Cada incremento de 10 dólares en el precio del petróleo causa una reducción del poder adquisitivo de los hogares de alrededor de 35.000 millones de dólares, es decir, alrededor de un 0,5%. Además, la Reserva Federal estima que una subida de 20 dólares en el precio del barril de petróleo supone una reducción en el el PIB de EEUU de alrededor del 0,75%
La adicción de EEUU al petróleo extranjero también resulta costosa en otros aspectos. Si el precio del petróleo se mantiene a 60 dólares/barril durante 2006, por ejemplo, EEUU gastará alrededor de 320.000 millones de dólares en importaciones de petróleo este año.
En 2005, los costos de la energía supusieron nada menos que la tercera parte del déficit comercial de EEUU. El incremento del precio del petróleo también supone la reducción del poder adquisitivo de los consumidores y provoca una disminución del gasto discrecional. Para una economía como la estadounidense, con un valor de 13 billones de dólares, cada incremento de 10 dólares en el precio del petróleo causa una reducción del poder adquisitivo de los hogares de alrededor de 35.000 millones de dólares, es decir, alrededor de un 0,5%. Además, la Reserva Federal estima que una subida de 20 dólares en el precio del barril de petróleo supone una reducción en el PIB de EEUU de alrededor del 0,75%.
Tradicionalmente, EEUU ha intentado resolver su problema de dependencia del petróleo usando su poder militar para proteger las rutas de suministro y apoyar o instalar a regímenes amigos. Desde los atentados del 11 de septiembre, la administración Bush también ha renovado el esfuerzo de EEUU por asegurar el suministro de petróleo de países no pertenecientes a la OPEP, especialmente de Canadá, Latinoamérica, África Occidental y Rusia.
Esta diversificación fuera del petróleo de Oriente Medio se refleja en el hecho de que los principales proveedores de petróleo a EEUU en la actualidad, por orden de importancia, son Canadá, México, Arabia Saudí, Venezuela y Nigeria, cada uno de los cuales suministra entre el 5% y el 8% de la demanda diaria estadounidense de petróleo, que alcanza los 20 millones de barriles. Desde el punto de vista regional, las importaciones de Latinoamérica supusieron el 34% de las importaciones estadounidenses de crudo en 2005; Oriente Medio suministró el 24%; África el 19%; Canadá el 16%; y Europa y Asia el 7%.
Sin embargo, la diversificación supone tan solo una solución a corto plazo, ya que se considera que las reservas de petróleo probadas de los productores no pertenecientes a la OPEP cubren una media de unos 15 años al nivel actual de producción, frente a los más de 70 años para los países de la OPEP.
Asimismo, puesto que el petróleo es un producto básico fungible mundial, un cambio en la oferta o la demanda en cualquier lugar afecta los precios en todo el mundo. En todo caso, puesto que la demanda mundial de petróleo crece y las reservas disminuyen, EEUU no tendrá más remedio que volver a los productores de la OPEP de Oriente Medio para satisfacer su demanda de energía. De hecho, el Departamento de Energía de EEUU prevé que las importaciones estadounidenses de petróleo del Golfo Pérsico se duplicarán de 2006 a 2025. Esto ha conducido a algunos analistas a advertir que la estabilidad económica de EEUU se encuentra cada más en peligro a causa de la excesiva dependencia del petróleo extranjero, en particular el petróleo de una zona tan inestable como Oriente Medio.
Hoy en día, al igual que en el pasado, uno de los principales factores determinantes de la política estadounidense en Oriente Medio es asegurar el libre suministro de petróleo a los mercados internacionales, con el fin de evitar la interrupción del suministro a las economías de EEUU y de sus principales socios comerciales.
El principio operativo de esta política es impedir que Oriente Medio esté dominado por poderes que sean hostiles a EEUU y sus aliados. En la práctica, esto implica mantener la estabilidad en una delicada situación de equilibrio de poderes en la región, manteniendo la independencia de los países del Golfo Pérsico y conteniendo la amenaza del fundamentalismo islámico.
Este objetivo de la política estadounidense se ha mantenido invariable durante cinco administraciones presidenciales estadounidenses y está en el origen de la actual crisis con Irán.
