Pese a este diagnóstico del mercado energético, son muchos los analistas e incluso compañías de electricidad que pronostican el regreso del carbón como principal fuente de generación de electricidad en sustitución del gas natural. Informes de Endesa, Alstom, Siemens y General Electric así lo confirman. Lo ratifica también un conocido consultor de la industria del carbón y editor de un boletín mercantil en Londres, Gerard McCloskey.
Por ejemplo, Endesa lo justifica en los costes. Asegura que los costes de producción de una central de carbón son de unos 14,4 euros por megavatio y hora, frente a los 40 euros de las nuevas centrales de ciclo combinado de gas. General Electric da otros argumentos. Lo justifica en función de los pedidos de bienes de equipo. Según los informes de la compañía del pasado año, de los 120 gigavatios de nuevos pedidos, entre un 20 y un 30 por ciento fueron para plantas alimentadas con gas y entre un 30 y un 40 por ciento para generadores que utilizaban carbón como combustible. Estas estadísticas dan un giro radical a lo ocurrido entre 1997 y 2001, cuando el gas parecía ser el combustible preferido.
El problema es, en este sentido, meramente medioambiental. Generar energía sólo con carbón contamina mucho más que optar por los ciclos combinados, lo que invalida su papel como combustible único al no cumplir con el Protocolo de Kioto, que regula las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Hoy existen tecnologías que aminoran estos efectos -la captura y secuestro de CO2 encabeza la lista-, pero todavía resultan muy caras y no son rentables a las empresas, que siguen prefiriendo pagar derechos de emisión antes que poner en práctica estas técnicas.
A la par que se investiga la combustión limpia del carbón, el petróleo hace lo propio. Científicos estadounidenses han perfeccionado un sistema para producir petróleo sintético a partir del carbón, que puede ser una alternativa viable a la imparable subida de los precios de este combustible. La revista «Science» se hizo eco recientemente de este avance tecnológico, que promueve un grupo de científicos de la Universidad de Carolina del Norte y de la Universidad Estatal de Nueva Jersey. Sugieren que la creación de este tipo de petróleo puede ser la solución si se agotan las reservas de hidrocarburos en el mundo. La viabilidad de su método se ve reforzada por el perfil de las reservas energéticas de Estados Unidos, que actualmente están constituidas en sólo un 2 por ciento por petróleo, un 3 por ciento por gas y un 95 por ciento por carbón.
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