Al inaugurarse la planta regasificadora de Altamira, Tamaulipas, se dijo que eso implicaría un enorme ahorro en el pago por la importación del gas. Se presentó como un mérito el que se había convenido la entrega a largo plazo, alegando la seguridad en el abasto.
En cuanto a los precios de importación, se publicó, el 31 de agosto de 2003, que "originalmente, la Comisión Federal de Electricidad determinó que el precio de compra del gas natural fuera cercano a los cuatro dólares por millón de BTU, pero dados los cambios en las condiciones de precio del mercado internacional, fue necesario modificar este planteamiento". Y plantean que sería favorable el que sea "menor al costo de importación por ducto desde Estados Unidos, tomando como base la cotización de Henry Hub". Sólo que no es esa la base real de las importaciones por ducto desde el país vecino, sino precios del sur de Texas (Henry Hub está más al norte y en el estado de Luisiana), y en especial el precio de Reynosa.
En el diario Dallas Morning News del 6 de mayo de 2003 ya se había confirmado que "el precio (del gas natural regasificado en Altamira) estaría ligado a los precios de referencia de Henry Hub en la Bolsa Comercial de Nueva York".
Los precios de Henry Hub son en general más altos que los del sur de Texas. Comparando con los del Canal de Houston, y promediando en ambos casos los cinco años anteriores (60 promedios mensuales) hasta el pasado septiembre, sus precios son 36 centavos de dólar por millón de BTU más altos. Y considerando sólo desde principios de 2005 hasta el mismo septiembre, sus precios son 75 centavos de dólar mayores. Y los precios de Reynosa son en promedio menores, incluso, que los del Canal de Houston. Como desde la segunda mitad de 2005 ha habido subsidios implícitos en ciertos periodos al precio de Reynosa, consideramos un periodo que abarca 2004 y la primera mitad de 2005. Los precios del Canal de Houston son cinco centavos de dólar mayores que los de Reynosa, más el costo del transporte.
Aunque sea difícil saber qué tanto en cada momento, es claro que los precios basados en los de Henry Hub, como lo están los de Altamira y demás gasificadoras que logren instalar, son bastante más altos que los del gas natural importado por gasoducto. Incluso restando 15 o 20 centavos de dólar al precio de Henry Hub, el resultado será bastante superior a los precios del gas que ya se importa por tierra.
No se trata sólo de que se va a pagar más que ahora, lo cual de por sí ya es grave, dado lo caro que ha estado el gas natural en los años recientes. Lo principal es que el contrato de largo plazo implica dependencia del gas importado durante plazos largos. La actual dependencia incide en los precios altos del gas natural en nuestro país. Por un lado, estos precios, y los del crudo y sus refinados, contribuyen a la electricidad cara. Por otro, las industrias con un gran consumo de gas natural lo resienten seriamente, y por supuesto también los otros usuarios. Pero el hecho de que hayan cerrado de 3 mil a 4 mil plantas en México por los altos precios de la electricidad y del gas natural nos da una idea del efecto desastroso de estas políticas. El efecto es desastroso en la producción, en el empleo y en la balanza comercial, pues lo que antes se producía en México ahora se importa.
En este problema incide también una declaración del director general de Pemex Refinación. Según el mismo, se hará una nueva refinería. No se sabe si declara como funcionario del régimen que está terminando, o si la declaración va en serio. Pero el problema no es si se construye la refinería, lo cual en sí mismo sería un hecho positivo. El problema es que dice que con ella se sustituirá parte de las importaciones de gasolina, y el resto lo será reconfigurando las refinerías de Minatitlán (obra que ya está en curso), Tula, Salina Cruz y Salamanca. Esto puede implicar dejar sin combustóleo, en aras de producir otros refinados, a las plantas eléctricas de casi toda la costa del Pacífico y de buena parte del interior del país, a la que no llegan gasoductos. Esto "obligaría" a la instalación de una nueva gasificadora en Manzanillo, y gasoductos en cantidad. No sólo sería perpetuar la dependencia del gas natural importado caro y de la electricidad cara, sino que haría a México un país dependiente de un producto estratégico, indispensable para ramas enteras de la vida económica del país.
En Chile, el país llegó a depender en alto grado de las importaciones de gas natural, especialmente para generar electricidad. Cayeron en la misma trampa, pero desde antes. Ese gas se importa desde Argentina. Pero cuando este último país tuvo una crisis de abastecimiento del gas, del cual importa una parte, se lo dejó de vender a Chile. Y este país se enfrentó a una situación desastrosa. El resultado de la experiencia fue tal, que luego de que pasó la crisis empezaron a regresar a las fuentes de energía que requieren recursos abundantes en Chile, especialmente el carbón, aunque también otras fuentes como el viento.
En México no debemos esperar a que nos llegue también el desastre. Podemos reducir cada vez más la dependencia usando refinados de un petróleo que sí tenemos y hasta lo exportamos, y usando recursos renovables como el agua, el viento y la geotermia. Pero la política favorable a hundirnos más en la dependencia estratégica apunta en sentido contrario, y debemos oponernos a ella.
source: La Jornada
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