Ya en febrero de 2006, Wulf Bernotat, presidente de E.ON, anunció que en unos pocos años sólo quedarían tres eléctricas en Europa (la suya, EDF y ENEL), mientras que el resto serían engullidas.
Tras él, los franceses de EDF también amenazaron con una gran operación de compra para la cual tenían una liquidez de 40.000 millones de euros. Estos ejemplos sirven para ilustrar el hambre que tienen las grandes eléctricas europeas, que tratan de ganar tamaño para defenderse de lo que pueda venir de China y, sobre todo, del gigante ruso Gazprom, que con una capitalización bursátil de 200.000 millones de euros, dobla en tamaño a la primera eléctrica del viejo continente, la francesa EDF.
Para evitar perder el control de un sector vital para el desarrollo económico de un país, Alemania concentró sus eléctricas en dos gigantes (E.ON y RWE), mientras que Francia e Italia mantienen el control estatal de sus empresas. Pero España es diferente y mientras que Europa se preparaba para la batalla, la clase política española se peleaba por abortar las operaciones de concentración de Fenosa e Hidrocantábrico, de Endesa con Iberdrola y de la propia Iberdrola con Gas Natural. Cualquiera de ellas habría originado una eléctrica con magnitud suficiente para resistir a los tiburones europeos.
Por si fuera poco, la llegada de Zapatero y el intento de forzar la rendición incondicional de Endesa a la raquítica oferta de Gas Natural (aunque ahora digan que con la cotización de la gasera se habría pagado la acción de Endesa a más de 32 euros), ha desatado todas las alarmas y los gigantes EDF, E.ON, Suez, Vattenfall, RWE y ENEL vienen dispuestas a quedarse con el parque eléctrico español. Y lo peor de todo, es que para ninguna de ellas el dinero va a ser un problema.
Tras él, los franceses de EDF también amenazaron con una gran operación de compra para la cual tenían una liquidez de 40.000 millones de euros. Estos ejemplos sirven para ilustrar el hambre que tienen las grandes eléctricas europeas, que tratan de ganar tamaño para defenderse de lo que pueda venir de China y, sobre todo, del gigante ruso Gazprom, que con una capitalización bursátil de 200.000 millones de euros, dobla en tamaño a la primera eléctrica del viejo continente, la francesa EDF.
Para evitar perder el control de un sector vital para el desarrollo económico de un país, Alemania concentró sus eléctricas en dos gigantes (E.ON y RWE), mientras que Francia e Italia mantienen el control estatal de sus empresas. Pero España es diferente y mientras que Europa se preparaba para la batalla, la clase política española se peleaba por abortar las operaciones de concentración de Fenosa e Hidrocantábrico, de Endesa con Iberdrola y de la propia Iberdrola con Gas Natural. Cualquiera de ellas habría originado una eléctrica con magnitud suficiente para resistir a los tiburones europeos.
Por si fuera poco, la llegada de Zapatero y el intento de forzar la rendición incondicional de Endesa a la raquítica oferta de Gas Natural (aunque ahora digan que con la cotización de la gasera se habría pagado la acción de Endesa a más de 32 euros), ha desatado todas las alarmas y los gigantes EDF, E.ON, Suez, Vattenfall, RWE y ENEL vienen dispuestas a quedarse con el parque eléctrico español. Y lo peor de todo, es que para ninguna de ellas el dinero va a ser un problema.
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