De hecho, la “Estrategia de Seguridad Nacional de los EEUU de América” revisada de marzo de 2006 identifica a Irán como el mayor reto al que habrá de hacer frente EEUU en el futuro. Según el informe, “es posible que no tengamos que hacer frente a ningún reto mayor procedente de un único país que el que supone Irán”. Añade que “continuaremos adoptando todas las medidas necesarias para proteger nuestra seguridad nacional y económica contra las consecuencias adversas de su mala conducta”. Advierte que las actuales gestiones diplomáticas internacionales destinadas a poner freno al programa de enriquecimiento nuclear de Teherán “deben tener éxito para poder evitar el enfrentamiento”.
Recursos latinoamericanos
La inestabilidad en Oriente Medio ha incrementado más que nunca el carácter estratégico de los recursos energéticos de Latinoamérica para EEUU. Colombia produce más petróleo que algunos de los países del Golfo Pérsico y exporta la mayor parte del mismo a las refinerías de Texas y Luisiana. Por lo tanto la estabilidad de Colombia es la prioridad de la política de seguridad estadounidense en Latinoamérica.
De hecho, los estrategas estadounidenses han temido durante mucho tiempo que la inestabilidad en Colombia pudiera extenderse y desestabilizar a sus países vecinos (Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela), todos ellos proveedores de energía a EEUU. Esto fue lo que motivó el apoyo financiero estadounidense al “Plan Colombia”, un plan de seis años destinado a reforzar la estabilidad en este país. Desde que EEUU empezó a dar su apoyo al Plan Colombia con el presidente Bill Clinton en 2000, la ayuda estadounidense a Colombia ha alcanzado los 4.500 millones de dólares, de forma que se ha convertido en el principal receptor de ayuda financiera estadounidense de todo el mundo después de Israel y Egipto.
Mientras tanto, la vecina Venezuela es el cuarto proveedor de petróleo a EEUU, tras Arabia Saudita, México y Canadá. Venezuela vende alrededor del 60% de sus exportaciones de petróleo a EEUU, lo cual supone aproximadamente 1,5 millones de barriles al día. Algunos de los destinos más importantes de las ventas de la compañía petrolífera estatal de Venezuela son las refinerías de Citgo en EEUU, que utilizan el crudo pesado como materia prima. Puesto que existen pocas refinerías de este tipo en otras partes del mundo que permitan que las importaciones de crudo venezolano sean económicamente viables, Venezuela continúa siendo un proveedor formal de petróleo a EEUU, a pesar de las amenazas periódicas en sentido contrario.
China y Rusia
Con más de mil millones de habitantes, China es el segundo país del mundo en consumo de petróleo después de EEUU. China tiene una de las economías de mayor crecimiento del mundo y se prevé que su demanda de energía se incremente en un 150% antes de 2020. En la actualidad, China importa la mitad de su petróleo y su demanda de este producto está creciendo siete veces más rápido que la de EEUU. Asimismo, al igual que EEUU, China dependerá cada vez más del petróleo de Oriente Medio en el futuro. Como consecuencia, el acceso al petróleo de Oriente Medio se convertirá con el tiempo en un elemento clave de las relaciones entre China y EEUU. Así, cuanto más se perciban las actuaciones de China en Oriente Medio como un intento de dominar los recursos petrolíferos, más considerará EEUU a China como una amenaza para sus intereses y viceversa.
Mientras tanto, la administración Bush está buscando la forma de contrarrestar las pretensiones regionales de China. En este contexto, en julio de 2005 la Casa Blanca declaró que quería ayudar a la India a convertirse en una gran potencia mundial en el siglo XXI, con el objetivo claro de establecer un equilibrio en cuanto al poder económico y militar en una región cada vez más dominada por China. De hecho, Washington ha llegado a la conclusión de que conviene a los intereses estratégicos de EEUU que la India se convierta en una gran potencia mundial y la Casa Blanca ha afirmado que hará todo lo posible por ayudar a la India a conseguir este objetivo. Por lo tanto, en su esfuerzo por integrar a la India en el orden nuclear mundial, la Administración Bush ha roto con la anterior política de no proliferación y ha planteado convertir la plena cooperación en materia de energía nuclear civil con la India en la base de la nueva relación bilateral.
