by Emilio J. Gonzalez
La decisión de E.On de retirar su petición de desbloquear los derechos de voto en Endesa por encima del tope estatutario del 10%, ofrece una oportunidad de futuro para la eléctrica presidida por Manuel Pizarro si quienes intervienen por parte española en la batalla por el control de la compañía actúan con la responsabilidad que exigen las circunstancias, esto es, y fundamentalmente, Acciona y el Gobierno. El levantamiento de esa limitación supondría abrir las puertas de par en par al troceamiento de Endesa, con el fin de satisfacer los intereses de la italiana Enel, la constructora presidida por José Manuel Entrecanales y el convidado de piedra en toda esta representación, esto es, Gas Natural.
La compañía alemana, por supuesto, no realiza esta petición pensando en el interés general, sino en el suyo propio. E.On ha querido poder comprar acciones de Endesa en el mercado, como han hecho Enel y Acciona, lo que hubiera equivalido a elevar el precio de la OPA hasta la cantidad pagada por dichos títulos, algo que, obviamente, hubiera beneficiado a los accionistas de la eléctrica española. La CNMV, sin embargo, no se lo ha autorizado. El supervisor de los mercados financieros, en lugar de pensar en esos intereses de los accionistas, ha hecho una lectura interesada del reglamento de OPAs en el sentido de que, al haber habido un proceso de sobres, no había lugar para nuevas mejoras en la oferta de E.On.
Sin embargo, siendo E.On en estos momentos la única compañía que tiene presentada una OPA por Endesa, también se podría haber hecho la lectura en el sentido de autorizar la compra a precios superiores a los de la oferta de los alemanes, lo que hubiera implicado una subida del precio de la OPA. Pero ya se sabe que, en todo esto, la CNMV juega del lado del Gobierno y de lo que se trataba era de impedir que la empresa germana estropeara a Zapatero el acuerdo que alcanzó con el Gobierno italiano y la satisfacción de decirle a la canciller alemana, Angela Merkel, que en España no se mueve nada sin su consentimiento.
A la luz de los últimos acontecimientos, E.On, defendiendo sus intereses, ha retirado su petición de desbloquear la limitación de los derechos de voto en Endesa, con lo que gana tiempo para diseñar sus estrategias ante todo lo que está sucediendo. Pero ese tiempo podría aprovecharse para evitar el despiece de una de las principales multinacionales españolas. E.On siempre dijo que, si se hacía con Endesa, la empresa seguiría siendo una, con sede en España y con capacidad de decisión en nuestro país. Con la entrada de Enel en la batalla, las cosas, sin embargo, pueden ser muy diferentes.
A partir de ahora, nadie va a tener el 51% del capital de Endesa salvo que Acciona, Enel o E.On, con los títulos que pueda conseguir en la OPA, vendan a alguna de las partes implicadas en toda esta batalla. Los italianos, desde luego, no han venido a ayudar al Gobierno en su deseo de mantener a Endesa bajo control español sino a quedarse con lo que puedan de la eléctrica. Por tanto, y salvo que los movimientos que se produzcan en el futuro fuercen a los italianos a cambiar de actitud, con ellos no se puede contar para preservar la integridad de Endesa. En consecuencia, la pelota está en el tejado de Acciona.
La constructora presidida por José Manuel Entrecanales entró, de forma irresponsable, en el juego de Zapatero para impedir por cualquier medio que los alemanes se quedaran con Endesa. Fue la única en hacerlo puesto que todas las demás empresas y entidades financieras tocadas por Moncloa e Industria para que se sumaran a la operación dieron el no por respuesta. Sin Acciona en la partida, ahora estaríamos hablando de otra cosa, probablemente de que, a pesar de Enel, E.On pudiera hacerse con la mayoría del capital de Endesa y mantener íntegra la compañía. Claro que siempre hay que tener en cuenta que el Gobierno podría haberse sacado otro as de la manga, pero, visto lo visto, no parece que tenga ninguno más, ni que le queden más vías por explorar.
Por tanto, es ahora Acciona quien tiene la responsabilidad de decidir qué va a pasar con Endesa. La constructora puede pactar con los italianos o venderles sus acciones; también puede hacer lo mismo con los alemanes, sobre todo si estos logran hacerse con más del 25% del capital de Endesa en la OPA. Esta segunda opción sería la más sensata, porque es la que ofrece una verdadera posibilidad de preservar la integridad de una de nuestras empresas más importantes. Por ello, si Acciona cometió un error entrando en la batalla, ahora tiene la oportunidad de enmendarlo, porque lo que aquí importa no es si Zapatero se sale o no con la suya –francamente, es mejor que no se salga con ella– sino de preservar la integridad y el futuro de una compañía española que tanto ha costado construir. Hoy por hoy es inevitable que Endesa pase a manos extranjeras, a causa de un Gobierno que ha actuado de forma abiertamente irresponsable. Pero lo que sí se puede evitar es su desaparición, su división en trozos más pequeños que la dejen sin futuro. Acciona tiene la llave de ese futuro.
