VENEZUELA: PDVSA, al borde de la quiebra

El pulso mantenido durante estas semanas entre la todopoderosa petrolera ExxonMobil y el mandatario venezolano Hugo Chávez, podría acabar en tragedia económica. La creciente tensión entre Caracas y la compañía ha puesto contra las cuerdas al Gobierno bolivariano que ve cómo su coloso, la estatal PDVSA, se tambalea.

Los problemas se acrecentaron tras las bravuconadas del mandatario que en su programa «Aló Presidente», amenazó con interrumpir la venta de crudo a Estados Unidos. ExxonMobil logró este mes que un tribunal congelara unos 12.000 millones de dólares de PDVSA. ExxonMobil reclama una indemnización por la nacionalización de yacimientos petrolíferos de la Faja del Orinoco.

Sin embargo, una eventual decisión del Gobierno de Venezuela de interrumpir la venta de petróleo a Estados Unidos significaría un suicidio económico, político y estratégico para el gobierno «rojillo».

Según Jorge Piñón, consultor internacional y ex presidente en México de Amoco Petróleo América Latina, los problemas residen en la imposibilidad de Venezuela de encontrar mercados que absorban la demanda estadounidense.

«El Gobierno venezolano puede salir a buscar otros mercados para sus exportaciones, posiblemente en China, pero deberá enfrentarse con el problema del flete y de la oposición de Arabia Saudita, que es el principal proveedor en el país comunista», adelantó a LA RAZÓN Piñón.

Las ventas de petróleo venezolano a Estados Unidos asicienden a 1.200.000 barriles diarios, y representan un 11% de las importaciones estadounidenses de crudo, cuyos principales proveedores son Canadá, Arabia Saudita y México, en ese orden, antes que Venezuela.

El mercado estadounidense representa casi el 70% de las exportaciones de Venezuela, y el Gobierno de Chávez recibe de Estados Unidos entre 70 y 80 millones de dólares diarios por la venta de petróleo, pagados como corresponde y sin demoras.

Para Horacio Medina, ex gerente de convenios operativos de PDVSA, que fue despedido de la industria después del paro petrolero de 2003, hay razones de negocio que dificultan la amenaza presidencial.

«No existe ningún mercado donde el crudo venezolano se cotice mejor que en EE UU: por razones de la metalurgia de las refinerías que han sido rediseñadas para recibir nuestro tipo de crudo (pesados y medios), y por la cercanía que tenemos desde el punto de vista geográfico», aseguró Medina.

Crisis y caída de la producción
Por otro lado, la disputa que mantiene el mandatario con ExxonMobil ha agravado la complicada situación financiera por la que atraviesa la estatal que, pese a los altos precios del crudo, resulta cada vez más deficitaria. En 2007, la deuda de la compañía creció de menos de 4.000 millones de dólares a más de 16.000. La incertidumbre que causa el litigio con ExxonMobil implicará una subida del coste de los préstamos.

La petrolera transfirió miles de millones de dólares a fondos controlados por Chávez, subsidió planes de educación y vivienda, y se encargó de distribuir alimentos ante la escasez que viven los venezolanos. Toda la maquinaria «chavista» funciona a través de PDVSA. Mientras tanto, la producción de barriles sigue en baja. Según datos del Banco Central de Venezuela, la producción física de petróleo cayó un 5,3% en 2007, debido principalmente a la falta de liquidez para acometer nuevas inversiones.

Los analistas señalan que la mala gestión de la estatal -cuando Chávez accedió al poder despidió a la mitad de la plantilla-, junto con la corrupción de sus funcionarios, constituyen las causas de su situación.

Elie Habalian, ex director de la OPEP, afirma que PDVSA «se caerá a pedazos en el momento en que los precios del petróleo caigan a niveles reales; y a menos que cambie, lo mismo ocurrirá con el gobierno de Chávez».

«La realidad es que esta aventura presidencial determinará que habrá que indemnizar a la ExxonMobil, en desmedro de PDVSA. Deberá tragarse sus discursos de ni una gota más de petróleo para el imperio. Chávez ha embarcado a todo un país rumbo a una tragedia de proporciones descomunales», afirma Habalian.



Source: La Razon

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