Rusia tiene las mayores reservas de gas de todo el mundo y es el segundo país en exportaciones de petróleo del mundo tras Arabia Saudita. La excesiva dependencia estadounidense del petróleo de Arabia Saudita y otros países inestables del Golfo Pérsico ha contribuido a la aparición de una nueva relación en materia energética entre EEUU y Rusia. Sin embargo, la cooperación bilateral energética se ha ido desarrollando con lentitud. De hecho, la mayor parte del petróleo ruso se exporta a Europa. Rusia ni siquiera se encuentra entre los quince principales proveedores de petróleo a EEUU. Entre tanto, la apertura del oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC) en octubre de 2005, que llevará el petróleo del Caspio a los mercados mundiales, constituyó un importante éxito de la política exterior estadounidense. El oleoducto va desde los pozos petrolíferos submarinos de Azerbaiyán hasta el puerto mediterráneo de Ceyhan en Turquía, a través de Georgia, evitando pasar por Rusia, que domina todas las rutas hacia los mercados occidentales del petróleo desde el Caspio y Asia Central. EEUU lideró el proyecto como un medio para fortalecer la independencia de las antiguas repúblicas soviéticas frente a Moscú.
Alternativa africana
A menudo se ha afirmado que África Occidental podría ser un sustituto para la dependencia cada vez mayor de EEUU de las exportaciones de petróleo de una zona tan inestable como Oriente Medio. Así, en su Informe Nacional sobre la Energía, el vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, dijo que “África Occidental se perfila como una de las fuentes de petróleo y gas para el mercado estadounidense de más rápido crecimiento. El petróleo africano tiende a ser de gran calidad y bajo en sulfuro lo que lo hace idóneo para los rigurosos requisitos de los productos de refino y brinda una creciente cuota de mercado a los centros de refino de la costa este de EEUU”.
De hecho, los países de África Occidental (también conocidos como Comunidad Económica de Estados de África Occidental o ECOWAS, por sus siglas en inglés) suministran en la actualidad a EEUU aproximadamente el 18% de sus importaciones anuales de crudo. Se prevé que esta cifra se incremente hasta el 25% antes de 2015. La región tiene cerca de 40.000 millones de barriles de reservas de petróleo constatadas, es decir, alrededor del 3% del total mundial. Teniendo en cuenta las reservas no probadas, la cuota de África Occidental asciende a alrededor del 7% del total mundial. En su esfuerzo por promover una mayor diversidad en el suministro del petróleo, la Administración Bush se ha acercado a seis países africanos: Angola, Chad, Congo, Guinea Ecuatorial, Gabón y Nigeria.
La inestabilidad en toda África Occidental limita el papel que puede desempeñar la región en la mejora de la seguridad energética de EEUU. En julio de 2005, el Center for Strategic and International Studies (CSIS, con sede en Washington) publicó un informe titulado A Strategic US Approach to Governance and Security in the Gulf of Guinea. Dado el creciente interés de EEUU en el sector energético de la región, el informe recomendaba que “EEUU debe convertir la seguridad y el gobierno en el Golfo de Guinea en una prioridad explícita de su política exterior con respecto a África y establecer una política sólida y completa para la zona”.
En este contexto, el Pentágono ha comenzado a incrementar su presencia militar en la región. En 2005, EEUU lanzó la Iniciativa Trans-Sahariana Anti Terrorista (TSCTI, por sus siglas en inglés) con nueve países africanos, con el objetivo de introducir un enfoque más amplio con respecto a la seguridad regional mediante la formación y el equipamiento de las fuerzas militares nacionales. El Pentágono también ha estudiado la posibilidad de establecer bases militares en algunos países africanos, entre los que se incluyen Ghana, Kenia, Malí y Senegal, países en los que el acceso a los puertos y aeropuertos tiene una importancia estratégica cada vez mayor.
Agunas cifras
Para una economía como la estadounidense, con un valor de 13 billones de dólares, cada incremento de 10 dólares en el precio del petróleo causa una reducción del poder adquisitivo de los hogares de alrededor de 35.000 millones de dólares, es decir, alrededor de un 0,5%. Además, la Reserva Federal estima que una subida de 20 dólares en el precio del barril de petróleo supone una reducción en el PIB de EEUU de alrededor del 0,75%.
