El gobierno boliviano amenaza con suspender el abastecimiento; los envíos a la Argentina, en el centro de la disputaLas divergencias entre Bolivia y Brasil por el precio que Petrobras debería pagar por el gas boliviano dejaron, este fin de semana, las relaciones bilaterales al borde de una crisis diplomática que podría incluir la suspensión del suministro del hidrocarburo a territorio boliviano y la cancelación de una visita oficial de Evo Morales a Luiz Inacio Lula da Silva, la semana próxima.
La visita de Morales había sido confirmada el viernes último por La Paz y no había sido desmentida hasta ayer por la cancillería brasileña. Sin embargo, la prensa brasileña reveló ayer que el mandatario boliviano habría advertido que podría suspender su viaje si antes no se establecían condiciones para renegociar los contratos de venta del gas boliviano a Brasil.
Esa no fue la amenaza más fuerte de Morales al gobierno brasileño. Lo fue, en cambio, la advertencia de que Bolivia bloquearía el suministro de gas a una planta termoeléctrica que abastece de energía al estado de Mato Grosso, región amazónica donde viven casi 3 millones de habitantes, en marzo, aunque Petrobras no participa de ese ramal.
Bolivia ya había desatado una crisis diplomática al insinuar que cortaría el gas en agosto pasado, pero una intervención a tiempo de Brasilia anuló la medida.
En caso de viajar a Brasilia, Morales llegará decidido a reafirmar las exigencias que planteó durante la última cumbre del Mercosur, en enero. "No es posible que estemos vendiendo por 5 dólares el millón de BTU [unidad térmica británica] a la Argentina y por 1,90 a Brasil", le enrostró el boliviano en aquella ocasión al "compañero" Lula.
Una semana después, el mandatario brasileño utilizó el foro de Davos para responder a Evo. "Morales tiene el derecho de nacionalizar el gas. Lo que Brasil debe hacer es pagar un precio justo", dijo Lula en Suiza, buscando calmar los ánimos.
No obstante, Petrobras, la empresa estatal que es responsable directa de la negociación de precios, amplió el desentendimiento al afirmar la semana pasada que no está dispuesta a negociar esos valores.
Brasil paga dos precios por el gas boliviano. Uno, el apuntado por Morales, referido al estado de Mato Grosso; el otro, de 4 dólares, por el volumen enviado a San Pablo.
Petrobras y Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) habían acordado, en diciembre pasado, dejar de lado el tema de los precios en pos de una "agenda positiva", que incluía nuevas inversiones de la petrolera brasileña.
El gobierno de Lula se mantuvo prescindente en las negociaciones de las petroleras e incluso acordó con Bolivia otra serie de beneficios, entre ellos, financiación para proyectos de reforma agraria.
El contrato con Enarsa
Aprovechando la prescindencia del gobierno, la petrolera brasileña jugó más fuerte aún el viernes pasado, al comunicar que no acatará la determinación del Ministerio de Hidrocarburos de Bolivia que la obliga a abastecer de gas al mercado interno del país trasandino.
La decisión de Petrobras afecta directamente el contrato de Bolivia con Energía Argentina SA (Enarsa) para el suministro de 7,7 millones de m³ diarios este año y 27,7 millones a partir de 2010.
El problema estaría en que Bolivia no produce lo suficiente para cumplir con esos envíos hacia la Argentina. De ahí la decisión de obligar a Petrobras, Repsol y Total (francesa) a entregar tres millones de m³ diarios a US$ 1 por millón de BTU. Esos volúmenes serían revendidos luego a Argentina a razón de US$ 5 por cada BTU.
Contra reloj
Movido tal vez por esas atractivas cuentas, Morales volvió a insistir en los últimos días en el precio del gas y hasta sugirió que no iría a Brasil el miércoles de la semana próxima si no lograba un preacuerdo sobre este punto antes del viaje.
El endurecimiento en la postura del mandatario boliviano ya le costó el puesto al "blando" Juan Carlos Ortiz. Como titular de YPFB hasta los últimos días de 2006, Ortiz era partidario de negociaciones más moderadas con Petrobras. Su cargo es ahora ocupado por Manuel Morales, un ejecutivo de línea dura sintonizado con el clamor boliviano de nacionalización.
Funcionarios diplomáticos de Bolivia y Brasil, en tanto, trabajan contra reloj para un entendimiento entre Lula y Morales.
En la agenda que Morales quiere discutir con Lula también figuran las reivindicaciones de expropiación de refinerías de Petrobras en Cochabamba y Santa Cruz.
Las reivindicaciones se originan en las movilizaciones cívicas de Camiri (ciudad de Santa Cruz, sudeste de Bolivia), que este fin de semana lograron cortar el suministro de petróleo y gas durante quince horas. El "comité Camiri" exige que YPFB opere directamente los pozos nacionalizados por Morales en 2006.
