by Pablo Sebastian (Estrella Digital)
El símil del embarazo que utilizó el presidente de Gas Natural, Salvador Gabarró, para anunciar su OPA hostil contra Endesa, cuando dijo “hoy ponemos el semen y dentro de nueve meses tendremos la criatura”, ha resultado, además de una desafortunada grosería, un rotundo fracaso. Porque si le seguimos la broma podríamos decir que Gabarró ha demostrado, a lo largo de más de quince meses, su impotencia como semental opante de compañías eléctricas, porque ya dio un “gatillazo” anterior frente a Iberdrola y acaba de repetirlo ante Endesa. Y vamos a ver ahora cómo y dónde acaba Gas Natural —Unión Fenosa e Iberdrola andan rondando la caza—, que, además, se ha dejado en su inútil batalla muchas plumas de sus principales socios, como son Repsol y La Caixa. Y en especial de la primera caja de ahorros catalana, que sufrió los errores y la prepotencia de la OPA de Gas Natural y, sobre todo, el empeño de utilizar las influencias políticas de los gobiernos de España y Cataluña, dominados por el PSOE y el PSC, incluyendo la caza de Endesa como un pago en especies a los aliados financieros de los nacionalistas catalanes por los servicios prestados a Zapatero en la reforma del Estatuto catalán y en la estabilidad del Gobierno socialista de Madrid.
Y ha sido La Caixa, con sentido común y empresarial, la que por buena iniciativa de su director general, Isidre Fainé, ha puesto punto final a tan disparatada aventura, que no ha triunfado sencillamente porque Gas Natural no pudo superar la oferta económica de su competidor E.ON, que hoy presentará su última propuesta a los accionistas de Endesa, que son los grandes beneficiados de esta batalla gracias a la entereza y el buen hacer de su presidente, Manuel Pizarro, el triunfador de una contienda que todavía tiene por delante numerosos obstáculos antes de que veamos el final.
Para empezar falta conocer el precio final que, ante la ausencia de competidor, ofrecerá hoy E.ON a los accionistas de Endesa y qué ocurre con las demandas aún presentes en varios tribunales nacionales y extranjeros. O qué pasa con Acciona, el último en llegar a la batalla por Endesa, que intentó, inútilmente en los últimos días, forzar un pacto para ver si se hacía con el control de la compañía, primero con Gas Natural y más tarde con Caja Madrid, y ello tras llegar al accionariado de Endesa como aliado oculto del Gobierno de Zapatero y presentarse después como españolista próximo al PP. Una broma de pésimo gusto aireada por los publicistas de la familia Entrecanales, que bastante tiene con los suculentos dividendos especulativos que piensan obtener de la OPA de E.ON, que serán menos de los que imaginaban tras la retirada de Gas Natural, porque su españolismo, tal y como se vio en Airtel, que vendieron a los ingleses de Vodafone, es el pelotazo y pare usted de contar.
Pero regresando a la retirada de Gas Natural, tenemos que lamentar que esta compañía catalana, que tuvo un pésimo arranque de soberbia y prepotencia política a la hora de lanzar su OPA hostil contra Endesa, tampoco se ha sabido retirar con elegancia y buen hacer, porque lo ha hecho criticando a Endesa, sin reconocer los favores recibidos por ellos por parte del Gobierno de Zapatero y de la escandalosa CNE, y sobre todo porque el tiempo y el mercado han demostrado que su oferta inicial de 21,3 euros por acción —y parte de ella con pago en acciones— era una especie de broma del mal gusto frente a la posterior oferta de 34,5 euros por acción de E.ON y en dinero. Sin olvidar sus malas artes y la concertación previa con Iberdrola y las ventajas políticas que obtuvieron, muchas de las cuales están sometidas a los tribunales europeos por la propia Comisión de la UE. Por todo ello, el pataleo del comunicado de rendición final de Gas Natural sobra, como sobran sus demandas judiciales si es que, de una vez por todas, quieren devolver la paz que ellos alteraron en el seno del grupo industrial de La Caixa y de la propia entidad, que se vio envuelta en una espectacular tormenta política en pleno debate del Estatuto de Cataluña. Lo que todavía le va a costar recuperar ante la sociedad española, como bien lo sabe Isidre Fainé, quien en las duras luchas internas de poder en el seno de La Caixa aparece como el triunfador y probable sucesor del presidente Fornesa, ahora en franca retirada.
El fracaso de la OPA de Gas Natural es también un fracaso del Gobierno, que pretendió con ello, además de favorecer a sus aliados nacionalistas catalanes, derribar a Pizarro de Endesa, como meses atrás habían intentado hacer lo mismo con Francisco González en BBVA, lo que constituía una grave agresión e intromisión política del Gobierno que, a fin de cuentas y afortunadamente, han hecho fracasar el mercado y unos gestores de gran entereza y pulso firme en la presidencia de sus respectivas empresas. Un fracaso, pues, de Zapatero que se une a los problemas inacabados del Estatuto catalán y también de las negociaciones con ETA, o de la candidatura del PSOE a la Alcaldía de Madrid, hoy en manos del quinto suplente, Miguel Sebastián, que hizo de aprendiz de brujo en las dos operaciones políticas y financieras contra Endesa y BBVA.
Vamos a ver si La Caixa recupera el seny y todo su prestigio en toda España, y vamos a ver si el especulador Entrecanales coge su dinero y corre, mientras esperamos con todo interés la lucha por el poder que se ha desencadenado en Caja Madrid. De momento Gas Natural se retira con el rabo —con perdón— entre las piernas y esperamos que aprendida la lección por parte de estos altos empresarios y gestores financieros, los que presumían de liberales y no han dudado en utilizar de muy mala manera influencias políticas para medrar.