Venezuela es el cuarto proveedor de petróleo a EEUU, tras Arabia Saudita, México y Canadá. Venezuela vende alrededor del 60% de sus exportaciones de petróleo a EEUU, lo cual supone aproximadamente 1,5 millones de barriles al día. Algunos de los destinos más importantes de las ventas de la compañía petrolífera estatal de Venezuela son las refinerías de Citgo en EEUU, que utilizan el crudo pesado como materia prima. Nuevaprensa
En 2005, los costos de la energía supusieron nada menos que la tercera parte del déficit comercial de EEUU. El incremento del precio del petróleo también supone la reducción del poder adquisitivo de los consumidores y provoca una disminución del gasto discrecional. Para una economía como la estadounidense, con un valor de 13 billones de dólares, cada incremento de 10 dólares en el precio del petróleo causa una reducción del poder adquisitivo de los hogares de alrededor de 35.000 millones de dólares, es decir, alrededor de un 0,5%. Además, la Reserva Federal estima que una subida de 20 dólares en el precio del barril de petróleo supone una reducción en el PIB de EEUU de alrededor del 0,75%.
Tradicionalmente, EEUU ha intentado resolver su problema de dependencia del petróleo usando su poder militar para proteger las rutas de suministro y apoyar o instalar a regímenes amigos. Desde los atentados del 11 de septiembre, la administración Bush también ha renovado el esfuerzo de EEUU por asegurar el suministro de petróleo de países no pertenecientes a la OPEP, especialmente de Canadá, Latinoamérica, África Occidental y Rusia.
Esta diversificación fuera del petróleo de Oriente Medio se refleja en el hecho de que los principales proveedores de petróleo a EEUU en la actualidad, por orden de importancia, son Canadá, México, Arabia Saudí, Venezuela y Nigeria, cada uno de los cuales suministra entre el 5% y el 8% de la demanda diaria estadounidense de petróleo, que alcanza los 20 millones de barriles. Desde el punto de vista regional, las importaciones de Latinoamérica supusieron el 34% de las importaciones estadounidenses de crudo en 2005; Oriente Medio suministró el 24%; África el 19%; Canadá el 16%; y Europa y Asia el 7%.
Sin embargo, la diversificación supone tan solo una solución a corto plazo, ya que se considera que las reservas de petróleo probadas de los productores no pertenecientes a la OPEP cubren una media de unos 15 años al nivel actual de producción, frente a los más de 70 años para los países de la OPEP.
Asimismo, puesto que el petróleo es un producto básico fungible mundial, un cambio en la oferta o la demanda en cualquier lugar afecta los precios en todo el mundo. En todo caso, puesto que la demanda mundial de petróleo crece y las reservas disminuyen, EEUU no tendrá más remedio que volver a los productores de la OPEP de Oriente Medio para satisfacer su demanda de energía. De hecho, el Departamento de Energía de EEUU prevé que las importaciones estadounidenses de petróleo del Golfo Pérsico se duplicarán de 2006 a 2025. Esto ha conducido a algunos analistas a advertir que la estabilidad económica de EEUU se encuentra cada más en peligro a causa de la excesiva dependencia del petróleo extranjero, en particular el petróleo de una zona tan inestable como Oriente Medio.
Hoy en día, al igual que en el pasado, uno de los principales factores determinantes de la política estadounidense en Oriente Medio es asegurar el libre suministro de petróleo a los mercados internacionales, con el fin de evitar la interrupción del suministro a las economías de EEUU y de sus principales socios comerciales.
El principio operativo de esta política es impedir que Oriente Medio esté dominado por poderes que sean hostiles a EEUU y sus aliados. En la práctica, esto implica mantener la estabilidad en una delicada situación de equilibrio de poderes en la región, manteniendo la independencia de los países del Golfo Pérsico y conteniendo la amenaza del fundamentalismo islámico.
Este objetivo de la política estadounidense se ha mantenido invariable durante cinco administraciones presidenciales estadounidenses y está en el origen de la actual crisis con Irán.
De hecho, la “Estrategia de Seguridad Nacional de los EEUU de América” revisada de marzo de 2006 identifica a Irán como el mayor reto al que habrá de hacer frente EEUU en el futuro. Según el informe, “es posible que no tengamos que hacer frente a ningún reto mayor procedente de un único país que el que supone Irán”. Añade que “continuaremos adoptando todas las medidas necesarias para proteger nuestra seguridad nacional y económica contra las consecuencias adversas de su mala conducta”. Advierte que las actuales gestiones diplomáticas internacionales destinadas a poner freno al programa de enriquecimiento nuclear de Teherán “deben tener éxito para poder evitar el enfrentamiento”.
