En los años ochenta fue la Curva de Laffer -la teoría, trazada en una servilleta por Arthur Laffer, de que la recaudación fiscal sube si bajan los impuestos-. En los noventa, el Nuevo Paradigma, que fue comprado por, entre otros, Alan Greenspan, y sostenía que las subidas meteóricas de la Bolsa se debían a que la economía había entrado en una nueva fase caracterizada por un crecimiento no inflacionario.
Ahora es el Pico de Hubbert. Ésa es la palabra mágica de la que hay que hablar en cualquier conversación sobre economía. Aunque éste es un concepto bastante más siniestro que el de sus predecesores. Porque el Pico de Hubbert indica que nos estamos quedando sin petróleo. Más exactamente, que la producción mundial de crudo está en su máximo histórico posible y va a empezar a decaer.
¿Cuándo? Eso depende de las ganas que uno tenga de asustar a su audiencia. Si quiere ser pesimista, puede argüir que el Pico se alcanzó hace dos años, y citar a Alí Samsan Bakhtiari, ex presidente de la empresa petrolera nacional de Irán, NIOC, quien afirma que la producción mundial de crudo habrá caído un 32% en 15 años. Si no quiere sembrar el pánico entre la audiencia, puede unirse a los más optimistas, que creen que no se alcanzará hasta 2025.
Pero incluso el escenario más optimista deja poco lugar para la alegría. Porque el mundo cada día necesita más energía debido a que, como recordó Alan Greenspan hace dos meses en el Congreso, «los países en los que más crece el consumo de petróleo son EEUU y China». En otras palabras: las dos locomotoras que tiran del crecimiento en todo el mundo son también quienes amenazan con dejarnos sin petróleo.
La tesis de Hubbert, además, ya se ha probado cierta. Su autor, Marion King Hubbert, un profesor de la Universidad de Stanford y empleado de Shell, predijo en 1957 en un documento disponible en Internet en http://www.hubbertpeak.com/hubbert/1956/1956.pdf que la producción de petróleo de Estados Unidos alcanzaría su cénit en 1970. Fue un vaticinio increíblemente preciso: EEUU alcanzó su máximo nivel de bombeo de crudo en 1971, y desde entonces, su producción ha ido en declive.
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SOSPECHAS DE FRAUDE EN LAS RESERVAS
La angustia provocada por el Pico de Hubbert se ha sumado a los rumores que indican que en realidad las reservas mundiales de crudo son mucho menores de lo que se pensaba. En los últimos dos años han estallado una serie de controversias respecto a la posible exageración de los depósitos de petróleo en Arabia Saudí, Venezuela, México, los Emiratos Arabes Unidos, Irán, Irak y Kuwait exageran sus reservas. Según algunos analistas, el 40% de las reservas de esos países-es decir, el 28% de los yacimientos en todo el mundo-es cuestionable. Ésa es la tesis del libro Twilight in the Desert (Ocaso en el desierto), del consultor Mathhew Simmons, que afirma que las reservas de Arabia Saudí -el país que teóricamente tiene la cuarta parte del petróleo mundial- están infladas, y los pozos del campo de Ghawar están bombeando más agua que petróleo. La polémica ha desatado las teorías conspiratorias. Como ha declarado a este periódico el analista político Kevin Phillips, autor del libro American Dinasty (Dinastía americana), un duro retrato de la familia Bush, «en los años noventa, Halliburton [la empresa de servicios petroleros que dirigía el actual vicepresidente de EEUU, Dick Cheney] vendió a Arabia Saudí muchos equipos para sacar crudo de yacimientos casi agotados. Tal vez eso impulsó a Cheney a promover la invasión de Irak, un país en el que todavía puede haber reservas por descubrir». Los recientes descubrimientos en el centro y oeste de Irak podrían confirmar esa supuesta estrategia de la Casa Blanca.
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