunt Oil y sus socios se han mostrado firmes en la puesta en marcha de Camisea II, aunque para ello sólo cuenten con sus propios recursos por ahora.
“Estaremos muy decepcionados si se aprueba un aporte financiero adicional al proyecto antes de que concluyan los detallados estudios de impacto ambiental y social”, dijo hace algunos días Simeon Tegel, un portavoz de la organización Amazon Watch, que apoya la protección ambiental y los derechos de las comunidades indígenas de Camisea. Por su parte, el grupo de consultoría técnica medioambiental E-Tech, alegó en febrero último que el oleoducto de Camisea había sido construido precipitadamente y con materiales residuales de otros proyectos que presentaban calidad inferior al estándar permitido. El reporte, cuyo autor asegura que estuvo presente durante la construcción del gasoducto, identificó en este proceso un área de las tuberías propensa a ser dañada que resultó ser precisamente la que sufrió una falla en los meses posteriores. Al respecto la portavoz de la compañía Hunt Oil, con base en Dallas, declinó responder a un cuestionario de preguntas sobre este tema que AméricaEnergía le hizo llegar por escrito.
Proyecto clave
Camisea representa, en la actualidad, la inversion en infraestructura más grande de Perú y el proyecto para exportar gas natural clave que proveerá al país de US$ 4.800 millones en pago de royalties, impuestos y ahorro durante unos 25 a 30 años de funcionamiento, según estimaciones del BID. Camisea tiene reservas estimadas de 15 trillones de pies cúbicos de gas natural, suficiente para satisfacer la demanda de Perú por algunas décadas. Además, los campos de Camisea también contienen reservas de hidrocarburos líquidos livianos que suman más de 500 millones de barriles. En 2010, en tanto, Peru LNG planea construir un terminal de exportaciones de GNL, cuyo costo será de $2.400 millones. El terminal recibirá su gas del nuevo desarrollo del Bloque 56 en Camisea. Para ello, el consorcio Perú LNG gastará otros US$ 800 millones para desarrollar la explotación del Bloque 56 y expandir las tuberías de transporte desde la cordillera de Los Andes hasta las regiones costeras de Perú.
Camisea II cuenta incluso con la aprobación del Presidente Alan García, quien ha apoyado el proyecto y los planes de Perú LNG, pese a su reconocido interés por renegociar sus contratos de gas con empresas privadas para mantener bajos los precios del gas local. Pero si los problemas con el ducto de Camisea persisten, tanto la administración de Alan García como las firmas energéticas involucradas podrían enfrentar un creciente descontento. Así ha ocurrido en Ecuador, donde pueblos indígenas residentes de la region amazónica han bloqueado los intentos de las grandes petroleras por extraer crudo y construir infraestructura alegando que las actividades de estas empresas contaminan la región y han compensado escasamente a sus habitantes. Como resultado, las perforaciones petroleras de la Amazonia ecuatoriana ya registran un severo atraso que, eventualmente, podría replicarse en Perú.
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