Recursos latinoamericanos
La inestabilidad en Oriente Medio ha incrementado más que nunca el carácter estratégico de los recursos energéticos de Latinoamérica para EEUU. Colombia produce más petróleo que algunos de los países del Golfo Pérsico y exporta la mayor parte del mismo a las refinerías de Texas y Luisiana. Por lo tanto la estabilidad de Colombia es la prioridad de la política de seguridad estadounidense en Latinoamérica.
De hecho, los estrategas estadounidenses han temido durante mucho tiempo que la inestabilidad en Colombia pudiera extenderse y desestabilizar a sus países vecinos (Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela), todos ellos proveedores de energía a EEUU. Esto fue lo que motivó el apoyo financiero estadounidense al “Plan Colombia”, un plan de seis años destinado a reforzar la estabilidad en este país. Desde que EEUU empezó a dar su apoyo al Plan Colombia con el presidente Bill Clinton en 2000, la ayuda estadounidense a Colombia ha alcanzado los 4.500 millones de dólares, de forma que se ha convertido en el principal receptor de ayuda financiera estadounidense de todo el mundo después de Israel y Egipto.
Mientras tanto, la vecina Venezuela es el cuarto proveedor de petróleo a EEUU, tras Arabia Saudita, México y Canadá. Venezuela vende alrededor del 60% de sus exportaciones de petróleo a EEUU, lo cual supone aproximadamente 1,5 millones de barriles al día. Algunos de los destinos más importantes de las ventas de la compañía petrolífera estatal de Venezuela son las refinerías de Citgo en EEUU, que utilizan el crudo pesado como materia prima. Puesto que existen pocas refinerías de este tipo en otras partes del mundo que permitan que las importaciones de crudo venezolano sean económicamente viables, Venezuela continúa siendo un proveedor formal de petróleo a EEUU, a pesar de las amenazas periódicas en sentido contrario.
China y Rusia
Con más de mil millones de habitantes, China es el segundo país del mundo en consumo de petróleo después de EEUU. China tiene una de las economías de mayor crecimiento del mundo y se prevé que su demanda de energía se incremente en un 150% antes de 2020. En la actualidad, China importa la mitad de su petróleo y su demanda de este producto está creciendo siete veces más rápido que la de EEUU. Asimismo, al igual que EEUU, China dependerá cada vez más del petróleo de Oriente Medio en el futuro. Como consecuencia, el acceso al petróleo de Oriente Medio se convertirá con el tiempo en un elemento clave de las relaciones entre China y EEUU. Así, cuanto más se perciban las actuaciones de China en Oriente Medio como un intento de dominar los recursos petrolíferos, más considerará EEUU a China como una amenaza para sus intereses y viceversa.
Mientras tanto, la administración Bush está buscando la forma de contrarrestar las pretensiones regionales de China. En este contexto, en julio de 2005 la Casa Blanca declaró que quería ayudar a la India a convertirse en una gran potencia mundial en el siglo XXI, con el objetivo claro de establecer un equilibrio en cuanto al poder económico y militar en una región cada vez más dominada por China. De hecho, Washington ha llegado a la conclusión de que conviene a los intereses estratégicos de EEUU que la India se convierta en una gran potencia mundial y la Casa Blanca ha afirmado que hará todo lo posible por ayudar a la India a conseguir este objetivo. Por lo tanto, en su esfuerzo por integrar a la India en el orden nuclear mundial, la Administración Bush ha roto con la anterior política de no proliferación y ha planteado convertir la plena cooperación en materia de energía nuclear civil con la India en la base de la nueva relación bilateral.