El silencio de los reguladores
by Emilio J. Gonzalez
Todo el asunto de las OPAs en torno a Endesa está plagado de flagrantes irregularidades, pero aquí nadie dice nada… nadie excepto los medios internacionales de información más influyentes, como Financial Times y The Economist, que la semana pasada arremetieron contra el Gobierno de Zapatero y las inseguridades jurídicas para la inversión en España a que han dado lugar las actuaciones del Ejecutivo, sobre todo las últimas, respecto a quién se queda y quién no con la eléctrica española. Sin embargo, quien tendría que levantar la voz muy alto y no lo hace, o actúa a través de medidas de cara a la galería, para dar la sensación de guardar las formas, son los organismos reguladores con competencias en todo este feo asunto, que están caracterizándose por su silencio o su parcialidad.
Para poder llegar al 24,9% del capital de Endesa, la eléctrica pública italiana Enel necesitaba previamente la autorización de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), un permiso con el que todavía no cuenta. Sin embargo, Enel no solo no ha esperado a obtener el preceptivo permiso sino que se lanzó a la compra de acciones sin más. Y, mientras tanto, la CNE, que desde la llegada de la ex diputada socialista Maite Costa a su presidencia ha hecho todo lo posible por torpedear las opciones de la alemana E.On de adquirir la compañía española, guarda silencio, sin enviar tan siguiera una advertencia acerca de que Enel debe aguardar a obtener el permiso. Aquí todo son prisas con tal de que Enel, o sea, Zapatero, se salga con la suya sea como sea, aunque para conseguirlo haya que saltarse a la torera la legislación vigente y los procedimientos administrativos.
Con la CNMV ocurre tres cuartos de lo mismo. El supervisor de los mercados financieros españoles empezó tratando de impedir que Endesa se defendiera de la OPA de Gas Natural y ahora tampoco está actuando como cabe esperar de él. Cuando Enel empezó a adquirir acciones de Endesa debía haber suspendido la cotización hasta que se aclarasen las cosas y, sin embargo, no lo hizo. Por el contrario, luego se limitó a enviar a la eléctrica italiana una carta con ocho cuestiones relativas a su entrada en el capital de Endesa. Ahora que las informaciones que están apareciendo en los medios de comunicación demuestran que Enel no dijo la verdad al supervisor, éste sigue dejando hacer sin decir nada al respecto.
Lo mismo sucede respecto a la intervención del Gobierno en todo el asunto de Enel. La regulación en materia de OPAs faculta a la dirección de Endesa a buscar una oferta competidora que mejore la OPA que en su día presentó Gas Natural, puesto que ello, en última instancia, redunda en beneficio de los accionistas de la eléctrica. Pero lo que no faculta la normativa en esta materia, ni en lo referente al sector energético, es a que el Gobierno interfiera en todo este proceso de la forma en que lo ha hecho, esto es, pactando con el Ejecutivo italiano el desembarco en España de la eléctrica pública del país transalpino. Las pruebas en este sentido se acumulan, empezando por el reconocimiento por parte de Enel de que el pasado 16 de febrero el consejero delegado de la compañía, Fulvio Conti, se reunió con el ministro de Industria, Joan Clos, y el director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, David Taguas, y siguiendo por las informaciones acerca del acuerdo alcanzado por Zapatero y Prodi en su reciente encuentro en Baleares respecto a la entrada de Enel en Endesa.
Ante este cúmulo de irregularidades, la SEC estadounidense, el equivalente a nuestra CNMV, no solo ya hubiera actuado sino que no habría dudado lo más mínimo en pararle los pies a los italianos. Aquí, sin embargo, la CNMV deja hacer porque se trata de una operación política capitaneada desde Moncloa en la que se entremezclan los deseos de dar activos eléctricos a Gas Natural con las ganas de demostrar a la canciller alemana Angela Merkel que aquí nadie se sale con la suya en contra de la voluntad de Zapatero, pasando por las ganas que tiene el presidente del Gobierno de cobrarse una de las cabezas de los presidentes de empresas privatizadas puestos por el PP, a los que pidió su dimisión antes incluso de ganar las elecciones y ninguno de ellos le hizo caso. Por desgracia, todo esto se está haciendo a costa de los intereses de los accionistas minoritarios de Endesa, de los del conjunto del país y de la credibilidad internacional de España, mientras los organismos reguladores consienten o guardan silencio. De república bananera. LIBERTAD DIGITAL
La decisión de E.On de retirar su petición de desbloquear los derechos de voto en Endesa por encima del tope estatutario del 10%, ofrece una oportunidad de futuro para la eléctrica presidida por Manuel Pizarro si quienes intervienen por parte española en la batalla por el control de la compañía actúan con la responsabilidad que exigen las circunstancias, esto es, y fundamentalmente, Acciona y el Gobierno. El levantamiento de esa limitación supondría abrir las puertas de par en par al troceamiento de Endesa, con el fin de satisfacer los intereses de la italiana Enel, la constructora presidida por José Manuel Entrecanales y el convidado de piedra en toda esta representación, esto es, Gas Natural.