Otro gas, en este caso el lacrimógeno, dispersó la toma de una planta de Shell en Camiri, diluyendo momentáneamente la fuerza de los reclamos populares en el sudeste de Bolivia que significaron incluso el corte de rutas entre ese país y el norte argentino.
La visita de Morales había sido confirmada el viernes último por La Paz y no había sido desmentida hasta ayer por la cancillería brasileña. Sin embargo, la prensa brasileña reveló ayer que el mandatario boliviano habría advertido que podría suspender su viaje si antes no se establecían condiciones para renegociar los contratos de venta del gas boliviano a Brasil.
Esa no fue la amenaza más fuerte de Morales al gobierno brasileño. Lo fue, en cambio, la advertencia de que Bolivia bloquearía el suministro de gas a una planta termoeléctrica que abastece de energía al estado de Mato Grosso, región amazónica donde viven casi 3 millones de habitantes, en marzo, aunque Petrobras no participa de ese ramal.
Bolivia ya había desatado una crisis diplomática al insinuar que cortaría el gas en agosto pasado, pero una intervención a tiempo de Brasilia anuló la medida.
En caso de viajar a Brasilia, Morales llegará decidido a reafirmar las exigencias que planteó durante la última cumbre del Mercosur, en enero. "No es posible que estemos vendiendo por 5 dólares el millón de BTU [unidad térmica británica] a la Argentina y por 1,90 a Brasil", le enrostró el boliviano en aquella ocasión al "compañero" Lula.
Una semana después, el mandatario brasileño utilizó el foro de Davos para responder a Evo. "Morales tiene el derecho de nacionalizar el gas. Lo que Brasil debe hacer es pagar un precio justo", dijo Lula en Suiza, buscando calmar los ánimos.
No obstante, Petrobras, la empresa estatal que es responsable directa de la negociación de precios, amplió el desentendimiento al afirmar la semana pasada que no está dispuesta a negociar esos valores.
Brasil paga dos precios por el gas boliviano. Uno, el apuntado por Morales, referido al estado de Mato Grosso; el otro, de 4 dólares, por el volumen enviado a San Pablo.
Petrobras y Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) habían acordado, en diciembre pasado, dejar de lado el tema de los precios en pos de una "agenda positiva", que incluía nuevas inversiones de la petrolera brasileña.
El gobierno de Lula se mantuvo prescindente en las negociaciones de las petroleras e incluso acordó con Bolivia otra serie de beneficios, entre ellos, financiación para proyectos de reforma agraria.
El contrato con Enarsa
Aprovechando la prescindencia del gobierno, la petrolera brasileña jugó más fuerte aún el viernes pasado, al comunicar que no acatará la determinación del Ministerio de Hidrocarburos de Bolivia que la obliga a abastecer de gas al mercado interno del país trasandino.
La decisión de Petrobras afecta directamente el contrato de Bolivia con Energía Argentina SA (Enarsa) para el suministro de 7,7 millones de m³ diarios este año y 27,7 millones a partir de 2010.
El problema estaría en que Bolivia no produce lo suficiente para cumplir con esos envíos hacia la Argentina. De ahí la decisión de obligar a Petrobras, Repsol y Total (francesa) a entregar tres millones de m³ diarios a US$ 1 por millón de BTU. Esos volúmenes serían revendidos luego a Argentina a razón de US$ 5 por cada BTU.
Contra reloj
Movido tal vez por esas atractivas cuentas, Morales volvió a insistir en los últimos días en el precio del gas y hasta sugirió que no iría a Brasil el miércoles de la semana próxima si no lograba un preacuerdo sobre este punto antes del viaje.
El endurecimiento en la postura del mandatario boliviano ya le costó el puesto al "blando" Juan Carlos Ortiz. Como titular de YPFB hasta los últimos días de 2006, Ortiz era partidario de negociaciones más moderadas con Petrobras. Su cargo es ahora ocupado por Manuel Morales, un ejecutivo de línea dura sintonizado con el clamor boliviano de nacionalización.
Funcionarios diplomáticos de Bolivia y Brasil, en tanto, trabajan contra reloj para un entendimiento entre Lula y Morales.
En la agenda que Morales quiere discutir con Lula también figuran las reivindicaciones de expropiación de refinerías de Petrobras en Cochabamba y Santa Cruz.
Las reivindicaciones se originan en las movilizaciones cívicas de Camiri (ciudad de Santa Cruz, sudeste de Bolivia), que este fin de semana lograron cortar el suministro de petróleo y gas durante quince horas. El "comité Camiri" exige que YPFB opere directamente los pozos nacionalizados por Morales en 2006.
Otro gas, en este caso el lacrimógeno, dispersó la toma de una planta de Shell en Camiri, diluyendo momentáneamente la fuerza de los reclamos populares en el sudeste de Bolivia que significaron incluso el corte de rutas entre ese país y el norte argentino.
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