ESPAÑA: Repsol necesita retroceder primero para poder crecer

by John Paul Rathbone

España parece estar obsesionada con crear campeones de la energía, sean cuales sean los obstáculos. Mientras el culebrón de la adquisición de Endesa rebasa ya el año y medio, el último rumor es que Repsol podría fusionarse con Gas Natural y Unión Fenosa. Una combinación así crearía una compañía energética casi inexpugnable, con un valor de empresa de 72.000 millones de euros. La especulación ha impulsado las acciones del mayor accionista de Repsol, Sacyr. Desafortunadamente, la idea también tiene poca lógica financiera. Una forma mejor de crear valor sería dividir Repsol.

Examinemos la idea de la fusión primero. Repsol y Gas Natural cooperan en una serie de proyectos. Por eso hay pocas razones para que Repsol pague una prima por sinergias industriales de las que ya disfruta. Después está Unión Fenosa. Tiene una división de exploración de gas en el norte de África que podría complementar las operaciones de Repsol allí. Pero la división es propiedad a medias de la italiana ENI, que no está dispuesta a vender. Además, el frenesí de las fusiones energéticas en España ha elevado el precio de las acciones de Fenosa hasta niveles récord. Y además habrá que pagar una prima de adquisición.

Repsol necesita retroceder primero, antes de poder crecer. Esto se debe a que sus problemas no están en España, donde ya tiene un buen grupo de activos de derivados, sino más bien en sus activos de exploración y de producción en América Latina.

La solución obvia es segregar YPF, su división en Argentina, plagada de problemas, a sus propios accionistas, o venderla a otros inversores, quizás a través de una salida a bolsa. Aunque no es una tarea fácil, esto cristalizaría el valor en el resto de la compañía. Los analistas calculan que Repsol vale en torno a 30 euros por la suma de partes, frente a los 23 a los que cotiza. Dividirla ahora aumentaría las condiciones en las que podría hacer operaciones en España más tarde. Repsol podría incluso conseguir una oferta de adquisición para sí misma.

Esto complacería a Sacyr, que ha sido un accionista muy fiel hasta la fecha pero está impaciente por cambiar. Gastó 6.500 millones de euros el año pasado en una participación del 20% en Repsol y esta inversión está ahora hundida. Además, la diferencia entre el coste de la deuda asumida para comprar la participación y los dividendos de Repsol que recibe a cambio está en torno a 100 millones de euros al año. Esto le hace un potente catalizador para el cambio, independientemente de lo que desee el Gobierno español. Negocios

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