La compañía alemana, por supuesto, no realiza esta petición pensando en el interés general, sino en el suyo propio. E.On ha querido poder comprar acciones de Endesa en el mercado, como han hecho Enel y Acciona, lo que hubiera equivalido a elevar el precio de la OPA hasta la cantidad pagada por dichos títulos, algo que, obviamente, hubiera beneficiado a los accionistas de la eléctrica española. La CNMV, sin embargo, no se lo ha autorizado. El supervisor de los mercados financieros, en lugar de pensar en esos intereses de los accionistas, ha hecho una lectura interesada del reglamento de OPAs en el sentido de que, al haber habido un proceso de sobres, no había lugar para nuevas mejoras en la oferta de E.On.
Sin embargo, siendo E.On en estos momentos la única compañía que tiene presentada una OPA por Endesa, también se podría haber hecho la lectura en el sentido de autorizar la compra a precios superiores a los de la oferta de los alemanes, lo que hubiera implicado una subida del precio de la OPA. Pero ya se sabe que, en todo esto, la CNMV juega del lado del Gobierno y de lo que se trataba era de impedir que la empresa germana estropeara a Zapatero el acuerdo que alcanzó con el Gobierno italiano y la satisfacción de decirle a la canciller alemana, Angela Merkel, que en España no se mueve nada sin su consentimiento.
A la luz de los últimos acontecimientos, E.On, defendiendo sus intereses, ha retirado su petición de desbloquear la limitación de los derechos de voto en Endesa, con lo que gana tiempo para diseñar sus estrategias ante todo lo que está sucediendo. Pero ese tiempo podría aprovecharse para evitar el despiece de una de las principales multinacionales españolas. E.On siempre dijo que, si se hacía con Endesa, la empresa seguiría siendo una, con sede en España y con capacidad de decisión en nuestro país. Con la entrada de Enel en la batalla, las cosas, sin embargo, pueden ser muy diferentes.
A partir de ahora, nadie va a tener el 51% del capital de Endesa salvo que Acciona, Enel o E.On, con los títulos que pueda conseguir en la OPA, vendan a alguna de las partes implicadas en toda esta batalla. Los italianos, desde luego, no han venido a ayudar al Gobierno en su deseo de mantener a Endesa bajo control español sino a quedarse con lo que puedan de la eléctrica. Por tanto, y salvo que los movimientos que se produzcan en el futuro fuercen a los italianos a cambiar de actitud, con ellos no se puede contar para preservar la integridad de Endesa. En consecuencia, la pelota está en el tejado de Acciona.
La constructora presidida por José Manuel Entrecanales entró, de forma irresponsable, en el juego de Zapatero para impedir por cualquier medio que los alemanes se quedaran con Endesa. Fue la única en hacerlo puesto que todas las demás empresas y entidades financieras tocadas por Moncloa e Industria para que se sumaran a la operación dieron el no por respuesta. Sin Acciona en la partida, ahora estaríamos hablando de otra cosa, probablemente de que, a pesar de Enel, E.On pudiera hacerse con la mayoría del capital de Endesa y mantener íntegra la compañía. Claro que siempre hay que tener en cuenta que el Gobierno podría haberse sacado otro as de la manga, pero, visto lo visto, no parece que tenga ninguno más, ni que le queden más vías por explorar.
Por tanto, es ahora Acciona quien tiene la responsabilidad de decidir qué va a pasar con Endesa. La constructora puede pactar con los italianos o venderles sus acciones; también puede hacer lo mismo con los alemanes, sobre todo si estos logran hacerse con más del 25% del capital de Endesa en la OPA. Esta segunda opción sería la más sensata, porque es la que ofrece una verdadera posibilidad de preservar la integridad de una de nuestras empresas más importantes. Por ello, si Acciona cometió un error entrando en la batalla, ahora tiene la oportunidad de enmendarlo, porque lo que aquí importa no es si Zapatero se sale o no con la suya –francamente, es mejor que no se salga con ella– sino de preservar la integridad y el futuro de una compañía española que tanto ha costado construir. Hoy por hoy es inevitable que Endesa pase a manos extranjeras, a causa de un Gobierno que ha actuado de forma abiertamente irresponsable. Pero lo que sí se puede evitar es su desaparición, su división en trozos más pequeños que la dejen sin futuro. Acciona tiene la llave de ese futuro.
