Brasil y Paraguay, que comparten la hidroeléctrica de Itaipú, negocian con Argentina una enmienda a un acuerdo tripartito que impide a la mayor generadora de energía del mundo en funcionamiento operar con toda su potencia, se informó hoy.
"Hay algunas negociaciones diplomáticas en ese sentido, que son prometedoras", afirmó hoy el director jurídico de Itaipú, el brasileño Joao Bonifacio Cabral Júnior, en una conferencia de prensa en la sede de la empresa, en la ciudad brasileña de Foz do Iguazu.
"La práctica en los últimos veinte años mostró que las preocupaciones que llevaron a Argentina a exigir limitaciones a Itaipú, como el temor a un aumento de la velocidad o de los niveles del río Paraná, no son procedentes", afirmó.
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Los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Paraguay, Nicanor Duarte, pusieron ayer lunes en funcionamiento las dos últimas de las veinte turbinas previstas por el Tratado de Itaipú, que ambos países firmaron en 1973.
Sin embargo, el acuerdo tripartito con Argentina, parte de cuyo territorio es atravesado por el Paraná y que comparte con Brasil y Paraguay la llamada Triple Frontera, a pocos kilómetros de Itaipú, establece que la hidroeléctrica apenas puede funcionar con un máximo de 18 de sus 20 turbinas operando.
Las dos nuevas turbinas, cada una con capacidad para generar 700 megavatios, elevarán la potencia instalada de la hidroeléctrica de los actuales 12.600 megavatios a 14.000 megavatios.
La empresa alega que, hipotéticamente, la central puede funcionar con todas sus turbinas operando simultáneamente, a pesar de que generalmente dos permanecen desconectadas por mantenimiento, aunque admite que la hidroeléctrica no puede operar con toda su potencia debido al acuerdo tripartita.
"Dicho acuerdo fue firmado, como medida preventiva, para atender asuntos que eran sensibles en Argentina e inquietudes por parte del gobierno argentino", afirmó Cabral Júnior. "Pero Argentina ya verificó en la práctica que sus temores no eran procedentes y por eso se está renegociando el acuerdo a nivel diplomático", afirmó.
El ejecutivo dijo que no hay previsiones sobre cuándo podrá concretarse dicho acuerdo aunque manifestó su deseo de que sea lo más rápido posible. Según Cabral Júnior, Argentina temía que la construcción de un dique sobre el Paraná generase problemas ambientales y de navegación en el resto del curso del río.
Para los argentinos, que en la década de los años 70 aún veían a Brasil como un potencial adversario político y militar, el dique podría alterar el caudal del río y elevar o reducir el nivel de las aguas, así como provocar inundaciones en su territorio. Sin embargo, según Cabral Júnior, "todas esas dudas fueron superadas".