Rusia tiene las mayores reservas de gas de todo el mundo y es el segundo país en exportaciones de petróleo del mundo tras Arabia Saudita. La excesiva dependencia estadounidense del petróleo de Arabia Saudita y otros países inestables del Golfo Pérsico ha contribuido a la aparición de una nueva relación en materia energética entre EEUU y Rusia. Sin embargo, la cooperación bilateral energética se ha ido desarrollando con lentitud. De hecho, la mayor parte del petróleo ruso se exporta a Europa. Rusia ni siquiera se encuentra entre los quince principales proveedores de petróleo a EEUU. Entre tanto, la apertura del oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC) en octubre de 2005, que llevará el petróleo del Caspio a los mercados mundiales, constituyó un importante éxito de la política exterior estadounidense. El oleoducto va desde los pozos petrolíferos submarinos de Azerbaiyán hasta el puerto mediterráneo de Ceyhan en Turquía, a través de Georgia, evitando pasar por Rusia, que domina todas las rutas hacia los mercados occidentales del petróleo desde el Caspio y Asia Central. EEUU lideró el proyecto como un medio para fortalecer la independencia de las antiguas repúblicas soviéticas frente a Moscú.
Alternativa africana
A menudo se ha afirmado que África Occidental podría ser un sustituto para la dependencia cada vez mayor de EEUU de las exportaciones de petróleo de una zona tan inestable como Oriente Medio. Así, en su Informe Nacional sobre la Energía, el vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, dijo que “África Occidental se perfila como una de las fuentes de petróleo y gas para el mercado estadounidense de más rápido crecimiento. El petróleo africano tiende a ser de gran calidad y bajo en sulfuro lo que lo hace idóneo para los rigurosos requisitos de los productos de refino y brinda una creciente cuota de mercado a los centros de refino de la costa este de EEUU”.
De hecho, los países de África Occidental (también conocidos como Comunidad Económica de Estados de África Occidental o ECOWAS, por sus siglas en inglés) suministran en la actualidad a EEUU aproximadamente el 18% de sus importaciones anuales de crudo. Se prevé que esta cifra se incremente hasta el 25% antes de 2015. La región tiene cerca de 40.000 millones de barriles de reservas de petróleo constatadas, es decir, alrededor del 3% del total mundial. Teniendo en cuenta las reservas no probadas, la cuota de África Occidental asciende a alrededor del 7% del total mundial. En su esfuerzo por promover una mayor diversidad en el suministro del petróleo, la Administración Bush se ha acercado a seis países africanos: Angola, Chad, Congo, Guinea Ecuatorial, Gabón y Nigeria.
La inestabilidad en toda África Occidental limita el papel que puede desempeñar la región en la mejora de la seguridad energética de EEUU. En julio de 2005, el Center for Strategic and International Studies (CSIS, con sede en Washington) publicó un informe titulado A Strategic US Approach to Governance and Security in the Gulf of Guinea. Dado el creciente interés de EEUU en el sector energético de la región, el informe recomendaba que “EEUU debe convertir la seguridad y el gobierno en el Golfo de Guinea en una prioridad explícita de su política exterior con respecto a África y establecer una política sólida y completa para la zona”.
En este contexto, el Pentágono ha comenzado a incrementar su presencia militar en la región. En 2005, EEUU lanzó la Iniciativa Trans-Sahariana Anti Terrorista (TSCTI, por sus siglas en inglés) con nueve países africanos, con el objetivo de introducir un enfoque más amplio con respecto a la seguridad regional mediante la formación y el equipamiento de las fuerzas militares nacionales. El Pentágono también ha estudiado la posibilidad de establecer bases militares en algunos países africanos, entre los que se incluyen Ghana, Kenia, Malí y Senegal, países en los que el acceso a los puertos y aeropuertos tiene una importancia estratégica cada vez mayor.
Agunas cifras
Para una economía como la estadounidense, con un valor de 13 billones de dólares, cada incremento de 10 dólares en el precio del petróleo causa una reducción del poder adquisitivo de los hogares de alrededor de 35.000 millones de dólares, es decir, alrededor de un 0,5%. Además, la Reserva Federal estima que una subida de 20 dólares en el precio del barril de petróleo supone una reducción en el PIB de EEUU de alrededor del 0,75%.
Venezuela es el cuarto proveedor de petróleo a EEUU, tras Arabia Saudita, México y Canadá. Venezuela vende alrededor del 60% de sus exportaciones de petróleo a EEUU, lo cual supone aproximadamente 1,5 millones de barriles al día. Algunos de los destinos más importantes de las ventas de la compañía petrolífera estatal de Venezuela son las refinerías de Citgo en EEUU, que utilizan el crudo pesado como materia prima. Nuevaprensa
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