El símil del embarazo que utilizó el presidente de Gas Natural, Salvador Gabarró, para anunciar su OPA hostil contra Endesa, cuando dijo “hoy ponemos el semen y dentro de nueve meses tendremos la criatura”, ha resultado, además de una desafortunada grosería, un rotundo fracaso. Porque si le seguimos la broma podríamos decir que Gabarró ha demostrado, a lo largo de más de quince meses, su impotencia como semental opante de compañías eléctricas, porque ya dio un “gatillazo” anterior frente a Iberdrola y acaba de repetirlo ante Endesa. Y vamos a ver ahora cómo y dónde acaba Gas Natural —Unión Fenosa e Iberdrola andan rondando la caza—, que, además, se ha dejado en su inútil batalla muchas plumas de sus principales socios, como son Repsol y La Caixa. Y en especial de la primera caja de ahorros catalana, que sufrió los errores y la prepotencia de la OPA de Gas Natural y, sobre todo, el empeño de utilizar las influencias políticas de los gobiernos de España y Cataluña, dominados por el PSOE y el PSC, incluyendo la caza de Endesa como un pago en especies a los aliados financieros de los nacionalistas catalanes por los servicios prestados a Zapatero en la reforma del Estatuto catalán y en la estabilidad del Gobierno socialista de Madrid.
Y ha sido La Caixa, con sentido común y empresarial, la que por buena iniciativa de su director general, Isidre Fainé, ha puesto punto final a tan disparatada aventura, que no ha triunfado sencillamente porque Gas Natural no pudo superar la oferta económica de su competidor E.ON, que hoy presentará su última propuesta a los accionistas de Endesa, que son los grandes beneficiados de esta batalla gracias a la entereza y el buen hacer de su presidente, Manuel Pizarro, el triunfador de una contienda que todavía tiene por delante numerosos obstáculos antes de que veamos el final.
Para empezar falta conocer el precio final que, ante la ausencia de competidor, ofrecerá hoy E.ON a los accionistas de Endesa y qué ocurre con las demandas aún presentes en varios tribunales nacionales y extranjeros. O qué pasa con Acciona, el último en llegar a la batalla por Endesa, que intentó, inútilmente en los últimos días, forzar un pacto para ver si se hacía con el control de la compañía, primero con Gas Natural y más tarde con Caja Madrid, y ello tras llegar al accionariado de Endesa como aliado oculto del Gobierno de Zapatero y presentarse después como españolista próximo al PP. Una broma de pésimo gusto aireada por los publicistas de la familia Entrecanales, que bastante tiene con los suculentos dividendos especulativos que piensan obtener de la OPA de E.ON, que serán menos de los que imaginaban tras la retirada de Gas Natural, porque su españolismo, tal y como se vio en Airtel, que vendieron a los ingleses de Vodafone, es el pelotazo y pare usted de contar.
Pero regresando a la retirada de Gas Natural, tenemos que lamentar que esta compañía catalana, que tuvo un pésimo arranque de soberbia y prepotencia política a la hora de lanzar su OPA hostil contra Endesa, tampoco se ha sabido retirar con elegancia y buen hacer, porque lo ha hecho criticando a Endesa, sin reconocer los favores recibidos por ellos por parte del Gobierno de Zapatero y de la escandalosa CNE, y sobre todo porque el tiempo y el mercado han demostrado que su oferta inicial de 21,3 euros por acción —y parte de ella con pago en acciones— era una especie de broma del mal gusto frente a la posterior oferta de 34,5 euros por acción de E.ON y en dinero. Sin olvidar sus malas artes y la concertación previa con Iberdrola y las ventajas políticas que obtuvieron, muchas de las cuales están sometidas a los tribunales europeos por la propia Comisión de la UE. Por todo ello, el pataleo del comunicado de rendición final de Gas Natural sobra, como sobran sus demandas judiciales si es que, de una vez por todas, quieren devolver la paz que ellos alteraron en el seno del grupo industrial de La Caixa y de la propia entidad, que se vio envuelta en una espectacular tormenta política en pleno debate del Estatuto de Cataluña. Lo que todavía le va a costar recuperar ante la sociedad española, como bien lo sabe Isidre Fainé, quien en las duras luchas internas de poder en el seno de La Caixa aparece como el triunfador y probable sucesor del presidente Fornesa, ahora en franca retirada.
El fracaso de la OPA de Gas Natural es también un fracaso del Gobierno, que pretendió con ello, además de favorecer a sus aliados nacionalistas catalanes, derribar a Pizarro de Endesa, como meses atrás habían intentado hacer lo mismo con Francisco González en BBVA, lo que constituía una grave agresión e intromisión política del Gobierno que, a fin de cuentas y afortunadamente, han hecho fracasar el mercado y unos gestores de gran entereza y pulso firme en la presidencia de sus respectivas empresas. Un fracaso, pues, de Zapatero que se une a los problemas inacabados del Estatuto catalán y también de las negociaciones con ETA, o de la candidatura del PSOE a la Alcaldía de Madrid, hoy en manos del quinto suplente, Miguel Sebastián, que hizo de aprendiz de brujo en las dos operaciones políticas y financieras contra Endesa y BBVA.
Vamos a ver si La Caixa recupera el seny y todo su prestigio en toda España, y vamos a ver si el especulador Entrecanales coge su dinero y corre, mientras esperamos con todo interés la lucha por el poder que se ha desencadenado en Caja Madrid. De momento Gas Natural se retira con el rabo —con perdón— entre las piernas y esperamos que aprendida la lección por parte de estos altos empresarios y gestores financieros, los que presumían de liberales y no han dudado en utilizar de muy mala manera influencias políticas para medrar.
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