El silencio de los reguladores
by Emilio J. Gonzalez
Todo el asunto de las OPAs en torno a Endesa está plagado de flagrantes irregularidades, pero aquí nadie dice nada… nadie excepto los medios internacionales de información más influyentes, como Financial Times y The Economist, que la semana pasada arremetieron contra el Gobierno de Zapatero y las inseguridades jurídicas para la inversión en España a que han dado lugar las actuaciones del Ejecutivo, sobre todo las últimas, respecto a quién se queda y quién no con la eléctrica española. Sin embargo, quien tendría que levantar la voz muy alto y no lo hace, o actúa a través de medidas de cara a la galería, para dar la sensación de guardar las formas, son los organismos reguladores con competencias en todo este feo asunto, que están caracterizándose por su silencio o su parcialidad.
Para poder llegar al 24,9% del capital de Endesa, la eléctrica pública italiana Enel necesitaba previamente la autorización de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), un permiso con el que todavía no cuenta. Sin embargo, Enel no solo no ha esperado a obtener el preceptivo permiso sino que se lanzó a la compra de acciones sin más. Y, mientras tanto, la CNE, que desde la llegada de la ex diputada socialista Maite Costa a su presidencia ha hecho todo lo posible por torpedear las opciones de la alemana E.On de adquirir la compañía española, guarda silencio, sin enviar tan siguiera una advertencia acerca de que Enel debe aguardar a obtener el permiso. Aquí todo son prisas con tal de que Enel, o sea, Zapatero, se salga con la suya sea como sea, aunque para conseguirlo haya que saltarse a la torera la legislación vigente y los procedimientos administrativos.
Con la CNMV ocurre tres cuartos de lo mismo. El supervisor de los mercados financieros españoles empezó tratando de impedir que Endesa se defendiera de la OPA de Gas Natural y ahora tampoco está actuando como cabe esperar de él. Cuando Enel empezó a adquirir acciones de Endesa debía haber suspendido la cotización hasta que se aclarasen las cosas y, sin embargo, no lo hizo. Por el contrario, luego se limitó a enviar a la eléctrica italiana una carta con ocho cuestiones relativas a su entrada en el capital de Endesa. Ahora que las informaciones que están apareciendo en los medios de comunicación demuestran que Enel no dijo la verdad al supervisor, éste sigue dejando hacer sin decir nada al respecto.
Lo mismo sucede respecto a la intervención del Gobierno en todo el asunto de Enel. La regulación en materia de OPAs faculta a la dirección de Endesa a buscar una oferta competidora que mejore la OPA que en su día presentó Gas Natural, puesto que ello, en última instancia, redunda en beneficio de los accionistas de la eléctrica. Pero lo que no faculta la normativa en esta materia, ni en lo referente al sector energético, es a que el Gobierno interfiera en todo este proceso de la forma en que lo ha hecho, esto es, pactando con el Ejecutivo italiano el desembarco en España de la eléctrica pública del país transalpino. Las pruebas en este sentido se acumulan, empezando por el reconocimiento por parte de Enel de que el pasado 16 de febrero el consejero delegado de la compañía, Fulvio Conti, se reunió con el ministro de Industria, Joan Clos, y el director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, David Taguas, y siguiendo por las informaciones acerca del acuerdo alcanzado por Zapatero y Prodi en su reciente encuentro en Baleares respecto a la entrada de Enel en Endesa.
Ante este cúmulo de irregularidades, la SEC estadounidense, el equivalente a nuestra CNMV, no solo ya hubiera actuado sino que no habría dudado lo más mínimo en pararle los pies a los italianos. Aquí, sin embargo, la CNMV deja hacer porque se trata de una operación política capitaneada desde Moncloa en la que se entremezclan los deseos de dar activos eléctricos a Gas Natural con las ganas de demostrar a la canciller alemana Angela Merkel que aquí nadie se sale con la suya en contra de la voluntad de Zapatero, pasando por las ganas que tiene el presidente del Gobierno de cobrarse una de las cabezas de los presidentes de empresas privatizadas puestos por el PP, a los que pidió su dimisión antes incluso de ganar las elecciones y ninguno de ellos le hizo caso. Por desgracia, todo esto se está haciendo a costa de los intereses de los accionistas minoritarios de Endesa, de los del conjunto del país y de la credibilidad internacional de España, mientras los organismos reguladores consienten o guardan silencio. De república bananera. LIBERTAD DIGITAL
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