ESPAÑA: La rebelión escocesa


El Partido Nacional Escocés pide que se bloquee la compra, mientras empleados y clientes desconfían de Iberdrola.

Cuando Ignacio Sánchez Galán aterrice pasado mañana en el aeropuerto de Glasgow para visitar por primera vez las instalaciones de Scottish Power, llegará a un lugar que acoge bien a los extranjeros. Puede visitar por ejemplo la pequeña estación hidroeléctrica de Lanark.

Creada en 1927 en los saltos del río Clyde, evoca la personalidad del galés, Robert Owen, que construyó el Nuevo Lanark, una fábrica de tejidos que sentó la base del movimiento cooperativo. Como Scottish Power, se fue a América y creó una ciudad utópica, Nueva Harmonía, en Illinois, que fracasó y le arruinó.

Otro extranjero, un inglés, Thomas Rawlinson, industrial de religión cuáquera, quedó tan apenado con la pobre capa -'plaid'- que vestían los trabajadores de su telar, en Inverness, que diseñó una nueva, cortada en dos, el 'kilt', o falda escocesa, que con el tiempo se convertiría en símbolo universal de su tradición inventada.

La gente escocesa es muy hospitalaria, pero Galán encontrará una recepción algo hostil. El pasado viernes, la portavoz del Partido Nacional Escocés, Nicola Sturgeon, anunció en el Parlamento de Edimburgo que su partido quiere bloquear la OPA.

Por el momento, su iniciativa es una carta que el parlamentario europeo, Alyn Smith, ha escrito a la comisaria europea de Competencia, Neelie Kroes. En su misiva, el nacionalista Smith recuerda a la comisaria holandesa que su departamento ha manifestado que el Gobierno español distorsiona el mercado común.

Críticas

Como ha hecho la prensa escocesa estos días, Smith recuerda que Iberdrola incluye entre las sinergias iniciales de la operación el descuento fiscal de la Hacienda española por amortización del fondo de comercio de empresas adquiridas en el extranjero y le pide que bloquee la OPA hasta culminar una investigación.

No ocurrirá nada, dicen quienes conocen la política escocesa, que se encamina hacia unas elecciones muy disputadas en mayo. Y recuerdan que, en el pasado, la reacción de una Escocia dominada políticamente por el laborismo desde hace muchos años, ha sido más crítica ante la llegada de multinacionales extranjeras.

Pero la intervención en ese debate que ha impregnado la reacción política y mediática a la OPA no será el único reto de relaciones públicas al que se enfrentará Galán en su visita a Glasgow. Los 9.000 empleados de Scottish Power -6.000 en Escocia- esperan oír que sus puestos de trabajo están a salvo.

La reacción de los sindicatos es ambivalente. Por un lado, se alegran de que la inevitable OPA que pendía sobre la compañía llegue de una empresa española y no de la rival escocesa, SSE, o de alguna francesa o alemana con presencia anterior en las islas. Eso reduce el riesgo de sinergias en el empleo.

Pero, como existen incógnitas sobre el objetivo final de una OPA en la que el beneficio más aparente es crecer en tamaño, esperan que Galán descarte totalmente su temor. Que diga que le interesa Scottish Power en su conjunto y no quiere parcelar y vender alguna de su partes.

Esas incógnitas surgen porque, tras su fallida estrategia de expansión, Scottish Power ha quedado en una posición en la que el crecimiento endógeno de ingresos no es obvio en el corto plazo e Iberdrola quiere pagar 'un precio pleno' por la escocesa y aumentará notablemente su endeudamiento para costearlo.

Scottish Power tiene tres divisiones. El grueso del negocio de PPM, su rama americana, se basa en la nueva harmonía de las turbinas eólicas. Los obstáculos de planeamiento y los límites a la conexión en la red de la electricidad de parques eólicos no permiten contemplar expansión escocesa más allá del nuevo parque, en Whitelee.

Energy Networks es la red de distribución de Scottish Power, que, aunque en el último ejercicio dio el 60% de los beneficios en la cuenta de resultados, fue la que registró un menor aumento porcentual de beneficios, 23%, es un área de negocio fuertemente regulado por el ente supervisor del sector privatizado.

Los buenos resultados que el jefe ejecutivo de Scottish Power, Philip Bowman, pudo presentar al final del ejercicio, se asientan en un aumento del 129% en los beneficios de la tercera rama de la empresa, la comercial. Tres aumentos del precio de la electricidad en los que va de año contribuyeron a ello.

Y el resultado de esos aumentos y del anuncio del acuerdo de venta a una multinacional es que es común escuchar en Glasgow estos días a los clientes de Scottish Power que han perdido el sentimiento de lealtad a 'su' empresa. Iberdrola entra en un mercado liberalizado con una demanda ahora más flexible a sus precios.

CorreoDigital

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