En los espejos cóncavos del callejón del gato de Valle Inclán la realidad se ve distorsionada, las imágenes achatadas o abombadas, con el cuerpo en los pies y la cara desfigurada. Wulf Bernotat se sienta frente a su consejo con la sensación de haber sufrido un drástico cambio de escenario, de que la tierra se le abre bajo los pies, mientras pretendía que le auparan hacía los cielos de la victoria.
Había elegido con su dedo anular el cubilete de la mesa de “sirleros” instalada en la calle de Rinconete y Cortadillo y cuando lo ha levantado se ha encontrado con la oquedad, con el vacío, sin nada. Dispuesto a pagar a todos por igual -más de 40.000 millones, hay que recordarlo-, ha sido tocado por la varita mágica de los magos políticos que lo dejan todo para recochineo general en manos del supuesto mercado. Más correcto sería decir del mercadeo.
“A los políticos les da igual lo que dicen, nadie les pide cuentas”, subrayaba el presidente de una gran empresa europea preocupado por el intervensionismo galopante en esta nueva Europa del descaro y la opereta bufa de las operaciones transnacionales. Es cierto que no responden ante nadie, parecen señores del medioevo.
Construyen el mercado con el fundamento de sus decisiones políticas, justifican sus tropelías empresariales basándose en el bien común y el interés general. Estos prohombres de la nueva Europa se pasan por el Arco del Triunfo los principios fundacionales de la misma Europa. El mercado único y la libertad de movimiento de capitales son dos conceptos abstrusos en manos de los políticos de turno que, en el caso español, abandonan a la suerte de no se sabe qué proyectos el futuro de las empresas privadas.
¿Acaso sería un éxito la división en tres de Endesa?¿ Sería gobernable una Endesa con un 25% de Enel, otro 25% de Acciona y el resto en manos de alguna caja y la Sepi. ¿ Cuál es su proyecto? ¿Hacer, como dice Clos, empresas que no tengan más que el 30% del mercado mientras que en Francia, Italia, Alemania, Portugal, por citar algunos vecinos, campan a sus anchas los monopolíos o los duopolios?
La idea de crear campeones nacionales se ha quedado en un remedo, en un acto fallido, en una propuesta que se cogió prestada de no se sabe qué manual y se ha abandonado en el rincón oscuro.
Bernotat se enfrenta a un consejo de administración que se siente engañado por las autoridades españolas y una CNMV que aplica la normativa a rajatabla. Una normativa asimétrica y mal planteada en la que el que paga a todos pierde, mientras que los que pagan a pocos van camino de ganar. Todo lo contrario del espíritu de la norma de OPAs. Se hará con la gestión aquel que pague más a los fondos especulativos. Es la lección que se obtiene de esta norma de OPAs.
Para que Enel opte al consejo de Endesa o a derechos de voto superiores al 3%, el Gobierno tendrá que modificar la norma. Si lo hace, los argumentos pueden ser de traca. Igual que la gobernabilidad de una Endesa con Enel, Acciona, la Sepi y otros. La rechifla EADS-Airbus se iba a quedar manca a su lado. Por cierto, Enel, que se ha gastado 10.000 millones de euros en la eléctrica española, acumula minusvalías en Endesa. Pagar a máximos históricos tiene sus riesgos.
Mientras, el presidente de E.ON está siendo arrastrado por los bancos de inversión a actuar fuera de lo que se consideraba lógico. Comprar el 25% de Enel para que el Gobierno italiano tire de blindajes o iniciar otro proceso judicial interminable. No puede comprar endesas como hacen sus enemigos, no puede elevar el precio de la OPA. Eso sí, puede mirar a su alrededor y observar con ojos de Tancredo cómo le birlan la pieza. Cuando E.ON quiera acceder a Endesa se la han pasado ya por el taxidermista y dentro tiene, a lo sumo, papel de estraza.
Y lo peor, si fracasa tendrá que abandonar el sillón que le iba a situar como señor de la mayor eléctrica europea y de parte de Latinoamérica. En la cumbre de la energía europea, Merkel y Zapatero no van a brindar con vino bávaro por un final feliz.
Don Wulf se está quedando con el chucrut en la mano por que la salchicha se la están comiendo otros. Los cocineros habitan en la Moncloa y el Quirinale y han preparado el almuerzo invitados que no hablaban tedesco, a lo sumo Román paladino.En los parques de Chamberí lo dicen claro: A los alemanes les han chuleado, algo muy castizo. Sería una broma pesada si no fuera porque estos prebostes ensayan sus juegos con la política energética del país. Mientras, Durao Barroso se canta un fado instando a todos a que, por favor, pongan orden y concierto en la Europa energético-deficitaria. Cosa imposible porque esto es un gallinero.
A los alemanes les han madrugado uno de Madrid y otro de Roma. Han situado a Bernotat y su OPA en el callejón del gato y lo que ven, sin duda, no es la realidad. Son la imágenes distorsionadas por los espejos cóncavos de la Europa de los mercados de ayer y hoy.
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